Giallo, Lola Flores y Teresa Rabal. Ya con solamente esos tres elementos lo tenemos todo para que una película llame nuestra atención. Pero siendo sinceros, ahí tenemos trampa.
Trampa porque si bien tenemos unos asesinatos rodados con un estilo puramente giallo, aquí carecemos de un elemento tan característico del subgénero como es el "¿quién lo hizo?" (whodunit), ya que desde el primer minuto conocemos al asesino. El tema está más cercano al psycho killer que tiene su origen en un trauma infantil, como el Martin Durnley/Georgie Clifford de Nervios rotos o el Norman Bates de Psicósis.
La segunda trampa es la presencia de Lola Flores, que se reduce a unos escasos 15 minutos de los 80 que dura el film. Y Teresa Rabal tampoco es que salga mucho más.
Aquí el protagonismo es asumido por un niño bien, hijo de un empresario adinerado (pese a que vivan en un piso demasiado austero para su estatus). El chaval gusta de matar a fulanas estrangulándolas con un alambre a lo que nota que eso no debe ser muy normal y se fuga de casa, yendo a parar a un hostal regentado por una Lola Flores ya entrada en años (y en kilos, que en una escena luce unas mallas que le dan aspecto de Kinder Sorpresa), que, además, hace las veces de profesora de academia de baile flamenco en el mismo local. En dicho hostal conocerá a la hija de ésta, una Teresa Rabal (se supone) adolescente y a los diferentes inquilinos que la pueblan: una chica de buen ver que trabaja de noche en un centro hospitalario; un escritor de novelas baratas de misterio; y un tipo con pinta de sátiro que acaba descubriéndose como un mirón.
Paralelamente, el padre del muchacho, preocupado por su huida, contrata a unos investigadores para que den con él a la par que empieza a temer que el asesino de mujeres del que habla la prensa sea su hijo.
El asesino no está solo es una extraña mezcla de cosas muy bien hechas con otras totalmente sonrojantes. Tenemos su estética puramente setentera. Pero no la setentera de las españoladas de Landa o Martínez Soria, si no la moderna, la que venía de tierras anglosajonas. Las chicas lucen modelitos muy modernos y llamativos y el resto del aspecto visual está muy cuidado. Además de poner especial cuidado en los planos detalle. Cual película polanskiana, tenemos primeros planos de zapatos femeninos (¡muchos! hasta con cascabel), de las cremalleras de sus vestidos cuando son bajadas y de muchos objetos, como !un bocadillo de frankfurt! Y ahí entraríamos en lo aspectos ridículos, que básicamente serían un montón de diálogos como el que el protagonista diga que lo que más le gusta del mundo son las salchichas de frankfurt (sic) y los rinocerontes. Sí, el tipo colecciona figuritas de rinocerontes. Incluso en cierto momento se topan con unos en el campo. Totalmente surrealista. Por cierto, según los títulos de crédito finales, la colección de figuritas de rinocerontes que aparece fue cedida por Jose María Íñigo (sic).
Aunque el principal problema viene dado por el aspecto de pasmao de su protagonista, David Carpenter. Canario de nacimiento y cuyo verdadero nombre era Domingo Codesido Ascanio y que en los 70 se vendió como una promesa cinematográfica que... se fue por el retrete. En los 70 trabajó a las órdenes de Eloy de la Iglesia o Pedro Lazaga y fue asiduo de Jose Antonio de la Loma y Jose Luis Merino, con el que saldría en taparrabos en Tarzán en las minas del rey Salomón, con Nadiuska y Jacinto Molina/Paul Naschy. Pero ya en los 80 desapareció del mapa definitivamente. Básicamente un caso muy similar al de Ian Sera. Como último apunte, murió asesinado en 2006 en Tailandia.
Además de éste y el duplo Flores/Rabal teníamos un reparto muy apañado: James Philbrook, habitual secundario en la televisón norteamericana que en los 60 acabó en Spain haciendo mucho western; dos habituales en films de Jesús Franco como Maria Rohm y Antonio Mayans; María José Cantudo, Luis Ciges y Manuel Alexandre.
Dirigió Jesús García de Dueña, siendo ésta su única incursión en el largometraje para cines, y que también participó en el film Cuentos eróticos, donde compartía crédito con Jaime Chávarri, Fernando Colomo o Emma Cohen, entre otros. Siendo más asido en publicidad, documentales o en series para televisión, para luego centrarse en el negro sobre blanco, especializándose en la temática cinematográfica. Enlazando aquí con el guionista, Jesús Torbado, que en el film aquí comentado escribiría su único guión y que es otro literato de prestigio, Premio Planeta incluido.
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