Las tortugas ninja (1990) acabó siendo un éxito de taquilla sin precedentes, sus más de 200 millones recaudados en todo el mundo la convirtieron en el film más exitoso producido fuera de los grandes estudios. La línea de juguetes seguía produciéndose a ritmo imparable, la serie de animación estaba en su apogeo y cada año teníamos algún que otro videojuego; con lo que la secuela del film no podía hacerse esperar.
Después de tres meses para tener el guión terminado, dos meses de preproducción, dos meses de rodaje y tres meses para la postproducción, la secuela apareció en cines en verano de 1991, es decir, justo un año después del estreno de la primera parte.
Muy poco se lo curró Todd W. Langen, guionista de ésta y la anterior peli. Aquí, pese a que Shredder había quedado hecho picadillo resucita milagrosamente. Como es lógico su única obsesión es vengarse de las tortugas. Gracias a que encuentra una sustancia radiactiva, la misma que mutó a las tortugas y a Splinter, creará a dos criaturas mutantes que le ayudaran a su intento de finiquitar a los quelonios mutantes.
Mientras tanto, estos viven en el apartamento de April O'Neil, ya que temen volver a las alcantarillas por si el clan del pie vuelve a por ellos.
Muchos fueron los cambios en esta secuela: Judith Hoag renunciaba a repetir como April O'Neal ya que tuvo ciertos tiras y aflojas con los productores, y su puesto lo ocupó Paige Turco (aunque curiosamente en el doblaje al castellano le mantienen la misma voz). Para el papel de Shredder también había nuevo actor, François Chau, el Dr. Pierre Chang de Perdidos.
También cambiaron algunos actores que estaban dentro de los trajes de las tortugas y de las voces que los doblaban, entre ellos Corey Feldman, que le ponía la voz a Donatello en la anterior entrega. Además de estos cambios perdíamos a Elias Koteas, o lo que es lo mismo, a Casey Jones.
Las nuevas incorporaciones se reducían al mad doctor de turno, David Warner (en uno de los pocos roles donde no hace de malo) y a dos mutantes llamados Rahazar y Toka; que básicamente eran la respuesta a los Be-Bop y Rocksteady de los cómics y los dibujos; y que su única misión era vender muñequitos. Con el tiempo acabaron saliendo en la serie animada.
El exitazo del primer film hizo que para la secuela el presupuesto fuese mayor (aunque oficialmente se hablaba de 18 millones, al parecer la cosa subió hasta los 25) pero, lamentablemente para el espectador, eso no se ve en pantalla. Los decorados acartonados son más falsos que un billete de 500 € (porque no existen, ¿no?), viéndose constantemente unos fondos que se nota descaradamente que es una foto fija; pero lo más lamentable son los dos monstruos mutantes que se inventan, el tufo a malos de Power Rangers en rebajas es escandaloso, parece mentira que detrás siguiese la compañía de Jim Henson, que en esta secuela había perfeccionado los trajes de las tortugas y su mecanismo para la expresión de las caras.
Porque a diferencia de las tortugas estos Rahazar y Toka son plástico brillante made in China, totalmente inanimados y con menos expresión facial que la duquesa de Alba.
Lamentablemente el resto va por el mismo camino, todo el tono oscuro y adulto de la anterior película es aquí sustituido por mamarrachadas infantiloides, al parecer muchos papis se escandalizaron con el tono oscuro de la primera peli. Cosa que nos dejan claro nada más empezar la peli, cuando el chinito repartidor de pizzas que luego se hará amigo de las tortugas, se encuentra a unos ladrones robando televisores con una media en la cabeza. La siguiente escena de lucha es digna del peor telefilm de Antena 3.
Pero seguramente uno de los puntos culminantes del sonrojo colectivo es la secuencia donde las tortugas se cuelan en medio de un concierto de Vanilla Ice. Simplemente terrible.
La secuencia no era más que una excusa para colocar en el film al plagiador que más vendía en las listas americanas en la época y para vender singles con el Ninja rap!!!
Esta realización planísima es obra de Michael Pressman, un especialista en telefilms y que en largometrajes solamente se le puede recordar por Doctor Detroit, un rollete de Dan Aykroyd. Sin duda un director muy poco adecuado, pero que había conseguido el puesto gracias a que uno de los productores (Terry Morse Jr.) era amiguete.
Desde luego no podían haber cogido a nadie menos adecuado. Con declaraciones tipo "el primer film era demasiado violento. No sé cómo lo hicieron así" o que según él la violencia de la anterior era "gratuita y explotadora", así que ya podemos hacernos una idea de que es lo que nos encontraremos.
Resumiendo, que se mantienen los defectos de la primera entrega (un final totalmente falto de épica, donde Shredder se transforma en una mutación gigante, que cuando está a punto de luchar contra las tortugas se le cae encima una estructura de madera y The end) y todas las virtudes sucumben ante una realización de telefilm y una infantilización digna de Pocoyó. ¡A la hoguera!
Le siguió una tercera entrega: Las tortugas ninja III
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