Gran bola de fuego (Great Balls of Fire!, 1989) de Jim McBride. Con Dennis Quaid, Winona Ryder, Alec Baldwin, Joe Bob Briggs, Trey Wilson, Stephen Tobolowsky, Steve Allen y John Doe.
Aracnofobia (Arachnophobia, 1990) de Frank Marshall. Con Jeff Daniels, Julian Sands, John Goodman, Garette Ratliff Henson, Harley Jane Kozak, Stuart Pankin, Brian McNamara, Mark L. Taylor y Henry Jones.
Un hombre inocente (An Innocent Man, 1989) de Peter Yates. Con Tom Selleck, F. Murray Abraham, Laila Robins, David Rasche y Richard Young.
Thelma & Louise (Thelma & Louise, 1991) de Ridley Scott. Con Susan Sarandon, Geena Davis, Harvey Keitel, Michael Madsen y Brad Pitt.
Con tan espantoso título (al menos la coletilla) volvían Martes y 13 al terreno cinematográfico después de casi una década, y por primera vez siendo dúo, ya que tanto enMartes y 13 ni te cases ni te embarques y La loca historia de los 3 mosqueteros seguían contando con la presencia de Fernando Conde.
A finales de los 80 el duplo había protagonizado una campaña de publicidad de atún Rianxeira, anuncios que fueron dirigidos por Álvaro Sáenz de Heredia, con el que tuvieron la suficiente sintonía como para planear un largometraje. La película acabó siendo algo muy en la línea de Abbott y Costello, esto es mezclar una pareja cómica y sus chascarrillos con supuesto terror de la mano de los monstruos clásicos.
Aquí tenemos al conde Capra Negra (Josema Yuste), un aristócrata venido a menos que malvive junto a su asistente Antoine (Millán) haciendo malabarismos para que los comercios le fíen mientras intenta buscar un buen braguetazo. A todo esto, un tío que vive en Turquía, el barón de Somolskaia, ha muerto y ha dejado todas sus posesiones a su sobrino, que raudo y veloz se dirige a la localidad para hacer suya la herencia sin ser conocedor de la maldición que hay allí.
Aquí huele a muerto... es un producto muy clásico en Martes y 13, al igual que su siguiente película (El robobo de la jojoya) la cosa empieza más o menos bien. Todo esa parte donde vemos la relación entre el déspota del conde y el sumiso de su criado y como se las ingenian para robar la leche al vecino o pasar de los acreedores, es, cuanto menos, simpática y hasta nos recuerda al mundo del tebeo con las historietas de morosos de Vázquez. Pero en el momento que se inicia el viaje hacia Turquía y entra el componente fantástico, la cosa comienza a despeñarse de mala manera. Ver a los monstruos clásicos haciendo el memo más que risas, nos dan sopor y vergüenza ajena a partes iguales. Y mira que el maquillaje y los efectos no están ni tan mal. Siendo escasos pero lo poco que se ve no es el horror. Eso sí, los efectos de esa especie de espíritu diabólico siempre me recordará a los de Los inmortales y el maquillaje de la monja parece sacado deDemons. Y es el personaje de esta monja una cosa bastante esperpéntica, porque no queda muy claro que pinta en la película y cual es su propósito más allá de crear escenas pretendidamente graciosas.
Además de Josema y Millán, que, evidentemente, son los reyes de la función, tenemos por ahí a Ana Álvarez, luciendo escotazo y enseñando los pechos en un visto y no visto; Raúl Fraire; Pilar Alcón, que la habíamos visto en bastantes de la época del destape y era la chica que aparece desnuda en el puzzle de Mil gritos tiene la noche;Jacinto Molina/Paul Naschy, que pasaba por su época más baja y muy posiblemente la hiciera para poder pagar la factura de la luz, a regañadientes y medio avergonzado; y José Manuel Villarejo Pérez, un ex comisario de la Policía Nacional y metido en mil fregados de lo más turbios.
