Digámoslo ya, Antoni Gaudí. Una visión inacabada es un coñazo de padre y muy señor mío. Todo su interés radica en su condición de film perdido durante décadas y del que poco menos que parecía una leyenda urbana.
Allá por principios de los 70 empezó el rodaje de este documental ficcionado de la mano de un tal John Alaimo, un norteamericano que en los 60 quedó maravillado de la obra de Gaudí en una visita a Barcelona. Sin demasiado bagaje en sus espaldas, escribió un guión que fue supervisado por Joan Bassegoda, un experto de Gaudí. Con un presupuesto mínimo, muy pocos actores, de los que apenas se puede destacar a Jose Luis López Vázquez encarnando al célebre arquitecto (aunque en un principio se pensaba en que fuera Fernando Rey el protagonista) y José María Lana como un joven arquitecto que tiene una serie de charlas con Gaudí.
Y básicamente ese el argumento de la cinta, los últimos 2 días de vida de Gaudí antes que lo atropellase un tranvía. Todo ello basado en los apuntes que
Joan Bergós Massó, que fue colaborador de Gaudí, tomó en su día, con lo que se da por hecho que muchas de las explicaciones y teorías que va lanzando López Vázquez tienen una base real.
Rodada en apenas un par de semanas y en escenarios como La Sagrada Familia o la finca Güell. Claro, con el anacronismo que lo que vemos son las edificaciones de primeros de los 70, no tal como eran a mediados de los años 20. Aunque nadie se espere ver, al menos, la ciudad condal en los 70, porque el director se cuidó mucho que en pantalla se viese lo justo y necesario.
La cosa no pasó de alguna que otra proyección privada, porque más allá de que los responsables tuvieran la intención de darle una vida comercial en cines o en la televisión, el banco BBVA se quedó con los derechos de la obra ya que no pudieron devolver el crédito concedido (1 millón de las antiguas pesetas).
Así, el asunto quedó durante décadas como un film desconocido y del que poco se sabía, hasta que, casualidades o no de la vida,un par de días después de la muerte de Jose Luis López Vázquez en 2009, el historiador Carles Querol, que había estado trabajando para aquella entidad bancaria, salió a la palestra explicando como poseía las bobinas de una copia en 16 mm que se habían encontradocasi de manera casual.
A finales de 2010, el programa de TV3 30 minuts emitió un montage de 45 minutos con el material que había en esas polvorientas bobinas.
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