El personaje adquirió tal fama que en menos de año tenía un club de fans formado por más de 50 mil socios, lanzó discos, aparecía como artista invitada en series y programas de televisión, tenía un montón de merchandising con su imagen (camisetas, tazas, gorras, etc), aparecía en anuncios y se editaban cómics. Además que Cassandra Peterson había hecho pequeñas apariciones en film como Jekyll y Hyde... hasta que la risa los separe o Como flotas, tío.
Es por eso que no es de extrañar que con tal fama y la cantidad de dinero que movía las domingas de Elvira, perdón, la figura de Elvira, el siguiente paso era ponerle una película a su entera disposición, pero en este caso no con un gran estudio, si no con algo más modesto.
Producida por la New World Pictures (aquí fue distribuida por José Frade), la que había sido productora de Roger Corman, el film sería un película de presupuesto ajustado, con un guión firmado por los autores de Automan, el programa de Pee-wee Herman y las pelis de los Barbarian Brothers, casi nada.
Y como la película iba a tirar por la comedia nada mejor que fichar a un director especializado en el ji-ji y el ja-ja. El "afortundado" resultó ser James Signorelli, que en su haber tenía un montón de programas del Saturday night live y un único film, Quien tiene una suegra tiene un tesoro, o lo que es lo mismo, un producto para lucimiento de los ojos locos de Rodney Dangerfield.
El film comienza con ciertos tintes autobiográficos, con Elvira presentando un programa que emite antiguas películas de serie B y Z para un canal de mala muerte, con lo que decide largarse de allí y presentar un show en Las Vegas. Pero, como la vida es muy dura, ella misma se ha de financiar los 50 mil dólares que cuesta el show que, evidentemente, no tiene. Por esas casualidades del destino (o de los malos guionistas con malos argumentos) recibe la herencia de una tía que acaba de morir: una antigua casa y un libro de recetas.
Así que tenemos a Elvira en medio de un pueblecito lleno de gente muy poco dada a los excesos de la presentadora de tv y con un tío suyo que intenta por todos los medios conseguir el libro que le ha quedado en herencia.
Elvira. Mistress of the Dark es una película muy mediocre, una comedieta de serie B puramente ochentera que la mayoría de sus gracias vienen dadas por las curvas y el pechamen de su protagonista. En su intento de mezclar la comedia con el fantástico fracasa de mala manera
Prueba de ello es su mediocre reparto en el que destacan: Daniel Greene, el prota de Destroyer, brazo de acero (Atomic cyborg) de Sergio Martino, y que sale haciendo pequeños papeles en un montón de pelis de los hermano Farrelly; y Edie McClurg, la eterna secundaria de un montón de pelis donde siempre hace el papel de vecina cotilla.
Y como suele suceder en estos casos, el paso de la tele al cine no acabó de funcionar, y todos esos fans que seguían las correrías de Elvira por televisión le dieron la espalda, haciendo que la película apenas recaudase 5 millones de dólares, o lo que es lo mismo, la tercera parte de lo que costó.
El film tuvo su versión videojuego para Pc, Elvira: Mistress of the Dark, un juego de rol que poco o nada tenía que ver con el film, donde teníamos que ir recorriendo su castillo. El éxito que tuvo, acompañado de buenas críticas, hizo que en 1992 apareciera una secuela tardía de éste, Elvira II, the Jaws of Cerberus.
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