sábado, diciembre 05, 2009
Casa de papel (Paperhouse)
Anna es una niña que tiene de forma periódica desmayos. Pero no unos desmayos cualquiera. Durante estos momentos de inconsciencia es capaz de vivir dentro de un dibujo que ha hecho, un gran prado donde sólo hay una casa.
Todo lo que dibuja en el mundo real aparece en sus sueños, dibuja un naranjo para el jardín de la casa e incluso un niño llamado Marc para que le haga compañía que le advertirá del peligro que corre en ese lugar.
Paralelamente, en el mundo real, Anna se entera que su médica tiene otro paciente, un niño que también se llama Marc que está terriblemente enfermo.
¿Es el Marc del mundo real el mismo que el de los sueños de Anna? ¿A que peligro se refiere Marc en el mundo onírico de Anna?
Casa de papel es de esas películas que ves de chaval, pasan los años y todavía tienes pequeños flashes de ella en la memoria. Sí, es de esas películas que desprenden cierto malrollismo en algunas de sus escenas, unas sensaciones que traspasan las imágenes y se te meten dentro de la cabecita y te van rascando con la uñita el hemisferio derecho poco a poco, poco a poco. Sin prisa pero sin pausa.
Paperhouse es casi una vuelta de tuerca (o más bien el reverso tenebroso) de Otto es un rinoceronte (que también está basada en un libro), aunque la película danesa es, aún entrando en el fantastique, 100% infantil. Allí un lápiz procedente del espacio (sic) era capaz de materializar todo lo que fuese dibujado con él, mientras que en Casa de papel todo lo que dibuja el personaje de Anna, aún sin usar ningún tipo de utensilio "mágico", aparece en su mundo onírico.
Varias son las escenas que nos producen malestar en ella, como el hombre sin cara que se nos presenta como una silueta en el horizonte, escenas que van apareciendo en pantalla poco a poco creando ese mal ambiente en un crescendo hasta el final.
Es cierto que usa elementos similares a las pesadillas de Freddy pero ni es la misma liga ni el mismo deporte. No tenemos monstruosos, ni sustos de esos con subidón de música. Aquí la cosa es más poética, ¿será porqué es inglesa?
Sí que es cierto que, en su tramo final, entra dentro de ese juego de "malo persigue a protagonista en el clímax final" a modo de peaje que hay que pagar.
El film está basado en el libro Marianne dreams de Catherine Storr, escritora que en los 50 consiguió cierta popularidad por sus libros de corte infantil pero, a la vez, bastante perversos.
Y no era la primera vez que se llevó a la pantalla, ya a principios de los 70 se hizo una miniserie bajo el título de Escape into night (que aquí ni llegaría), 6 episodios rodados en color, aunque actualmente sólo se conserva una versión en blanco y negro, que, pese a contar con unos medios ínfimos, dicen que eran bastante más aterradora e inquietante que la película del 88.
Hay que decir que a la autora nunca le gustó la versión cinematográfica, especialmente por su final, que no tenía nada que ver con el de la novela. Además en esta nueva versión dejaban de lado al hombre que tiene piedras en lugar de ojos. ¿Un precedente a los botones de Los mundos de Coraline?
La película fue dirigida Bernard Rose que salió, como aquel que dice, de la nada y casi que se quedó ahí. Comenzó con un par de pelis sin interés, después de Paper house se fue a USA e hizo Candyman, Amor inmortal (que tiene tela) y de ahí volvió a su cueva hacer peliculitas sin más interés.
Ahora tiene pendiente de estreno una comedieta con... Elsa Pataky. Que el Señor nos asista.
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1 comentario:
el argumento pinta genial, fijo que es mejor el libro
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