Un par de tipos se disponen a disfrutar de su estancia en ese complejo, concretamente en la recreación del lejano oeste. Allí, por mil dólares diarios, podrán sentirse unos auténticos pistoleros, tener un duelo a pistola, contemplar el robo al banco o visitar el saloon, donde tendrán desde los borrachines de turno hasta las prostitutas. Prostitutas con las que podrán tener relaciones. Y es que la mayoría de los habitantes del pueblo son androides, pero extremadamente reales salvo por dos detalles: sus manos no son del todo perfectas y un extrao brillo en los ojos.
No cabe duda que el film es hijo de quien es. Hay montones de constantes en la obra de Crichton, desde un parque temático que acaba saliéndose de madre, como luego pasaría en Jurassic Park; hasta todo el tema tecnológico, que también acaba superando al humano como en Runaway. Brigada central (Runaway, 1984). Añadiendo detalles que, seguramente, el espectador de la época ni pillaría, como que los androides comienzan a funcionar mal por algo muy común hoy en día pero desconocido en los 70: un virus informático.
El film era una producción muy modesta, ningún estudio quiso financiarla hasta que llegó a manos de la Metro, que solamente accedió a producirla si el rodaje se limitaba a 30 días y el montante a menos de un millón y medio. Y esa modestia de medios se nota, pues las escenas de la época medieval son muy justitas, con un decorado de corcho pan muy terrible. En cambio, para el escenario del oeste, donde transcurre el 90% de la acción, reutilizaron unos decorados ya construidos para films anteriores, cosa que tiene su gracia, pues la intención de ese ficticio parque temático es recrear los clichés de la época. Como es el caso del cowboy que cada día va al saloon en busca de problemas para batirse con el primero que se ponga por delante. Personaje éste interpretado por un Yul Brynner en horas bajas (aquí apenas cobró 75 mil dólares) y con una ropa muy similar a la que vestía en Los siete magníficos (The magnificent seven, 1960), todo un pre Terminator en toda regla, casi diría que es el padre del T-1000.
Una de las curiosidades del film es que se trata del primero en la que aparecen imágenes generadas por ordenador (CGI), que vistas hoy en día pueden parecernos la mar de rudimentarias, un simple filtro de culaquier aplicación que tengamos en el móvil, pero que en aquel momento aquellos 2 minutos de película les costaron sudor y lágrimas. Primero fueron a una empresa llamada Jet Propulsion Laboratory, básicamente la NASA, allí les pedían 2 meses y 200 mil dólares. Mal. Aquello era un producción modesta y no tenían ni tiempo ni dinero. Finalmente contactaron con John Whitney, un artista experimental, que les puso en contacto con su hijo, que trabajaba en una empresa tecnológica que hicieron los efectos en 4 meses y por 20 mil dólares.
Mundo futuro (Futureworld, 1976). Pese al relativo éxito ecónomico del film de Crichton, la Metro no estaba muy por la labor de explotar la idea, así que le cedieron los derechos a la AIP, que acabó pariendo un film flojeras y telefilmesco.
Años después de lo ocurrido vuelven abrir el parque, pero la gente no acaba de ir por miedo a lo sucedido. Así que deciden invitar a unos periodistas a a pasar un tiempo en la nueva zona Futureworld, ambientada en el futuro. Pero estos decubren que están haciendo clones con los visitantes, conla intención de sustituir a los diferentes dirigentes del mundo.
Dirigida con poco brío por Richard T. Heffron, un afincado a la caja tonta, lo que hace que Mundo futuro acabe impregnándose de esa pátina acartonada de telefilm. En el cast tenemos a Peter Fonda y Blythe Danner como los periodistas y a John P. Ryan (un habitual de la Cannon) haciendo de malo que controla el cotarro. Nadie de la anterior película repitió salvo Yul Brynner, en un casi cameo y siendo su útlimo film. Y al igual que el anterior film aquí contamos con un avance en los efectos digitales, habiedno aquí el primero en 3D. Concretamente una mano. Aunque esta aparición tenía algo de truco, pues este efecto pertenecía a un trabajo experimental de 1972 de un tal Edwin Catmull, que acabaría en la Industrial, Light and Magic de Lucas y luego siendo uno de los jefazos de Pixar.
Por lo demás, la película es pesadita, parece que vaya a camara lenta y siempre sabemos que es lo que va a pasar a continuación. Quizá, lo único recordable sea el corte de mangas de Fonda al final del film.
Y ya en 2016 apuntito está de estrenarse una nueva versión en formato serie. Apadrinada por J.J. Abrams y Jonathan Nolan, con Anthony Hopkins, Evan Rachel Wood, James Mardsen y Ed Harris en el papel de pistolero. Veremos qué tal.
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