Con los buenos resultados ecónomicos de Star Crash era previsible que Luigi Cozzi recibiera el encargo de exploitear el último hit espacial llegado de Hollywood: Alien. Aunque, contra todo pronóstico, estuvo muy atado de pies y manos.
Más allá de evitar llevar la acción al espacio exterior y centrarla en suelo firme (por aquello de ser sabedor de los límites presupuestarios con los que contaba), poco más aportó. Los productores acabaron por imponerle el "Contaminación" en el título (en origen debía ser únicamente Alien arrives on Earth), cambiaron la localización de Santo Domingo por Colombia para ahorrarse pagar impuestos, exigieron más escenas de acción estilo James Bond (sic) y descartaron las elecciones actorales de Cozzi.
Contaminación: Alien invade la Tierra empieza tal cual Nueva York Bajo el terror de los zombi (Zombie 2 para los amigos). La policía encuentra en NY un barco a la deriva que supuestamente carga café llegado desde Colombia. En su interior encuentran los cadáveres de la tripulación y cientos de una especie de huevos fosilizados de los cuales uno, que ha quedado junto al conducto de calefacción, parece estar vivo. Una vez tenga contacto con las personas hace que a estas empiecen a reventarles el tórax. A partir de ahí entra en escena un equipo gubernamental que sospechará que todo está relacionado con una expedición que tiempo atrás visitó Marte.
Si algo tiene de bueno el film es que sabe gestionar muy bien sus cartas. Nada más empezar ya tenemos un generoso número de torsos reventando (efecto que se repetirá de forma constante durante el metraje, siendo evidente la explotación total de la escena de John Hurt en el Alien original), después pasamos por un valle algo aburrido con toda la trama en Colombia pero que nos dejan gotitas de diversión con más cuerpos explotando y, sobre todo, el flashback de Marte que, la verdad, está muy bien conseguido. Y para el final dejan la aparición de ese gran marciano que Cozzi quiso hacer en stop motion (técnica que le obsesionaba bastante) pero terminó siendo un animatronic que a duras penas funcionaba. Pero la magia del cine hizo su efecto, y gracias al montaje con tomas muy rápidas tenemos un bicho gigante que puede recordar al de Invasores de Marte y que no desentonaría demasiado en cualquier science fiction americana de los 50. Todo ello amenizado con una banda sonora de Goblin.
Protagonizada por un puñado de actores alemanes por aquello que es un coproducción e Ian McCulloch (Zombi 2), Louise Marleau (en el papel que Cozzi quería darle a Caroline Munro) y Marino Masé(Tenebre), que no engaña a nadie con una actuación puramente italiana con aspavientos de brazos continuados y un personaje entre cómico y baboso. Y justamente algo que llama la atención del film es su nulo interés por sacar señoritas ligeras de ropa como era habitual en la época. Teniendo incluso una escena a huevo que sucede cuando la protagonista se mete ne la ducha y alguien deja uno de esos huevos marcianos en el baño.
Los efectos corrieron a cargo de Giovanni Corridori que ya venía con la lección aprendida después de su paso por Zombi 2. Además de tener una filmografía tan llamativa como la que sigue: Tenebre y Opera de Argento; Fuga del Bronx, Érase una vez América, Leviathan, Máximo riesgo y un sin fin más.
Contaminación: Alien invade la Tierra entraría en la primera división de los exploits italianos que por aquí vimos en las famosas cajas rojas de José Frade. No engaña a nadie, pero se empeña en hacer un producto entretenido, que renquea en su parte central, pero que en conjunto deja un buen sabor de boca. Los efectos cumplen e, incluso, el flashback de Marte está hecho con gracejo, el mismo que tiene Cozzi (en nuestra edición firmando como Lewis Coates) al trufar la historia con la ciencia ficción clásica de Invasores de Marte o La invasión de los ladrones de cuerpos. Ojo, todos estas bondades son efectivas si de antemano sabes a lo que te enfrentas y gustas de la buena explotación italiana. Si eres de morro fino mejor pasar de largo.
