Ese no éxito en cines, unido a que detrás no había un gran estudio, si no una productora como la Thorn Emi, que tenía más éxito en el mundo musical que el cinematográfico, hizo que una secuela no surgiese de la noche a la mañana. Pero el film fue cogiendo cierto culto que ayudó a que, ya en 1991, apareciese una tardía y problemática secuela.
Aunque siempre ha sido una película muy criticada por cepillarse la mitología original, alguna cosa sí respetaron. Es el caso del famoso premio final, que, además de ser mortal (que es con lo que suele quedarse la gente), también puede leer el pensamiento de la gente. Y es con este poder con el que Lambert consigue crear una capa de ozono artificial, pues la original está casi desaparecida y la población palma de cáncer de piel como si nada. Sí, estábamos en los 90 y todo el tema ecológico era menester en nuestro día a día. Si hasta se marcaban series como Capitán planeta o Seabert, la de la foca blanca.
Volvamos con Lambert y sus colegas. Paralelamente, descubrimos que los inmortales son en realidad habitantes del planeta Zeist, que cuando la lían en lugar de meterlos en una cárcel los mandan a la Tierra, les borran la memoria y les incitan a que se maten entre ellos y el que quede tiene la opción de envejecer en nuestro planeta hasta morir o volver al suyo. En estas que en ese planeta hay un tal general Katana (nombre cojonudo) que responde a los rasgos faciales de un Michael Ironside con peluca que parece Jack Nicholson. El tipo está siempre cabreado, muy cabreado, y como él mandó a Lambert a la Tierra y sabe que sigue vivo, decide enviar un par de esbirros a que lo liquiden. Éstos le aconsejan, muy sabiamente, que lo deje estar, que nuestro inmortal favorito es un viejales de 80 tacos y que le quedan dos telediarios. Pero Katana erre que erre, se le ha antojado que quiere matarlo, no sabemos muy bien porqué, y punto. Así que cuando los dos esbirros ponen los pies en la Tierra, Lambert rejuvenece por alguna especie de magia y se los carga. También resucita Sean Connery, aunque lo más lógico (si es que se puede usar algún tipo de lógica en esta película) es que lo hubiera hecho Clancy Brown y su Kurgan, que fue el inmortal que llegó a la "gran final". Pero bueno, Lambert se había hecho muy colega de Connery y le sudaba los huevos cualquier tipo de coherencia argumental, y si él quería que resucitara Ramirez pues Ramirez resucita y el guionista agacha la cabeza, que para eso le pagan.
A partir de ahí la cosa no tiene mucho o nada que ver con la batalla de los inmortales, si no que Lambert se encoña de una activista ecologista con la que descubre que la capa de ozono original se ha regenerado y quieren desactivar la artificial que ahora está controlada por una corporación muy mala que, tampoco sabemos muy bien porqué, quiere que la capa artificial siga ahí.
Todo ello con unos decorados plagiados vilmente de Blade runner y unos efectos especiales francamente horrendos, sobre todo lo que tiene que ver con los cromas donde aparece ese cielo rojizo. (D)Efectos que deben toda su cutrez al descalabro que supuso que algún iluminado decidiese que la rodarían en Argentina, justo en el momento que el país entraba en (una de sus muchas) crisis y el valor de su moneda se iba a tomar por el orto. Un guión que se modificaba sobre la marcha; Lambert queriendo abandonar la película (cosa que no pudo hacer por cláusulas de su contrato); Connery que apenas estuvo 9 días para rodar sus escenas, acusado de sobrepasarse con una fémina; y Russell Mulcahy perdiendo todo el control creativo del esperpento en favor de la compañía de seguros. Ni siquiera le dejaron supervisar el montaje final, lo que hizo que se largara al cuarto de hora en la proyección el día del estreno. Con el tiempo consiguió reunir el montante suficiente para rodar algunas escenas sueltas y hacer un montaje nuevo. A todo esto se le llamó Highlander II. Renegade version, que, sin llegar a ser la repanocha, mejoraba considerablemente la versión estrenada en cines. El nuevo montaje usaba el recurso de los flashbacks que tan bien quedaba en la primera película, dejando de lado la edición cochamborsa que hicieron en el estreno.
Aun y así, está claro que fue una enorme cagada explicar la procedencia de los inmortales, esa falta de información es lo que le daba gracia al film original. Ya sabemos que cuanto más se explique, más decepcionante acaba siendo todo, con lo que en este nuevo montaje se eliminó cualquier referencia al origen extraterrestre de los protagonistas, quedando como si pertenecieran a una civilización perdida del pasado. Cosa que queda todavía más extraña pues para ser una civilización de varios siglos atrás tienen una tecnología que ya quisieramos. Aun y así, este nuevo montaje pone algo (no mucha) de coherencia y cordura al desaguisado, con un final mucho menos apresurado, quedando todo algo mejor explicado. Varios años después se aprovechó este montaje para hacer otro, esta vez llamado simplemente "Special edition" donde arreglaban algunos efectos especiales, como es el caso del cielo rojizo, que pasa a ser azul.
Lambert, Connery y Mulcahy descojonándose en nuestra cara
La cosa había mejorado un poco, pero ya daba igual. Esta secuela es por méritos propios una de las continuaciones más desastrosas de la historia del cine. Es sintomático que las secuelas y series que vinieron después la ignoraran, y eso que éstas tampoco eran gran cosa. Al final sólo puede quedar uno, y ese uno es la película original de 1986, porque lo que vino después son montañas de mierda a mansalva.
3 comentarios:
La serie que hicieron en aquellos años era bastante mejor que esta peli.
Realmente cualquier cosa es mejor que esta peli ;) De la serie poco puedo decir porque apenas la seguí. Este es de esos casos que la película original, la que dio pie a todo lo que vino depsués, estaba muy bien (aunque el tiempo le ha hecho un poco de daño) y las secuelas era infectas.
gran pelicula!
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