De toda la vida los critters han estado en ese saco de todas las explotaciones que sufrió el film producido por Spielberg y dirigido por Joe Dante, Gremlins. Saco en el que convivían los Ghoulies, Munchies, Hobgoblins o, incluso, Troll o La puerta. Pero del que Stephen Herek, director y guionista de Critters, se desmarcaba diciendo que su guión es anterior al fenómeno Gremlins.
Herek comenzó trabajando en la New World cuando Roger Corman pululaba por ahí. Básicamente hacía funciones de asistente de director en el montaje de producciones como Space raiders (Invasores del espacio) o The Slumber Party Massacre, además de encargarse de los trailers y anuncios para televisión. Una vez que se sintió capacitado para dar el salto a la dirección se ajuntó con su amigo Domonic Muir y escribieron el guión de Critters, que, en un primer momento, era un homenaje a las series B y Z de ciencia ficción en clave de comedia. Algo así como lo que acabó siendo Mars attacks! pero hecha con cuatro duros.
Podríamos creer a Herek y tragarnos lo de que el guión es anterior a Gremlins, pero aun y así, lo que está claro, es que New Line acepta producirla después de ver las recaudaciones de las correrías de Gizmo y compañía.
Iniciamos la película con una secuencia con ciertas similitudes al principio de El terror llama a su puerta, también del mismo año. En el interior de una nave espacial que transporta presos, unos bichos con forma de bola consiguen escapar en otra nave que acaba llegando a la Tierra. Así que ya tenemos a una pareja de cazarrecompensas espaciales que acaban llegando a nuestro planeta para liquidar a los critters.
Critters no puede esconder a la época a la que pertenece. Sólo en los 80 se podía mezclar con tanto acierto el terror y el humor. Aunque, todo hay que decirlo, el film no es demasiado terrorífico y, sin llegar a las cuotas de infantilidad de las secuelas, es bastante para todos los públicos. Realmente es poco o nada sangrante, muriendo apenas un par de personajes. Mucho efecto analógico, con maquetas, títeres y maquillaje. Lo dicho, todos los tics ochenteros. Aunque eso sí, todo con las limitaciones de una serie B. Pero, aun y así, luciendo muy bien los medios con los que contaban. Con detalles muy originales como esos extraterrestres que no tienen rostro y acaban adquiriendo el que les resulta más cómodo. Todo ello con mucho ritmo. Prueba de ello es que hasta casi mitad de película no llegamos a ver a los critters y no por ello nos hemos aburrida nada.
En el reparto tampoco íbamos mal servidos: Dee Wallace, la mamá por antonomasia de los años 80 (E.T., Aullidos o Cujo); Emmet Walsh, el antiguo jefe de Harrison Ford en Blade Runner; Lin Shaye, la investigadora paranormal de Insidious; Terrence Mann y Don Opper, que fueron los únicos en repetir en cada una de las películas de la saga; y Billy Zane, que tiene el honor de ser la primera víctima de los critters.
El diseño y fabricación de los critters corrieron a cargo de los famosos hermanos Chiodo (Killer Klowns),
que si bien hicieron un trabajo más que correcto, no se pudieron
recrear demasiado porque ni tenían un generoso presupuesto y en la época
o tirabas de títeres o de animatrónics. Aquí desluce bastante los
momentos de los critters atacando a la gente, donde se nota mucho que el
actor de turno tiene enganchado en el cuello una bola de pelos y se
retuerce por el suelo. Más o menos lo que hacía Lugosi en La novia del monstruo. También se nota esa falta de dinero cuando nos dejan entrever que hay un critter gigante pero que nunca acaban por mostrarlo.
Y recordar que el diseño de estas criaturas ha sido copiado/homenajeado con el vampiricántropo.
El terrible cartel de cine en Spain
Critters fue una serie B de 2 millones de dólares que acabó siendo la alumna aventajada de toda la retahíla que produjo el éxito de Gremlins, con 13 millones de dólares recaudados sólo en USA. Lo que, evidentemente, animó a New Line a producir secuelas.
