
A finales de los 70 Clive Sinclair, un genio de los dispositivos electrónicos, vendió la empresa que había levantado gracias a la invención de la primera calculadora de bolsillo, Sinclair Radionics (hay que decir que muchos de los productos de esta empresa salían defectuosos de fábrica lo que la llevó a una situación económica muy delicada), centrándose en su nueva compañía llamada Sinclair Computers, que luego acabó renombrándola Sinclair Research.