La película fue un pepinazo que por estos lares cosechó más de 500 millones de las antiguas (unos 3 millones de €) que, sin duda, se vio beneficiado en que nos encontrabamos en el punto álgido de Martes y 13. Un año después, el duo volvió a repetir con Sáenz de Heredia en El robobo de la jojoya, otro pepinazo en la taquilla hispánica. Lamentablemente para sus fans, Josema y Millán entraron en su etapa final, donde hacían programas semanales que costaban un potosí y no funcionaban entre la audiencia, y su relación comenzaba a estar en el punto más bajo. Fijaté.
Johnny West (Johnny West il mancino, 1965) de Gianfranco Parolini. Con Mimmo Palmara, Adriano Micantoni, Roger delaporte, André Bollet, Mara Cruz, Dada Gallotti, Barta Barri, Roberto Camardiel, Roberto Robles y Fernando Bilbao.
Tiempo de matar (The Killing Time, 1987) de Rick King. Con Beau Bridges, Kiefer Sutherland, Wayne Rogers, Joe Don Baker, Camelia Kath, Janet Carroll y Michael Madsen.
Pretty Woman (Pretty Woman, 1990) de Garry Marshall. Con Julia Roberts, Richard Gere, Hector Elizondo, Jason Alexander, Ralph Bellamy, Laura San Giacomo y Hank Azaria.
El nombre de John Candy ya ha salido alguna que otra vez por este blog. Desde genialidades como Mejor solo que mal acompañadohasta algo más regulero como ¿Quién es Harry Crump? Y lo que nos quedó claro es que Candy funciona mucho mejor como secundario que para llevar todo el (sobre)peso de un film. Y ¡Malditas vacaciones! no es ninguna excepción, siendo aquí la primera vez que Candy era el prota absoluto. Mira que el punto de partida nos entra fabulosamente (y más durante estos días veraniegos): el clásico tipo al que mandan de vacaciones para quitarse el estrés de encima, y, junto a su familia, se va a pasar unas semanitas a la playa. Y está claro que meter a la oronda figura de Candy entre cremas solares, bikinis y tierra puede dar sus frutos, pero no.
La película acaba siendo una sucesión de gags sin mucha historia entre ellos hasta que alos guionistas se dan cuenta que no hay trama y se la tienen que sacar de la chistera. Esto es, básicamente, a Candy picándose con Richard Creena porque éste último es prácticamente el amo y señor de la localidad costera. Una especie de Capitán Pescanova que lleva no sé cuantos años ganando la regata de la localidad y siempre tiene una mesa disponible en la marisquería. Cosa esta que detona el conflicto entre ambos. ¿Y cómo cree Candy que le va a pasar la mano por la cara? Pues ganándole en su propio terreno, la carrera de navíos. Y para ello se valerá de los losers del pueblo, capitaneados (nunca mejor dicho) por el dueño de un restaurante de pescado congelado demasiado parecido al Capitan McCallister de Los Simpson, que tiene pinta que "influyó" mucho en aquel episodio que Homer va a cenar al Holandés Cocinante.
¡Malditas vacaciones! (o Summer rental en su V.O.) es de aquellas que mola más lo que tiene detrás que ella misma por sus logros cinematográficos. Al parecer esto partió de un guión que nadie pensaba que acabara produciéndose porque era malo como la tiña. Pero ¡oh milagro! La Paramount se dio cuenta que no tenía material para estrenar en verano de 1985. Así que rápidamente dio luz verde aquel guión que pasaba en verano, lo que le iba muy bien para las fechas de estreno. Rodándose en un tiempo record, apenas 3 meses antes de su estreno. Y la cosa se nota, porque, tal como decía, durante casi media película no hay una trama clara y de repente se sacan el tema de la competición de barcos. Además, tal y como acaba la carrera se acaba la película. Ni un epílogo con los protas celebrando la victoria o volviendo a casa y despidiéndose de sus nuevos amigos ni nada de nada. A saco. Ni deberían tener tiempo.
