Entre las horas que eran y que tenía que ir a currar, y que la película era un tripi de los buenos, aquellos breves minutos me dejaron turulato. Aquello era la clásica peli con aire telefilmesco con pocos actores y decorados de medio pelo que te generan extrañeza y mal rollo a partes iguales. Poco importaba que reconociese a un Rutger Hauer desahuciado para las producciones de serie A (luego acabaría siendo rescatado en pelis de gran empaque por aquello que tener una vieja estrella en un papel secundario mola) porque aquello pintaba espeluznante. Pero ahí está la gracia de lo pútrido del ser humano, que cuanto más asqueroso es algo, más te cuesta desviar la mirada.
Y, además, estaba la gracia que no sabía el título de la peli en cuestión. Durante mucho tiempo pensé que era Hemoglobina, otra chuscada de Rutger a mediados de los 90, pero simplemente viendo alguna imagen por la red, reconocí en seguida a ese tipo con un maquillaje imposible, como si le hubieran metido pegotes de chapapote en la cara, que se había quedado grabado en mi psique.
La película era Mr. Stitch, y estaba dirigida por Roger Avary, el tipo aquel que era colega de Tarantino con el que se repartieron el Oscar al mejor guión por Pulp Fiction. Dice la leyenda negra que Tarantino no quería compartir crédito con su colega, porque a él lo que le molaba era poder poner en los créditos aquello de "Written and Directed by", e intentó todo para que Avary renunciase a su crédito como guionista, pero al final no pudo ser y la amistad quedó muy truncada.
Mr. Stitch era originalmente un episodio piloto para Rysher Entertainment donde Rutger Hauer era el protagonista absoluto, además de tener crédito como productor. Posiblemente Avary se las prometía muy felices por tener al malo de Blade Runner como estrella, pero la cosa se le escapó de la manos cuando el holandés comenzó a desvariar y a cambiar el guión a su antojo e improvisar mientras el resto del cast se quedaba con cara de póker.
¿Te suena poco motivante? Entonces es que me he explicado bien.
Me resulta curioso que estemos ante (otra) una versión de Frankestein pero cuando se hace el listado de películas basadas en la obra de Mary Shelly no se le mencione. Y metiéndola en ese saco, puedo decir que es, sin dudarlo, la peor caracterización de la criatura. Quisieron ser originales y salirse de la tangente pero la cagaron bien. Y eso que por ahí corría Tom Savini, que además tenía un papelillo. Otras cara conocidas son las de Ron Perlman, Taylor Negron, el antaño pornstar Ron Jeremy y Wil Wheaton.
Y no sólo la cosa se queda a nivel estético, pues su argumento quiere ir tan de filosófico que era poco menos que impensable en una película noventera.
Tampoco es difícil notar los problemas que tuvieron en la gestación. Su primera mitad es de ritmo pausado, y, salvo algún flashback de las vidas anteriores de Lázaro, todo acontece en ese escenario aséptico donde hace vida el protagonista. A partir de la hora empezamos a ver otras localizaciones (no muchas más) y el ritmo se acelera a la vez que Rutger Hauer desaparece de la película sin ninguna explicación. Al invento hay que darle un final y han de sacarse de la chistera un Lázaro, que resulta ser el prototipo de un proto soldado del ejercito, que vuelve al laboratorio para liberar un virus. Todo un cante cuando éste, en lugar de tener un enfrentamiento final con su creador, lo tiene con el jefecillo del ejercito, con el que, además, no llegan a compartir plano y su lucha es más por milagros de montaje.
Con todos estos elementos es muy evidente que hubo un piloto que se tiró para atrás y se remontó como película autoconclusiva de 90 minutos. Lo que me lleva a la duda que tipo de serie hubieran hecho. ¿Cada episodio trataría sobre alguna de las vidas pasadas de la criatura? ¿O quizás ésta y la doctora se fugan y la serie trataría de su fuga siendo perseguidos por el ejercito? Sin duda, esta última opción es la más soporífera.
Tengo que decir que, tal como confesaba al principio de la reseña, la película me tenía enganchado, más por sus defectos que por sus virtudes. Ese decorado tan blanco que parece la nada más absoluta y una banda sonora que parecen de El planeta imaginario (obra de Tomandandy), nos dan esa sensación de extrañeza y desasosiego. Mucho mal rollo.
La peli es mala, los actores están fatal, tiene todo lo peorcito de los 90... incluso la carátula de vídeo es totalmente estéril y no nos invita a cogerla, además que han puesto una foto de Hauer que no se corresponde con la película, donde luce flequillo y bigote hitleriano y una prótesis dental que simula tener los incisivos separados (¡aunque hay escenas que se debieron olvidar ponérselos porque no los lleva!). Todo es horripilante, pero todo ello la hace tan fascinante que podemos dedicarle los 90 minutos sin sentirnos demasiado culpables.
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