Se suele decir que esta película fue la que hundió la carrera de Russell Mulcahy. Hombre, yo siempre he pensado que Los inmortales II ya le asestó un golpe durísimo, pero sí que es cierto que La Sombra fue su última oportunidad de codearse con las grandes producciones de Hollywood.
El personaje de La Sombra nació a principios de los años 30 donde consiguió su máxima popularidad gracias a los seriales radiofónicos, en los que llegó a participar Orson Welles. Más tarde, cuando se decidió que pasase a protagonizar historias en las revistas pulp, fue cuando se contrató a Walter B. Gibson para que las escribiese.
Ya en aquella época el personaje fue llevado a la gran pantalla con las clásicas mediocridades de la época y un serial de la Columbia.
Tuvieron que pasar 50 años para volver a verlo en los cines, eso sí en una gran producción que no escatimaba en medios.
Al parecer, el productor Martin Bregman tenía los derechos del personaje y quería rodarla, pero, después de una década buscando al director adecuado, no acababa de poner en marcha el proyecto. Hasta que se le ocurrió darle la riendas a Russell Mulcahy, al que ya le había producido Seducción peligrosa y Extremadamente peligrosa. Que viendo esos títulos no sé como no se dio cuenta que contratar a Mulcahy sí era realmente peligroso.
Lamont Cranston es un personaje que vive en el Tibet entre bacanales gracias a ser el rey del opio de la zona, hasta que es secuestrado por un moje que, con la intención de reformarlo, le enseña a desaparecer literalmente y convertirse en invisible, y a controlar la mente de las personas. Una vez rehabilitado volverá a Nueva York, donde se hace pasar por un multimillonario playboy mientras por las noches combate el crimen bajo los rasgos de La Sombra.
Uno de los aspectos que quizá más se criticó fue la elección de Alec Baldwin para encarnar al protagonista, cosa que me parece bastante acertada. Vale que Baldwin no es Al Pacino, pero para hacer de chico-percha en una peli de superhéroes vamos más que sobrados.
El resto del equipo estaba a la misma o a más altura, con un reparto lleno de caras conocidas: Ian McKellen, Penelope Ann Miller, Jonathan Winters, Peter Boyle, Tim Curry e incluso una mini aparición de nuestro vicioso favorito, Max Wright.
El vestuario era obra de Bob Ringwood (Dune, Batman, Batman Returns...), la música de Jerry Goldsmith y el guión de un David Koepp que estaba en alza (Parque Jurásico, The paper). Y desde luego todos estos apartados lucen con luz propia, hago incapié en los fabulosos decorados que nos transportan a los años 30, repletos de edificios, coches y cualquier detalle que se nos pase por la cabeza que pudiera haber en la época. Los efectos especiales también son destacables, sobre todo tratándose de mediados de los 90, cuando la infografía comenzaba a dar sus primeros pasos en las grandes producciones hollywoodenses.
Como he comentado, la película fue una gran superproducción en la que no se escatimaron medios, peeeero eso no se reflejó en la taquilla donde apenas recuperó los 40 millones de su presupuesto. El batacazo fue mayúsculo ya que la Universal creía tener entre manos una franquicia del estilo Batman. Y al igual que ésta salió con una campaña de merchandising bastante importante, desde la clásica colección de figuras articuladas de la mano de Kenner (que aquí no llegaron), cómics o máquinas de pinball. Pero más curioso me parece el caso del videojuego que programó Ocean para la SuperNintendo, que acabó siendo cancelado por culpa del fracaso de la película.
Pero, si tenía un reparto de campanillas, sus efectos eran buenos y la recreación de los años 30 fabulosa, ¿por qué fracasó? Básicamente por dos razones. La primera, La Sombra tiene el hándicap de que es aburridísima. La historia es cansina y soporífera, faltándole la épica de todo superhéroe que se precie.
Y segundo, los personajes de cómic estilo reto no interesan para nada a las audiencias. Ahí tenemos Doc Savage, Rocketeer, Dick Tracy o The Phantom, que se estrenaría un par de años después. En la actualidad, con toda esa avalancha de superhéroes que estamos sufriendo podemos ver como hay dos divisiones. Los de primera, los Supermán, Batman, Spiderman... que son conocidos y queridos por todos. Y los de segunda, personajes que no tienen ese nivel de popularidad. Por ejemplo ni Thor ni El capitán América y mucho menos Green Lantern han recaudado lo que se esperaba de ellas, y si no han fracasado es porque los estudios se han dejado muchos millones en campañas de publicidad.
Después de el descalabro de la película, Mulcahy rodó Soldado, una serie B con Dolph Lundgren; a partir de ahí se dedicó a rodar para televisión episodios de series (Historias de la cripta, Queer as Folk USA...) y telefilms (El coleccionista de novias, La isla misteriosa...) y de vez en cuando asomaba la cabeza en la gran pantalla (La sombra del farón, Resurrección...), aunque, en general, no eran muy apreciadas por el público.
Es por eso que me sorprendió mucho cuando le dieron la silla de director en la tercera parte (y la peor) de la saga Resident Evil. Aun y así, y pese al éxito del film, la carrera del director australiano volvió a encauzarse en el mundo televisivo.
Hola! Soy Jonathan del blog se "Super Powers", hace unos días abrí un nuevo blog centrado solo en la película de Batman (1989). He puesto tu blog como recomendado ya que tienes buenas noticias sobre la peli y les daré entrada en alguna ocasión. http://nicholson-keaton.blogspot.com/
ResponderEliminarBuena iniciativa. Añado un link a tu blog.
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