viernes, octubre 30, 2020

Fin de semana con Rodney Dangerfield


Si en su momento Leslie Nielsen era conocido por el espectador medio como "el del pelo blanco que hace pelis de risa", Rodney Dangerfield se quedó con el gordo de los ojos saltones. Eso sí, a un segundo nivel porque aquí el cómico tuvo una fama muy limitada. Es normal, allí, en los USA, era una eminencia de los stand-up/monólogos y un habitual apareciendo en los programas televisivos, además de lanzar discos con sus espectáculos, que aquí ni olíamos. Pasaba lo mismo con los Eddie Murphy, Bill Murray y toda la troupe de programas como Saturday night live, que solamente los conocíamos por sus apariciones cinematográficas. Y claro, Dangerfield (cuyo auténtico nombre era Jacob Rodney Cohen) tuvo una carrera en el cine más bien escueta que hizo que aquí se quedase en una segunda fila. 


El club de los chalados (Caddyshack, 1980). Sí, estoy haciendo trampa porque esta película no es para lucimiento de Rodney ya que, pese a que su nombre tenga mucha importancia en los títulos de crédito, su actuación se limita a pocos minutos. Y lo mismo pasaba con Chevy Chase, Bill Murray... nombres muy conocidos para los televidentes norteamericanos que iban a limitarse a breves papeles en el debut de Harold Ramis en la dirección pero que, una vez en el rodaje, sus papeles fueron adquiriendo más y más líneas de diálogos a partir de sus improvisaciones. Se nota (y mucho) que la historia original era una teen movie ambientada en un club de golf donde unos chavales desempeñan los clásicos trabajos mal pagados de verano. A día de hoy ha quedado como un clásico de la comedia deportiva yankie pero que vista en la actualidad te quedas igual. Gracia más bien poca, ya en su día perdió en la traducción muchos chistes basados en juegos de palabras. Siendo todavía 1979 el año de su rodaje (aquí no se estrenaría hasta 1983), podremos pasar el rato viendo pantalones de campana con cuadros chillones y bien entallados. Su rodaje fue una fiesta constante de cocaína y desenfreno (en la producción estaba Jon Peters liándola parda) y acabó con medio club de golf saltando por los aires en una voladura no autorizada, y el duelo entre Chase y Murray, que no se podían ni ver desde la época del Saturday Night Live, que acabó en nada. La peli fue un pepinazo en USA. En 1988 tuvo una secuela (El club de los chalados II) en la que solo repitió Chevy Chase cuando ya estaba en decadencia. 


Regreso a la escuela (Back to School, 1986). Un millonetis se da cuenta que, pese a su éxito económico, no ha ido a la universidad, así que decide apuntarse junto a su hijo. Sí, esa es la gracia de la película, ver a un señor mayor y estrafalario interactuar con jovencitos fuera de su entorno natural. Una sucesión de gags con algunos más o menos inspirados escritos por el propio cómico y una ristra de guionistas entre los que estaba Harold Ramis. Entre el cast tenemos a un Robert Downey Jr. antes de arreglarse la dentadura; Keith Gordon (Vestida para matar, Christine), Burt Young (saga Rocky), Adrianne Barbeau (La niebla), Ned Beatty, Robert Picardo (Aullidos y cualquiera de Joe Dante), William Zabka (el hoy archiconocido malo de Karate Kid) y la banda Oingo Bongo encabezados por Danny Elfman que se marca una banda sonora muy en la línea se Bitelchús y algunos momentos de Pesadilla antes de Navidad.
En USA fue un pepinazo que recaudó más de 100 millones de dólares y aquí era una habitual de las tardes de los sábados en Telecinco a principios de los 90.


Rover Dangerfield (Rover Dangerfield, 1991). Sin duda el proyecto más curioso y extraño de Dangerfield, pues empezó siendo algo muy personal. El tipo se empecinó en lanzar un musical de animación orientada al público adulto. Algo así como seguir la estela del Fritz de Bakshi pero menos psicodélico. Así que nuestro hombre escribió (con Harold Ramis colaborando) la historia de un perro propiedad de una corista de Las Vegas que intenta ser asesinado por un matón del lugar y acaba viviendo en una granja en el campo. Todo esto da pie al clásico choque de perro acomodado de ciudad que se ha de adaptar a las incomodidades de su nueva vida.
El gran problema de la película es que empezó siendo un proyecto muy publicitado a finales de los 80, cuando Dangerfield está en un momento de subidón y la finalización de la película se alargó mucho. Básicamente porque los productores acabaron suavizando el argumento para acabar facturando un producto bastante light, seguramente por aquello que en la época no se estilaba la animación para adultos que sí tenía lugar en los 70. El propio Dangerfield acabó pasando bastante de la película pese a poner dinero una vez visto que su idea original nunca llegaría a la gran pantalla. El film, que en USA tendría un estreno muy limitado y aquí saldría directamente en VHS (con las canciones en inglés y sin subtítulos), nunca acaba de funcionar. Quedan algunas pinceladas canallescas, pero ni de broma lo que debería haber sido. La animación, sin ser una genialidad como las de Disney en la época, está muy correcto (el inicio tiene ordenador por un tubo) ya que detrás estaban los de La tostadora valiente (Hyperion Animation), pero ni por esas se salva.


Todo por mi chica (Ladybugs, 1992). Empecemos con el título, que nos puede llevar a engaño. Al menos yo pensaba que se refería a la chica de Jonathan Brandis y sería una comedia juvenil, pero no, la chica es la de Dangerfield, que aquí ejerce de comercial y para casarse y retirar a su futura señora del mundo laboral necesita un ascenso que, por esas tonterías de los guionistas, puede obtener si consigue que un equipo femenino ("las mariquitas" en la versión original y aquí traducidas como "las polillas") gane la liga. Efectivamente, las niñas resultan ser una ineptas para eso de dar puntapiés al balón y ya en el primer partido se llevan una ristra de goles. Con lo que el plan B de nuestro protagonista es coger al hijo adolescente de su novia y hacerlo pasar por una chica.
Está claro que este argumento lo hemos visto en un sin fin de comedietas de enredo que, supuestamente, dan pie a equívocos y malentendidos que harán las delicias del respetable. O eso creen los guionistas. Lo que podría ser una comedia de corte amable y familiar en este caso les quedó algo muy políticamente incorrecto que hoy en día no se podría haber rodado y posiblemente por eso esté bastante desaparecida (aquí ni se llegó a editar en DVD). La mayoría de gags consisten en equívocos con lector pedófila. Para ejemplo un botón: Dangerfield y Brandis (que está patético haciendo comedia) están en el probador de una tienda de ropa femenina y una abuela con su nieta desde afuera escucha la conversación que le da a entender que el hombre se está beneficiando a la niña. Y así todo el rato. Incluso sale el Salvo Dangerfield y Jonathan Brandis (el chaval de la serie Seaquest o La historia interminable II, que acabó suicidándose por aquello que a él le molaban más los pirindolos y no aguantó la presión de ser un ídolo de adolescentes) destacar a la comediante Jackée Harry y Vinessa Shaw (vista en El retorno de las brujas o el remake de Las colinas tienen ojos). En la dirección un decadente Sidney J. Furie, que venía de hacer lo propio en Superman IV, El ente o Águila de acero. Casi nada.

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