De resurgimientos cinematográficos hemos visto infinidad, pero, en el fondo, esto no es así. ¿Recordamos la vuelta de Mickey Rourke con El luchador? ¿Y Martin Landau por Ed Wood, Burt Reynolds con Boogie nights o Robert Forster por Jackie Brown? Sí, actores que parecía que iban a vivir una nueva juventud en su carrera gracias a su aparición en algún film que se encaramaba entre los más reputados de su año, pero que, más allá de su nominación a los Oscar, la cosa no pasaba de aprovechar el tirón para aparecer como secundarios en algún film de más o menos (a priori) éxito y volver a desaparecer. Y luego ya tendríamos los casos de gente a la que el Oscar, simplemente, les ha acabado marcando el camino a una ristra de títulos a cada cual peor, como eran Halle Berry o F. Murray Abraham.
Desde hace meses que leo el resurgimiento de Michael Keaton de la mano de Alejandro González Iñárritu y su Birdman. "González Iñárritu nos devuelve al cine a Michael Keaton" he llegado a leer. Hombre, no hay que ser muy avispado para mirar la filmografía del actor y comprobar que nunca se fue, que siempre estuvo ahí. Vale, está claro que muchas de sus decisiones son, cuanto menos, desconcertantes. Ahí lo hemos tenido en el doblaje de Cars o Toy story 3, un blockbuster (algo fallido) como Robocop (2014), un pelotazo en la taquilla americana como Los otros dos, y películas algo menores pero que en taquilla hicieron pingües beneficios como Herbie a tope o White noise. Vale, sí, en general títulos no demasiado buenos pero está claro que en la taquilla (sobre todo norteamericana) el tipo ha sabido sobrevivir sin tener grandes descalabros.
Como ya dije en su día, Birdman parte de ideas semejantes a Game 6, también protagonizada por Keaton. Él mismo decía que en el primer acercamiento con Iñárritu, durante una cena, le preguntó si se estaba cachondeándose de él. Pero para González Iñárritu, Keaton era la única y mejor opción porque había formado parte del inicio del género superheróico en el cine cuando se le empezó a tomarse en serio y los estudios dejaron de ver a los hombres en mallas con los calzoncillos por fuera como algo infantil o de serie B.
A Birdman se le ha llegado a tildar de comedia inteligente, cosa que juega (muy) en su contra, ya que muchas escenas son graciosas sobre el papel pero no es su ejecución. Con un Keaton que, como ya he dicho, que es alabado por la crítica, aunque, por muy gracioso que suene, sigue usando las mismas gesticulaciones, tics y sobreactuaciones que hace 30 o 20 años con Movida de noche o The paper, cuando la crítica lo ponía a caer de un burro. Sí, la misma crítica que ahora le tira flores. Y eso es lo gracioso, el film aquí comentado no tiene demasiado que envidiar a Game 6 (bueno sí, unos 20 millones de dólares y un director con mucha más inventiva y talento que Michael Hoffman) pero, ¿por qué ésta ni se estrenó en cines y la otra recibe elogios y premios allá por donde pasa? Simple y llanamente porque algún girafales de un gran estudio ha metido mano, millones, influencias y lo que haga falta para el film sea visto con ojos de futura ganadora. Así es el mundo del cine, amiguitos.
Birdman seguirá ganando premios, el domingo se llevará algunos Globos de Oro y seguramente Keaton reciba una nominación al Oscar e, incluso, puede que lo gane, para luego ¿qué? Para acabar de secundario de lujo en Kong: skull island, la precuela de King Kong, y hacer Bitelchús 2 con el decadente Burton. Por lo menos sigue siendo coherente.
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