Ahora, con el estreno de Oz, un mundo de fantasía de Sam Raimi, es un buen momento para recordar que hubo vida más allá de El mago de Oz de Victor Fleming.
Adaptaciones, versiones, traslaciones... han habido más que muchas, desde series de animación o largos anime, de tema carcelario como la serie Oz de la HBO, o el musical con The wizz de la Motown. Incluso en dosis con cuentagotas (llámase homenaje, llámese guiño, llámese referencia) en las filmografías de Lynch, De Palma y, como no, Burton.
Pero si hay una que destaque es Oz, un mundo fantástico (Return to Oz en su V.O.), uno de esos films en imagen real de la época oscura de Disney (recordemos El carnaval de las tinieblas o Los ojos del bosque). Época oscura, pero magnífica en cuanto a resultados, todo hay que decirlo.
El film vendría a ser una secuela directa del film de 1939. Bueno, más bien sería una version de que recopila varios elementos de las secuelas impresas, concretamente de La maravillosa tierra de Oz y Ozma de Oz. Hay que recordar que el universo de Oz se compone de más de una veintena de libros.
Doroty vive obsesionada con sus aventuras en Oz, sus tíos evidentemente no creen que nada de eso haya sido real y por eso la llevan a una clínica. Allí recibe la visita de una misteriosa niña que proviene de Oz. Doroty decide fugarse de la clínica, cayendo en un río y llendo a parar a Oz. Allí descubre que todo el reino está en ruinas y sus habitantes han sido convertidos en piedra, con lo que se pondrá manos a la obra para descubrir que es lo que ha pasado en su ausencia.
Dirigida por Walter Much, que como director tiene una carrera más bien breve, básicamente este Return to Oz es su único film. Sin embargo, como currante en el apartado sonoro es todo un especialista, habiendo ganado varios Oscar y haber estado en producciones de Coppola o George Lucas. Fue precisamente el director de Star Wars una ayuda importante para Much, ya que este le aconsejó y le visitó durante el rodaje. Además de dar la cara por él cuando el presupuesto se disparó y Disney quería despedirle para colocar a otro con más experiencia.
Oz, un mundo fantástico tiene muchísimos elementos demasiados oscuros para el público infantil, pero eso no era impedimento para que los chavales de los 80 dejáramos de verla. Poco importaba que los "rodadores" dieran auténtico miedo, o el mal rollo que daba que el rey Nomo se quisiera zampar a Calabaza Jack (personaje bastante similar al Jack de Pesadilla antes de Navidad), por no hablar de Mombi, con toda esa colección de cabeza envitrinadas o el ver una ciudad de Esmeralda totalmente fantasmal con todos sus habitantes convertidos en figuras de piedra.
Pero aun y todo lo bueno que tiene hay que reconocer que a la película le falta un puntito para acabar de ser del todo redonda. Sin ir más lejos, el desenlace es demasiado apresurado, como si se les hubiera acabado el presupuesto antes de tiempo. Eso o que se perdió metraje en la sala de montaje. Además, hay cierta sensación de querer contar demasiado en tan poco tiempo y nunca acabamos de sentir demasiado afecto por los personajes que Doroty se encuentra en su aventura. Con lo que estamos ante un film que está un escalón por debajo de clasicazos como Dentro del laberinto o Cristal oscuro.
Aunque eso no es impedimento para sacarle muchísimos puntos positivos. Pero lo que más se lleva la palma son sus efectos repletos de animatrónics, stop motion, disfraces, maquillajes... Por ahí corrían gente que había estado detrás de Cristal oscuro, las sagas de Indiana Jones o Star Wars o el mismísimo Henry Selick. Con razón estuvieron nominados al Oscar.
Como buena película de Disney en imagen real de la época, acabó siendo muy cara, costando más de 25 millones de dólares, de los cuales no recaudó ni la mitad. Este fracaso, en parte, fue debido a que la crítica acusó al film de ser demasiado oscuro y tétrico para el público infantil. Pero, ¿desde cuándo eso ha sido algo malo?
1 comentario:
Creo que todos los que hemos visto el el mago de Oz nos hemos quedado facinados con la historia y aedemçás la película está muy bien hecha
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