Como es habitual en cualquier género, el éxito de un tipo de película conlleva la aparición de sucedáneos que, a modo de rémora, intentan rascar algo de dinero. En el caso de Jennifer 8 nos encontramos con el previo triunfo de El silencio de los corderos, que, además de ganar mucho dinero, consiguió que una película entre el thriller y el terror recibiera una lluvia de buenas críticas y se subiera al carro de los Oscar, algo muy poco común.
Bruce Robinson, era un actor inglés que iba asomándose en películas y series haciendo pequeñas y secundarias apariciones, hasta que empezó a meterse en tareas de guión. Sería detrás de la máquina de escribir donde conseguiría notoriedad gracias a firmar el guión de Los gritos del silencio (donde estaría nominado al Oscar) y además dirigir dos comedias ácidas con Richard E. Grant como son Withnail y yo y Como triunfar en la publicidad, que en su Inglaterra natal arrastran estatus de culto.
Viendo la oportunidad de entrar en Hollywood decidió escribir un guión totalmente comercial con la intención que su primera película en USA funcionara lo suficientemente bien en taquilla para que le permitiese tener carta blanca para dirigir proyectos mucho más personales en el futuro.
En Jennifer 8 tenemos a Andy García, un policía de Los Ángeles que se traslada a una ciudad mucho más pequeña. Nada más llegar se meterá en un caso del que acaban de encontrar una mano amputada en un vertedero. Durante sus pesquisas acaba deduciendo que la mano pertenece a una persona invidente y lo enlaza con unos asesinatos ocurridos tiempo atrás del que no se encontró al asesino cuyo archivo se llamó Jennifer y la mano encontrada podría pertenecer a la víctima número 8.
Como he dicho, estamos ante una consecuencia de El silencio de los corderos, pero también ante un proto Seven. Básicamente por la cuestión estética de estar siempre diluviando, lo que le da cierto toque chanante. Pero hasta ahí. Porque Jennifer 8 es un cúmulo de clichés de este tipo de películas: el prota de oscuro pasado que llega a una localidad pequeña y que su modus operandi choca con algunos de sus compañeros; su veterano compañero de rango superior que es un perro viejo y se las sabe todas; el jefe del departamento siempre cabreado con el mundo; la testigo que acaba cayendo a los encantos de nuestro protagonista; pistas falsas y una resolución de “resulta que el asesino es…”.
Pero lo realmente alarmante no son todos esos clichés, que, como hemos visto en otras películas, si están bien utilizados pueden llegar a ser disfrutables, si no un guión totalmente lamentable. No puede ser que todos los descubrimientos de Andy García que hacen avanzar la trama le lleguen casi de forma casual. Si está esperando dentro de un coche se queda mirando a un semáforo y cuando aparece la señal para invidentes se le ocurra la procedencia de la mano amputada. O el momento en el que está en casa del sospechoso y al tumbarse en la cama y mirar arriba se percata que no hay bombillas, señal que en la vivienda reside otro invidente. Además de detalles tan absurdos como que el compañero veterano del protagonista, que se pasa media película dándole la monserga de que no se esfuerce tanto, que no vale la pena reavivar el caso… además de estar constantemente bebiendo y/o bebido.
En defensa de su director y guionista, hay que señalar que, tal como él mismo contaba, el estudio se metió por en medio haciendo de las suyas. Por ejemplo, su idea inicial de tener un protagonista cincuentón (básicamente quería a Al Pacino) se fue al traste cuando le impusieron a GarcíaProblema que se acentúa cuando el guión apenas se adaptó para un actor mucho más joven y queda extraño.