Por su parte, Stephen Herek comenzó a labrarse una exitosa filmografía con la cultmovie Las alucinantes aventuras de Bill y Ted y una serie de éxitos de taquilla para Disney como Somos los mejores, Los tres mosqueteros y 101 dálmatas (Más vivos que nunca). Pero después de Rock star en los primeros 2000, su carrera decayó y pasó a las garras de los telefiilms y series como el fallido piloto de El joven MacGyver.
Critters 2 (Critters 2: The Main Course, 1988). New Line vio que el éxito de Critters podía explotarse y convertirla en saga. Y la cosa no era demasiado complicada, ya que en el final nos dejaban esa posibilidad con unos huevos de critters que se quedaban en la Tierra. Dichos huevos eran encontrados por un vendedor de chatarra que los acaba vendiendo a la gente del pueblo para que los usen como huevos de Pascua. Paralelamente, Brad, el niño de que luchó contra los critters, vuelve al pueblo después de haberlo abandonado, encontrándose otra vez con todo el pitote formado.
Parece ser que Herek tuvo discrepancias con la productora y prefirió apearse del proyecto, siendo remplazado por Mick Garris (luego más conocido por estar detrás de la serie Master of horror y por adaptaciones de Stephen King como El resplandor versión miniserie o Sonámbulos) que, junto a David Twohy, guionista de Waterworld, escribiría el guión y se encontraría con un presupuesto que doblaba el del anterior film. Además, volvió a contar con la mayoría de actores del primer film, como el chaval protagonista, Scott Grimes, Lin Shaye, el cazarrecompensa Terrence Mann y el tarado Don Keith Opper, que en el primer film nunca quedaba claro que se hubiera ido con los extraterrestres. En cambio, el papel de sheriff fue interpretado en esta ocasión por Barry Corbin (el dueño del periódico de Doctor en Alaska y el jefe de la empresa de Tú asesina, que nosotras limpiamos la sangre). También corría por ahí al habitual en comedias juveniles Eddie Deezen (Movida en la universidad, Locuras de medianoche), un cameo de Tom McLoughlin (director de Viernes 13 VI: Jason vive y visto en El abismo negro) y Cynthia Garris, una rubia cañón que Garris saca en todas sus películas porque es su mujer, porque lo que se refiere a dotes interpretativas la señora está muy limitada. Aunque su aparición es uno de los detalles graciosos del film, ya que interpreta al segundo cazarrecompensas que no acaba por decidirse por ningún aspecto hasta que ve el poster de un Playboy (grapa incluida). Y ese es el principal problema de esta secuela, que acaba rompiendo esa fina línea tan ochentera de mezclar humor con terror, haciendo hincapié en un humor demasiado exagerado, muy cartoon, pero que no pega para nada en un film con unos marcianitos dentudos. Todo por ello para acabar emparentándola cada vez más con el estilo Gremlins, aquí ya totalmente patente cuando vemos que los "nuevos" critters se comportan como las marionetas del film de Joe Dante, siendo más traviesos que malvados, muy comilones y haciendo trastadas varias. El film se acabó llevando un varapalo en la taquilla yanki, cosechando poco más de 3,5 millones de dólares, insuficientes para cubrir los 4 que costó. Aun y así habría que sumar el mercado internacional, sus pases en televisión y los alquileres, con lo que seguramente acabaron sacando suficientes beneficios para hacer una tercera entrega.
Critters 3 (Critters 3, 1991). New Line vio rápidamente que el invento estaba totalmente agotado, al menos para distribuirlo en cines, y rodaron una tercera y cuarta entrega seguidas con vistas a su lanzamiento directamente a vídeo. Una familia vuelve de sus vacaciones y pasa por el pueblo donde tuvieron los problemas con los critters. Unos huevos de éstos se les cuelan en la caravana, eclosionando cuando la familia llega a la ciudad.
