Aunque siempre he reivindicado el Disney extraño y oscuro de finales de los 70 y principios de los 80, también tenían una cara más luminosa y amable. Quizá demasiado, porque estos otros films acababan siendo demasiado dulcificados y melosos, en contraste con el tipo de cine mucho más sórdido que estaba impregnando Hollywood en la época (Taxi driver, El padrino, Easy rider).
En mi época escolar era muy habitual que, cuando llegaba un período vacacional, nos hicieran leer un libro y después hacer un trabajo o un examen sobre el mismo. En una de estas, allá por el 91 o 92 en la asignatura de catalán, nos dieron a elegir entre Quin dia tan bèstia! (Freaky Friday) o Un estiu capgirat (Summer switch). El primero lo editó Alfaguara en castellano como Un viernes embrujado, mientras el segundo no tengo constancia que se haya salido traducido. Yo me decanté por el segundo, simplemente por el hecho que estaba protagonizado por un chico, mientras que el primero era una chica. Mi sorpresa fue al llegar a clase y, al hacer el examen de rigor, comprobar que todo el resto de la clase había elegido el primero, simplemente porque tenía algunas páginas menos. Sí, una decisión tan estúpida como la que tomé yo.
Freaky Friday se editó a principios de los 70, y en USA tuvo el suficiente éxito para que Disney decidiera hacer una adaptación. Summer switch ya era una secuela bastante tardía, 1989, siendo básicamente una repetición del anterior pero cambiando el protagonista de la madre e hija por le del padre e hijo.
Familia tipica norteamericana de los luminosos años 70, donde el cabeza de familia es un ejecutivo de alguna gran empresa y su señora la clásica ama de casa. Como descendientes un hijo pequeño la mar de horripilante y una hija mayor tirando a marimacho. Ésta no para de discutir con su madre, y entre las dos se acusan de no entenderse entre ellas, hasta que, por arte de birlibirloque, intercambian sus personalidades, teniendo que lidiar cada una de ellas con las tareas de la otra.
En los papeles protagonistas teníamos a Barbara Harris, que acababa de hacer La trama de Hitchcock; y Jodie Foster, que si bien ya había hecho Taxi driver, tenía a sus espaldas bastantes films, algunos de ellos con Disney (Napoleón y Samantha, El pequeño indio). Justamente acababa de ser elegida para encarnar a la princesa Leia de Star Wars, pero tenía un contrato en vigor con Disney, con lo que tuvo que rechazar participar en la saga galáctica en favor de Un viernes loco y El secreto del castillo.
Además tenemos a más actores que nos sonarán (y mucho): John Astin (el Gomez de la serie de La familia Addams y uno de los espectros de Agárrame esos fantasmas; Dick Van Patten, el padre de Con ocho basta y un habitual en el universo Disney; Marc McClure, el Jimmy Olsen de la saga Superman y Supergirl y uno de los hermanos de Michael J. Fox en Regreso al futuro.
Aquí nos llegó muy tarde, a últimos de los 80, y ya directamente en vídeo, cosa que se nota en un doblaje muy flojo. Tanto que Salvador Aldeguer, que nos sonará, sobre todo, por ser la voz de Murdoch en El equipo A, llega a doblar a 5 personajes diferentes. Cosas de Filmayer, que ya sabemos que sacaba todo el material de Disney en la época y con la explosión del vídeo tiró muchísimo del rescate de películas antiguas.
Y no es de extrañar que la distribuidora no le diese demasiada cancha, pues, ya en los 80, el film había quedado desfasadísimo, y solamente se salvaba por un último cuarto de hora bastante ritmoso y con algún momento bastante divertido. Por lo demás, todo muy ingenuo y vulgar, pero hay que destacar algún que otro momento que, visto actualmente, son bastante perversos. Como es la escena del chaval adolescente pasando el día con la milf, mientras ella se lo mira con cara perniciosa, o la hija, con el cuerpo de la madre, dirigiéndose a su marido como "papi", lo que hace que él le devuelva una mirada viciosa. Seguramente dobles lecturas que a Disney se le escaparon o que en la época la gente no estaba para leer entre líneas.
El film, dirigido por Gary Nelson (El abismo negro), acabó siendo precursor de un subgénero que tuvo cierto auge en los 80 y 90, aunque no siempre había un intercambio entre padres e hijos: Dos veces yo con Steve Martin; De tal astilla tal palo, con Dudley Moore y Kirk Cameron; Viceversa, con Judghe Reinhold y Fred Savage; Plantón al cielo, con George Burns y Charlie Schlatter; Una chica de ensueño, con Corey Feldman y Corey Feldman; Hechizo de un beso; con Meg Ryan y Sydney Walker; la española Pon un hombre en tu vida, con Toni Cantó y Cristina Marcos; la australiana Ponte en mi lugar... pero no tanto, con Guy Pearce y Claudia Karvan; o ¡Este cuerpo no es el mío! con el querido y odiado a partes iguales Rob Schneider.
La lista es interminable y se agrandarían si incluyéramos las de gente que mueren y vuelven reencarnadas en otras.
Centrándonos más en el libro original de Mary Rodgers, existe una versión de 1995 estrenada directamente en televisión con Shelley Long que aquí se llamó ¡Qué desmadre de hija!
Ya en 2003 se hizo otra nueva versión, Ponte en mi lugar, ya con mucho más caché, pues estaba protagonizada por Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan y producida por Disney, donde, además, Marc McClure, hacía de un lechero que, al igual que en Un viernes loco, se llamaba Boris.
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