martes, mayo 12, 2020

Dollman (y secuela)

Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson

Brick Bardo es un expeditivo policía en el planeta Arturos que le importa bien poco la mala reputación que tiene entre sus compañeros. Pero un día es capturado por Doch Spru, un maleante al que el policía ha ido desmembrando en sus diferentes enfrentamientos y ahora es solo una cabeza flotante. Después de unos cuantos disparos y muertes, Spru consigue escapar en una nave espacial, siendo perseguido por Bardo atravesarán una ¿brecha espacial? que les hará llegar a la Tierra, concretamente a un barrio del Bronx donde sus vecinos son asediados por bandas de delincuentes. Su problema es que en este planeta son 6 veces más pequeños que el resto de personas.
 
Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson

Albert Pyun será toda la vida emparentado con la Cannon y las películas con cyborgs que pasan en descampados (aunque él te jurará y perjurará que eso es un futuro postapocalíptico). Es por eso que cuesta un poco meterlo en el universo de Charles Band en una época que ya había liquidado su Empire y estaba con su Full Moon, donde facturaba productos un poco más friendly ya que se había asegurado un negocio tan bueno como el que la Universal le distribuyese sus películas en VHS. Para Pyun era uno de los pocos salvavidas que quedaban, pues la serie B que en los 80 tenía cabida en los cines había quedado desterrada al mercado videográfico en los 90, cuando los presupuestos se rompieron y había excesiva diferencia entres las grandes producciones de las majors y el resto. 

En un principio Band ideó la historia de un científico que es víctima de un experimento y acababa encogido, teniendo que lidiar con insectos y gatos. Evidentemente la influencia de Cariño, he encogido a los niños era tan evidente que entraban de lleno en el pantanoso terreno del plagio y sería Pyun el que propondría cambiar el argumento y hacer una especie de Harry el sucio miniaturizado. Se ofreció a dirigirla gratis siempre que se le permitiese cambiar la historia y supervisar el montaje final, a lo que Band accedió encantado. Pero después del rodaje el director vio como no le permitieron controlar el corte final, de ahí que acabará bastante decepcionado con la experiencia y no volvería a trabajar con Band. Además, rodó de forma consecutiva a esta Arcatron, y entre las dos se gastaron menos de 700 mil dólares. Así que imaginate, el clásico caso de la factoría Band, donde conceptos más o menos interesantes se van al traste porque requerían bastante más inversión para unos efectos especiales minimamente competentes.

Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson

Y es que Dollman cae en saco roto cuando se trata de sacar sus cartas en lo visual y hacernos creer ese mundo llamado Arturos y el contraste del protagonista en un mundo de gigantes. Parece que la cosa empieza bien cuando vemos una panorámica de ese mundo extraterreste con una maqueta de edificios y un matte painting futurista y unos cochecitos de juguete que intentan hacernos creer que son naves voladoras. Vale, estos detalles son demasiado ochenteros pero tienen su encanto y los compramos sin despeirnarnos. Aun y así tengo sospechas que ese plano puede pertenecer alguna película anterior a Band. Pero enseguida nos vamos al terreno de Pyun cuando nos pone en antecedentes de Brick Bardo y lo tenemos liberando a unos rehenes (¡una familia de gordos!) en una especie de fabrica o almacén. Luego lo tenemos enfrentado al villano de turno en un maldito descampado con una fábrica demolida en su espalda. ¿Pero no estábamos en un planeta futurista con grandes edificios que parecen de cristal y coches voladores? Nada. Hemos sido engañados. 
Luego tenemos el ya clásico recurso de, por ejemplo, Masters del Universo, llevar la acción a nuestros tiempos con el consiguiente ahorro de decorados, vestuario y lo que venga. "Al menos nos divertiremos con el contraste de tamaños", pensamos. Pero no. No hay un solo efecto/trucaje de perspectiva forzada o decorados construidos a escala. Nada. Todo se reduce a contrapicados para nuestro protagonista cuando va por ¡un descampado! y el clásico plano contra plano para que los actores no compartan encuadre. Lo máximo que hacen es grabar al protagonista sobre un chroma la mar de casposo y tira que te vas. 
Lo máximo que podemos salvar es al villano, una cabeza flotante que más o menos se ve correcto pero siempre notaremos el truco que al no estar totalmente dentro de plano.

Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson

Dollman es un extraño pastiche que en su idea original suena a producto de aventuras simpáticas para toda la familia, pero que luego te encuentras que tiene alguna que otra salvajada con explosiones de miembros que te dejan a cuadros. Esa fue una de las razones por las que Pyun tuvo problemas con Band, que estaba más interesado en una película para toda la familia. Por lo demás no deja de ser una mezcla del mentado Harry Callahan, El justiciero de la noche y Nuestros maravillosos aliados.
 
Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson

El cast es tan malo como olvidable y solamente merece la pena mencionar a Tim Thomerson como Brick Bardo (este es un nombre recurrente en muchas películas de Pyun, en parte un homenaje a Joseph Bardo, tipo con el que coincidió en Vicious lips y que tuvo cierto recorrido en el cine exploit y porno como productor, guionista, director...). A Thomerson lo habrás visto en minúsculos papeles en centenares de pelis y series, pero igual será más recordado más por ser prota de la saga Trancers (también de Charles Band) o el hermano asesinado de Barry Allen en el piloto de la serie Flash, el relámpago humano. También tenemos a un jovencito Jackie Earle Haley, que muchos años después saltaría a primera línea como Rorschach en Watchmen y el fallido Freddy Krueger en el remake de Pesadilla en Elm street; y no puedo dejar de mencionar a Frank Doubleday como la cabeza flotante que quiere acabar con Brick Bardo. A Doubleday lo tienes en Asalto a la comisaría del distrito 13 y en 1997: Rescate en Nueva York haciendo de Romero.

La película no llega a los 80 minutos, y si le quitamos los títulos de crédito del inicio y del final (alargados hasta el infinito) la cosa se nos queda en unos escasos 70 minutos, cosa normal si resulta que el rodaje fueron 12 días. Todo ello ayudará a que no nos aburramos demasiado y se nos quedé la sensación de estar ante un fallido piloto para una serie noventera.


Dollman, Charles Band, Albert Pyun, Full moon, Tim Thomerson, Dollman contra los juguetes asesinos
Dollman contra los juguetes asesinos (Dollman vs. Demonic Toys, 1993). Ya sabemos como se las gasta Charles Band. Su época buena (los 80), donde facturaba cosillas con gracejo, pasó y ya poco le importaba sacar algo con cara y ojos y su única intención era facturar lo que sea, como fuera. O sea, un Roger Corman de baratillo que hacía pelis en un fin de semana para aprovechar un decorado que el lunes derruían o que pillaba fragmentos de diferentes de sus pelis y remontaba una "nueva". Y esta "secuela" (o quizá sea mejor decir crossover entre Dollman, Onda Alien y Juguetes asesinos) me temo que va por ahí. Atufa a cortos empalmados para llegar a una duración estándard y vendertelo como peli. Y lo de la duración tiene guasa. Dura exactamente 60 minutos, pero si le quitas los títulos de crédito iniciales y finales te quedas en unos tristes 50 minutos. Y espérate, que también se marcan un remember de la anterior película de Dollman, Muñecos asesinos y de Ondas Alien. ¿El resultado? Una película de apenas 45 minutos.
¿De qué va el asunto? Nuestro amigo Dollman va en busca de una chica llamada Ginger (escena recuperada de los post créditos de Ondas Alien) que ha sido reduciada por los extraterrestres. Paralelamente unos muñecos asesinos con vida se cargan a la gente de una fábrica de juguetes mientras una policía va tras ellos y acaba asociándose con la pareja miniaturizada para acabar con los muñecos.
Aquí tenemos un decorado que simula la encimera de una cocina gigante (me imagino que reciclado de otra peli de Band) e incluso una araña con efecto stop motion. Salvo eso poco que destacar en los efectos. Los muñecos son marionetas de esas que por debajo las articula una mano y alguno es un señor con una máscara de capgròs. Horrible como la propia película.
Además de Tim Thomerson, Tracy Scoggins y Melissa Behr repitiendo los roles de sus respectivas sagas, tenemos a Phil Fondacaro.

Las andanzas de Dollman no acabaron aquí. Ya en el nuevo milenio, cuando la mierda que facturaba Band ya no engañaba a nadie, tuvo que buscarse nuevas fórmulas para llenarse los bolsillos y editó una colección de cómics donde el minúsculo personaje se las veía con otros de la factoría Full Moon.

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