miércoles, marzo 27, 2019

El morador de las tinieblas

El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs

Hace nada se nos fue John Carl Buechler, un tipo de esos que si conoces un poco los nombres de la serie B ochentera para videoclub te ha de caer en gracia por fuerza. Conocido y reconocido sobretodo por su trabajo en el campo de los efectos especiales con su compañía Mechanical and Makeup Imageries Inc. Si alguna vez te has preguntado por qué el parecido de los Ghoulies y algunos de los bichejos que viste en Troll, TerrorVision o La pandilla basura, se debe a que todos nacieron del mismo padre: el bueno de Carl Buechler. Sí, parecía que el tipo tenía cierta predilección por los monstruitos de goma de color caca y con mucha baba viscosa recubriéndolos. Pero aun y así también tuvo en cuenta los efectos menos fantasiosos y de criaturas fantásticas para tirarse al gore pitiminí de slashers hollywoodienses como la séptima entrega de Viernes 13 (de la que también fue director), Pesadilla en Elm Street 4, Halloween 4 o una algo más reciente como Hatchet. Incluso tuvo la oportunidad de trabajar con Spielberg en Indiana Jones y la última cruzada cuando fabricó el rinoceronte que casi le amputa los webs al joven Indy durante el prólogo en el tren del circo.
Debutó en la dirección de los largos con Troll (aunque antes había firmado uno de los sketch de la chunga El amo del calabozo) y El morador de las tinieblas fue la que siguió.


El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs
El proyecto nació de la mano de Kit Dubois, alías de Don Mancini, que, siendo todavía un estudiante de la Universidad de Californa (UCLA), intentaba mover un guión titulado Blood Buddy, que era ni más ni menos el de Muñeco diabólico antes de retitularse Child's Play. El libreto engatusó a Charles Band (ya sabes, el jefe de la Empire), pero la Metro se le había adelantado. Hago un inciso para recordar lo que ya comenté en la reseña de TerrorVision: Band tenía una técnica para crear películas que consistía en un high concept del que encargaba dibujar un póster que le enseñaba a los guionistas y éstos lo usaban de punto de partida para iniciar el guión. Y eso mismo hizo con Mancini, le enseñó un póster titulado Cellar Dweller y le ofreció la oportunidad de escribir el guión siempre y cuando cumpliera dos condiciones: que apareciese la criatura del dibujo y que toda la acción transcurriese en el set que la productora tenía en Italia. Y es que a mediados de los 80, el amigo Dino de Laurentiis había quebrado después de varios fracasos consecutivos y tuvo que vender sus estudios en Roma y ahí estuvo Band esperando las rebajas.

El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs


Cellar Dweller, o El morador de las tinieblas como se conoció aquí, acabó siendo una producción casi de guerrilla. Con un presupuesto que no llegaba al millón de dólares, apenas 8 actores, un decorado y menos de 2 semanas para rodarla. Ante tal panorama, Buechler, que lo habían colocado de director, tuvo que rehacer el guión de Mancini, que, en cierta medida, acabó renegando de la película y firmando con pseudónimo.
El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs

Un dibujante de cómics usa un antiguo libro de brujería como fuente de inspiración para crear sus historietas, pero sin querer acaba invocando a una criatura del averno. Consigue acabar con ella pero muere y termina siendo acusado de matar con un hacha a una chica y su nombre queda manchado.

30 años después la casa del tipo es una especie de escuela de artistas. Allí irá a parar una chica que es una fanática del dibujante. Ella también dibuja cómics y cree que instalándose en la casa encontrará la inspiración para rendir homenaje al dibujante. Pero lo que se encontrará es que invocará al monstruo y el resto de inquilinos irán desapareciendo.

El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs

No sería justo decir que El morador de las tinieblas es una buena serie B. Ni tiene el encanto de un Troll, ni el cachondeo de TerrorVision. Aquí tenemos el clásico producto parido para producir y trincar lo que se pueda en los videoclubs. Si quitamos los títulos de crédito del inicio y final apenas llegaremos a los 70 minutos de metraje; detalles tan tontos como que hay veces que los dibujos que aparecen están muy bien hechos y otras parecen de un niño de 9 años; cosas tan naif como que vencen al monstruo con Tipp-Ex (¡sic!); el que todo pase en 4 habitaciones no ayuda y se nos hace todo un poco tedioso; el contar con pocos actores y un único monstruo no hace otra cosa que reafirmar que ni había cash. Por fortuna, su corto metraje hará que la experiencia sea llevadera. Alguna vez leí a alguien decir que lo ideal hubiera sido que en lugar de un largo fuese un sketch de una peli de episodios. Razón no le falta, esa historia que lo que la chica dibuja afecta a la realidad es muy de la serie animada de Historias de la cripta.

En el cast tenemos a Jeffrey Combs, que sale 5 minutitos (por mucho que nos lo coloquen en la portada del VHS) como el dibujante que invoca al monstruo, e Yvonne De Carlo (la Lily de La familia Munster) como la casera de la casa. Los inquilinos son Brian Robbins, un Tom Hulce de marca blanca que luego se reconvirtió a productor y director, estando detrás de muchas (de las peores) pelis de Eddie Murphy; Miranda Wilson, habitual de culebrones como Santa Barbara y Days of Our Lives; y la protagonista Debrah Farentino, que tampoco es que haya mucho que destacar en su currículum lleno de episodios sueltos en series y telefilms de sobremesa.

El morador de las tinieblas, John Carl Buechler,, Charles Band, VHS, serie B, Jeffrey Combs

La carrera como director de Buechler no se detuvo ahí. Siguió con Viernes 13. 7º entrega (La película), que es como se tituló aquí cuando nos llegó directamente a vídeo. Aquello fue su punto álgido como realizador (aunque salió escaldado por la cantidad de censura que tuvo la película), pero rápidamente dio un pasó atrás cuando se encargó de Ghoulies III. A partir de ahí se tiró un puñado de años sin dirigir para regresar a finales de los 90 con unos cuantos subproductos (algunos en formato telefilm) que aquí ni llegaban. Aunque tiene en ese grupo alguna como La maldición del cuarenta y nueve que ni por la presencia de John Phillip Law podemos salvarla. Lo último que rodó fue Wizardream de la que poco se sabe salvo que se filmó allá por el 2015 con Malcolm McDowell y que pinta a una de esas de espada y brujería con efectos digitales del tercer mundo y rodada en bosques chusqueros. No sé si será que se quedaron sin dinero en la postproducción o que no encontraron distribución, pero la película ha quedado en el limbo. Quizá ahora alguien se anime a rescatarla para que la emita Cuatro el domingo por la tarde junto a una de esas de catástrofes naturales. que tanto les gusta.


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