Además de García, tenemos la siempre agradable presencia de Lance Henriksen; Uma Thurman; Kathy Baker en un personaje que durante todo el metraje es totalmente secundario para coger excesivo protagonismo en la resolución; Kevin Conway con su eterno papel de jefe cabreado; y una extra aparición de John Malkovich que casi es un cameo y parece más un favor que le debería a alguien de la producción.
El film fue un fracaso en la taquilla norteamericana con lo que, unido a la mala experiencia con los estudios, hicieron que Bruce Robinson se alejara de Hollywood y se centrara en escribir. Quizá lo más destacable fue In Dreams de Neil Jordan que originalmente estaba planeado que dirigiese Spielberg. Y sería 20 años después que volvería a sentarse en la silla de director después de recibir la llamada de Johnny Depp para que dirigiese Los diarios del ron.
A
mediados de los 80 las adaptaciones de cómic al cine eran poco menos
que inexistentes. El Superman de Richard Donner tenía prácticamente una
década y las secuelas decaían en interés, por no hablar que la cuarta
entrega, producida por la Cannon, que estaba a la vuelta de la esquina y
sería el final de la franquicia durante décadas. El film de Howard el
pato había sido un fracaso estrepitoso y el Castigador/Punisher era una
agradable serie B que era simplemente eso, una serie B que en el mejor
de los casos sacaría algo en su paso por videoclubs. Por lo demás en
televisión apenas quedaban esporádicos telefilms del Hulk de
Ferrigno-Bixby y El gran héroe américano, que jugaba más en la liga de
la parodia cómica. Es por todo ello que, a finales de los 80, una
apuesta por una serie de televisión protagonizada por un superhéroe era
nadar a contracorriente.
Lo
que aquí se conoció como Capitán Justicia nació con el título de True
Believer, luego pasó a ser True Colors y definitivamente estrenada como
Once a Hero, en un proyecto nacido de la mano de Dusty Kay. Producida
por la New World, cuando, precisamente, acababa de comprar una Marvel
con grandes problemas económicos. Cosa a la que no era ajena esta
empresa nacida de la mano de Roger Corman en los 70, aunque por aquellos
días el productor hacía tiempo que había salido de la compañía que
también estaba inmersa en una crisis con una deuda superior a los 300
millones de dólares. Es por eso que es extraño que New World se metiera
en estos berenjenales, sabiendo que la serie solamente le propiciaría
ingresos a la larga, cuando superase los 100 capítulos y entrara en
sindicación.
Para
dirigir el piloto se contrataría a Claudia Weill, que apenas había
dirigido dos largometrajes. Por un lado un film independiente con cierto
culto como Las amigas, que permitió dar el salto a un gran estudio con
Ahora me toca a mí, comedia romántica al servicio de Jill Clayburgh y
Michael Douglas que recibió malas críticas y su rodaje fue un cúmulo de
problemas ante las malas maneras del productor Ray Stark. Esta mala
experiencia le hizo que Weill se alejase del cine y se refugiase en la
televisión.
Para encarnar al héroe
se escogió a Jim Turner, que no tenía una carrera en televisión o cine
que fuese demasiado destacable, y era más conocido en pequeños círculos
por actuar en compañías de teatro o hacer giras con una banda que
tocaban con instrumentos de juguete.
También
contaron con Robert Forster; Caitlin Clarke (la chica de El dragón del lago de fuego), Milo O’Shea (el Dr. Durand Durand de Barbarella),Dianne
Kay (una de las hijas de Con 8 basta), y Josh Blake (el sobrino de los Armonía en Alf).
En la ciudad de Pleasantville
viven multitud de supervillanos. Por suerte para sus ciudadanos el
Capitán Justicia siempre está al rescate de los más necesitados.
