viernes, julio 13, 2018

Las tres caras del miedo


En los 60 los films de Mario Bava tenían cierto éxito en los USA. Evidentemente no eran revienta taquillas, pero eran series B que en las salas de programa doble menos exigentes recaudaban lo suficiente para que la AIP (que se encargaba de la distribución por allá) estuviera más que encantada. Tanto que quiso meter mano directa en la producción, como pasaría en La muchacha que sabía demasiado. Pero la compañía, donde había hecho el agosto fue con La máscara del demonio, por lo que le encargó al director italiano algo en la línea; que tuviera referencias literarias, ya que en la época estaban sacando un buen montante con las películas que Corman dedicó a la obra de Poe; e imponiendo a dos actores: Mark Damon y Boris Karloff. El primero venía de estar en La caída de la casa Usher de Corman y acabó estableciéndose en Italia rodando mucho spaghetti western y en los 70 se pasó a la producción fundando la compañía PSO que, entre otras, produciría El vuelo del navegante. Karloff, del que no hace falta presentación alguna, estaba viviendo en aquellos 60 cierto revival y en la televisión norteamericana aparecía en la serie Thriller, una especie de La hora de Alfred Hitchcock donde el actor hacías las funciones del presentador de cada capítulo. Este dato es muy importante, pues para aprovecharse de la popularidad de la serie, en el film de Bava también lo veríamos como presentador al inicio del film, aunque realmente se llegaron a rodar una presentación para cada una de las historias pero acabaron fuera del metraje final.

Y tal era el punto de productora/distribuidora exploit que era la AIP, que en los USA la titularon Black sabbath para que tuviera más parecido a Black sunday, que es como habían titulado allí La máscara del demonio. Además, sería una producción medianamente modesta, lo que obligó a Bava a reciclar decorados/atrezo de La muchacha que sabía demasiado y La máscara del demonio.




Las tres caras del miedo se compone de tres historias. El teléfono, donde una mujer empieza a recibir llamadas amenazantes. Los Wurdalak, donde una familia rusa del siglo XIX recibe al cabeza de familia con la duda si ha sido convertido en vampiro. Y La gota del agua, donde una enfermera roba el anillo de una medium recién fallecida y empieza a presenciar extraños fenómenos en la casa.


El film tuvo muchas diferencias en su edición norteamericana y europea. Básicamente censura pura y dura. La versión del viejo continente era más oscura y había muchas referencias a la relación lésbica de las protagonistas de El teléfono. No hay que olvidar que mientras en los USA el terror era un género enfocado a los adolescentes aquí se pensaba más en el público adulto. Además, allí cambiaron el orden de las historias y la banda sonora. Además, cada versión tuvo un revelado del celuloide diferente, dando lugar a diferentes aspectos cromáticos.

Pero por tierras hispánicas tampoco estuvimos exentos de las tijeras de la censura. Aquí el tema lésbico también voló. No sería hasta los pases televisivos en los 80 que veríamos la versión sin cortes, que, sumándole que la pista del doblaje original estaba en un estado lamentable y el añadido de las nuevas escenas, nos propinaron un nuevo doblaje totalmente nauseabundo. De aquellos televisivos que casi se oye el eco de la habitación donde lo hicieron.


Las tres caras del miedo ha quedado como uno de los clásicos de Mario Bava, pero no nos engañemos, la cosa se queda muy a medio gas. Que lo que daba miedo en los 60 ya no asusta ni a los infantes, es algo que tenemos claro, pero al film le falta algo. La primera historia, El teléfono, pese a ser un proto giallo, se hace larga y se queda en una historia al estilo Hitchcock muy del montón. La del Wurdalak tiene la gracia de su estética y es la que mantiene el tipo, mientras que La gota del agua se queda a medio camino de lo bueno y lo malo.

Mención aparte del final definitivo, que es lo que llama siempre la atención del film. Con ese Karloff montado a caballo mientras Bava abre el plano y vemos todo el "cartón cinematográfico" de la escena. Una rotura de la cuarta pared con todas las de la ley.


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