martes, agosto 29, 2017

Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!)

Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!), Martes y 13, Paul Naschy

Con tan espantoso título (al menos la coletilla) volvían Martes y 13 al terreno cinematográfico después de casi una década, y por primera vez siendo dúo, ya que tanto en Martes y 13 ni te cases ni te embarques y La loca historia de los 3 mosqueteros seguían contando con la presencia de Fernando Conde.

A finales de los 80 el duplo había protagonizado una campaña de publicidad de atún Rianxeira, anuncios que fueron dirigidos por Álvaro Sáenz de Heredia, con el que tuvieron la suficiente sintonía como para planear un largometraje. La película acabó siendo algo muy en la línea de Abbott y Costello, esto es mezclar una pareja cómica y sus chascarrillos con supuesto terror de la mano de los monstruos clásicos.


Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!), Martes y 13, Paul Naschy

Aquí tenemos al conde Capra Negra (Josema Yuste), un aristócrata venido a menos que malvive junto a su asistente Antoine (Millán) haciendo malabarismos para que los comercios le fíen mientras intenta buscar un buen braguetazo. A todo esto, un tío que vive en Turquía, el barón de Somolskaia, ha muerto y ha dejado todas sus posesiones a su sobrino, que raudo y veloz se dirige a la localidad para hacer suya la herencia sin ser conocedor de la maldición que hay allí.


Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!), Martes y 13, Paul Naschy

Aquí huele a muerto... es un producto muy clásico en Martes y 13, al igual que su siguiente película (El robobo de la jojoya) la cosa empieza más o menos bien. Todo esa parte donde vemos la relación entre el déspota del conde y el sumiso de su criado y como se las ingenian para robar la leche al vecino o pasar de los acreedores, es, cuanto menos, simpática y hasta nos recuerda al mundo del tebeo con las historietas de morosos de Vázquez. Pero en el momento que se inicia el viaje hacia Turquía y entra el componente fantástico, la cosa comienza a despeñarse de mala manera. Ver a los monstruos clásicos haciendo el memo más que risas, nos dan sopor y vergüenza ajena a partes iguales. Y mira que el maquillaje y los efectos no están ni tan mal. Siendo escasos pero lo poco que se ve no es el horror. Eso sí, los efectos de esa especie de espíritu diabólico siempre me recordará a los de Los inmortales y el maquillaje de la monja parece sacado de Demons. Y es el personaje de esta monja una cosa bastante esperpéntica, porque no queda muy claro que pinta en la película y cual es su propósito más allá de crear escenas pretendidamente graciosas.


Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!), Martes y 13, Paul Naschy

Además de Josema y Millán, que, evidentemente, son los reyes de la función, tenemos por ahí a Ana Álvarez, luciendo escotazo y enseñando los pechos en un visto y no visto; Raúl Fraire; Pilar Alcón, que la habíamos visto en bastantes de la época del destape y era la chica que aparece desnuda en el puzzle de Mil gritos tiene la noche; Jacinto Molina/Paul Naschy, que pasaba por su época más baja y muy posiblemente la hiciera para poder pagar la factura de la luz, a regañadientes y medio avergonzado; y José Manuel Villarejo Pérez, un ex comisario de la Policía Nacional y metido en mil fregados de lo más turbios. 


Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!), Martes y 13, Paul Naschy

La película fue un pepinazo que por estos lares cosechó más de 500 millones de las antiguas (unos 3 millones de €) que, sin duda, se vio beneficiado en que nos encontrabamos en el punto álgido de Martes y 13. Un año después, el duo volvió a repetir con Sáenz de Heredia en El robobo de la jojoya, otro pepinazo en la taquilla hispánica. Lamentablemente para sus fans, Josema y Millán entraron en su etapa final, donde hacían programas semanales que costaban un potosí y no funcionaban entre la audiencia, y su relación comenzaba a estar en el punto más bajo. Fijaté.

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