Escondido bajo la falsa identidad de un profesor escolar llamado Brad
Steele, nuestro protagonista empieza a tener una sensación de dejà vú en
sus aventuras y comienza a notar que su cuerpo y el del resto empiezan a
desvanecerse. Todo ellos viene dado porque en el mundo real
Abner Bevis, el dibujante de el Capitán Justicia, tiene problemas para
crear nuevas aventuras de su personaje y las ventas han decaído hasta el
punto que la editorial planea la cancelación de su tebeo. Pero nuestro
héroe, siendo consciente de su condición de personaje ficticio, decide
aventurarse en la zona prohibida para llegar a nuestro mundo e intentar
arreglar el desaguisado, sin tener en cuenta que aquí no tiene
superpoderes.
Después
de rodar el piloto y hacer las pertinentes proyecciones de prueba, los
directivos comenzaron a dudar del producto y a verlo demasiado cómico,
así que decidieron prescindir de Jim Turner y contratar a Jeff Lester,
actor con algo más de presencia corporal (pero con un currículum más
pobre) siendo un esporádico secundario en varias series televisivas. Con
el nuevo fichaje se volvieron a rodar las escenas del piloto que
requerían su presencia, haciendo, además, algunos ajustes tan llamativos
como que Pleasantville es una ciudad formada por elementos con estética
de comic en 2D (el mismo recurso que usarían años después en Cool World. Una rubia entre dos mundos). Y también se rodaron los siguientes 6
capítulos que acabarían formando la primera temporada, cada uno con un coste de algo más de 1 millón de dólares, de los que el 80% corría a cargo de la ABC..
El
19 de septiembre de 1987 sería el fatídico día que se estrenó la serie,
siendo un fracaso de audiencia. Entre otras cosas porque varias de las
emisoras de la ABC decidieron no emitirlo porque el piloto les había
parecido muy malo y directamente emitieron episodios de Star Trek. Además, el horario de prime time un sábado por la noche nunca ha sido sinónimo de éxito en la televisión norteamericana.
El 7 de octubre, después
de solo 3 capítulos, la serie sería cancelada definitivamente,
permaneciendo el resto de episodios perdidos para siempre y dejándonos
con las ganas del “famoso” episodio donde Adam West interpreta al actor
que encarnaba al Capitán Justicia en la serie dentro de la serie. Más
meta que eso ya no hay nada.
Además
de no contar con el respaldo de la propia cadena, el público tampoco le
hizo mucho caso. No hay que olvidar que el mundo de los comics en la
época era totalmente de nicho y la gran masa apenas estaba familiarizada
con Batman, Superman y poco más. Si añadimos que estamos en la época
que Frank Miller y compañía estaban lanzando obras que poco o nada
tenían para los más infantes, comprenderemos que Capitán Justicia ni
interesase al público generalista y mucho menos a los fans de las
grapas. Y eso que desde Marvel lo intentaron, lanzando un cómic que
llegó a adaptar el piloto pero que se quedó en apenas 2 números
publicados.
Curiosamente
aquí nos llegó directamente a VHS el piloto de la mano de José Frade,
no podía ser de otra forma estando detrás la New World, con la que debía
tener algún acuerdo porque en aquellos años distribuyó muchísimos de
sus títulos (Transilvania 6-5000, Vamp, Se busca vivo o muerto…), con el
título de Capitán Justicia. Pero lo más fascinante es que el piloto que
nos llegó fue el primero, el protagonizado por Jim Turner cuando se emitió bajo el título de True Colors y antes de
que añadieran los decorados en 2D. Además, se conservó un prólogo con una falsa entrevista a Stan Lee. Cosa muy extraña ya que en USA y
otros mercados también se llegó a editar el piloto en VHS pero sería la
segunda versión ya con Jeff Lester como protagonista.
Después
de unas cuantas décadas el personaje ha quedado totalmente en el olvido
y seguramente descansa en el limbo que Marvel tiene reservado a los
personajes ninguneados. Está claro que al no llegar a tener ni siquiera
una temporada completa nadie le da cancha ni siquiera como elemento
curioso más allá de alguna entrada en algún blog, lo que significa que
nunca tendrá ni una aparición esporádica en algún cómic y mucho menos en una serie o película.