Aunque por el poster promocional nos pudiera dar la impresión que estos bichos dentudos acaban invadiendo la ciudad, nada más lejos de la realidad. Todo el conflicto se reduce a un cochambroso edificio del que por obra y gracia del guionista, que se saca de la manga una subtrama del clásico especulador que quiere dejar el edificio vacío para montar un centro comercial, apenas hay cuatro inquilinos. Pero aun y así hace mucha gracia que ésto nos lleve a unos grandes paralelismos con el argumento de Gremlins 2, que es del mismo año y también ocurría en un edificio, aunque en este caso es un edificio de lujo, un rascacielos en el que hay laboratorios, estudios de televisión y una especie de centro comercial. Y es que aquí ya no se esconden y los critters son cada vez más parecidos a los gremlins: se dedican a ver la tele, comer y reírse mucho. Incluso uno de ellos tiene un mechón blanco. En la dirección Kristine Peterson, que como directora tiene una filmografía bastante apestosa, pero como directora de segunda unidad ha estado en El exterminador 2, Temblores o Las alucinantes aventuras de Bill y Ted de Stephen Herek. En el elenco las cosas tampoco mejoran demasiado: los gemelos Joseph y Christian Cousins, que lo recordaremos por ser el niño protagonista de Poli de guardería; Frances Bay, vista en algunos episodios de Seinfeld y era la señora Tremond en Twin Peaks. Fuego camina conmigo; además de los únicos que repetirían en todas las entregas de la saga, Terrence Mann, que sale dos minutos al final, y Don Opper. Y, por supuesto, el gran debut en el cine de Leonardo DiCaprio, que un año después ya comenzaría a despuntar en Los problemas crecen. Hay que decir que a partir de aquí los hermanos Chiodo ya no se encargarían de los muñecos, cosa que ya denota el poco dinero con el que se contaba. Pese a tener un lanzamiento directamente a vídeo en los USA, aquí llegó a estrenarse en cines pero muy de tapadillo.
Critters 4 (Critters 4, 1992). Si en la primera pasaba en una granja, la segunda en un pueblo y la tercera en un edificio el proceso natural nos llevaría a la ciudad, cosa que era lo que nos insinuaban en la tercera. Pero el presupuesto no daba para más y los cabezas pensantes decidieron rizar el rizo e ir un paso más allá y conquistar el espacio que, además, podía ser más barato por aquello de mantenernos en un entorno cerrado como es una nave espacial. Cosa que ya es imprescindible en cualquier saga que se precie (Viernes 13, Leprechaun, Drácula...).
Posiblemente lo mejor de la película es que, al estar rodadas de forma seguida, esta Critters 4 es una secuela de la tercera, al menos sigue justo en el momento que terminaba aquella. Sólo quedan dos huevos de critter por exterminar y justo cuando el pseudo cazarrecompensas Charlie se dispone hacerlo, recibe un aviso del otro caza critters advirtiéndole que no puede hacerlo, ya que las leyes de la galaxia prohiben la extinción de ninguna especie. Así que le pide que los deje en una cápsula a la que queda atrapado y se queda en estado de hibernación vagando por el espacio hasta el año 2045, cuando una nave espacial lo recoge y acaba soltando, como era evidente, a los critters. Como decía, una cuarta entrega que, si bien tiene mejor empaque que la anterior y eliminan (¡por fin!) el sentido del humor infantil, las cosas no pasan de una copia de Alien, es más, en el cartel americano la frase promocional era una parodia de ésta (In space, they love to hear your scream!). Dirigida por Rupert Harvey, que había sido productor de toda la saga y ésta fue su única incursión en la dirección. En el reparto Angela Bassett, la que hicera de Tina Turner en su biopic cinematográfico; Brad Dourif, la voz original de Chucky o el lengua de serpiente de El señor de los anillos, entre otros muchos trabajos que ha hecho; Eric DaRe, el Leo Johnson de Twin Peaks; además de los inevitables Terrence Mann y Don Opper. Esta cuarta entrega ya no se estrenó en nuestros cines, llegándonos directamente en vídeo, significando el punto y final a una saga que, salvo su creador, nunca ocultó su condición de exploitation del género de bichos pequeños, peludos y dentudos. En algún momento u otro alguien resucitará a los personajes y hará un remake, cambiando a los muppets por personajes digitales. Pero de momento eso tendrá que esperar, porque ni sus primos ricos, los gremlins, tienen intención de volver a visitar nuestras pantallas. Aunque la Warner ha anunciado que está trabajando en llevarlos a la tele en forma de serie. Veremos que pasa.