Y claro, la cosa así les quedó. Un producto tirando a mediocre que no se salva ni por John Candy ni por un cast la mar de curiosón. Teníamos a Richard Crenna que debería querer explotar su lado cómico; Kerri Green, la Andy de Los Goonies; Joey Lawrence, que acabaría haciendo del hermano de la prota de la serie Blossom; y John Larroquette, con un papel totalmente absurdo, porque durante unos momentos lo pintan como que se acabará liando con la mujer de Candy mientras éste está liado con su aprendizaje de navegación y de golpe y porrazo se olvidan de esa trama por que sí.
Y en la dirección a Carl Reiner, que ha dirigido varias comedias de Steve Martin (Dos veces yo, Cliente muerto no paga, Un loco anda suelto, Un genio con dos cerebros) pero que seguro te suena más por interpretar al Saul de Ocean's Eleven.
Para que te hagas una idea de lo mal que estaba Paramount en la época, en ese año 1985 solamente tendría una película entre las 30 más taquilleras (Único testigo). Curiosamente su segunda con más éxito sería esta ¡Malditas vacaciones!, siendo un éxito sorpresa con una recaudación de 25 millones de dólares. En cambio, aquí nos llegó directamente a vídeo con una espantosa carátula. Mucho mejor el cartel americano.
Un par de hermanos se reunen para hacer limpieza en el viejo local en el que su padre montó un videoclub en los 90. El progenitor ha desaparecido, aunque dado su historial de "desapariciones" hace que el hecho les importe más bien poco, y que, por otro lado, están bastante distanciados.
Durante la limpieza encuentran la llave que abre la oficina del videoclub, donde hallan un juego de mesa llamado "Beyond the gates", al que empiezan a jugar y descubren que es algo más que un simple juego.
Y otro producto más que se suma a la moda de recrear todo lo posible el tipo de película que se facturaba en los 80. Si bien es cierto que esto ya venía de lejos, parece que Stranger things abrió la veda para el gran público.
En Beyond the gates la cosa está cogida muy por lo pelos. Apenas tenemos una escena que pasa en 1991, durante la inauguración del videoclub, pero que tiene muy poco de la época. Ni las pintas de los que salen parecen de aquellos años, ni se han molestado en meter algún filtro a la fotografía. Y casi que mejor, que si no te queda una cosa tan artificial como cuando les da por recrear épocas pretéritas a los de la serie Caso abierto. Y luego la escena donde vemos el videoclub es un poquito "asín", porque no se recrean en que veamos mogollón carátulas o pósters deGolpe en la pequeña China o El abismo negro. Cosa ésta que es bastante triste cuando salen en Stranger things. ¿Pelis que en aquella época fueron fracasos y de las que todos echaban pestes cuelgan de las paredes de los adolescentes de la época? ¡No me jodas!
Casi, casi te diría que lo único que intentan imitar de la época es un poco la música con un par de temas que recuerdan al de la serie de marras. Luego está el tema del juego de tablero. Que va por lo que aquí conocimos ya en los 90 con el Atmosfear, esto son juegos de mesa que iban acompañados por un vídeo donde algún tipo de guardián del más allá iba dándonos instrucciones y sustos a partes iguales. Claro, luego, cuando ya habías hecho 2 o 3 partidas la cosa tenía tanta gracia como ponerte Hostal Royal Manzanares en modo bucle.
Pero más allá de lo que se intuye un intento de recreación ochentera, estamos ante un producto que no llega a serie B, y se queda en algo hecho por cuatro colegas que han conseguido 300 mil pavos, tienen nociones de cine y se han hecho amigos de Barbara Crampton. Y es que la cosa se queda en algo muy pequeñín, con diálogos amateurs, todo muy pausado y pesado (pese a que con suerte llega los 80 minutos), con cosas muy confusas de esas que no sabes muy bien a cuento de qué pasan. Se agradece algún detalle de hemoglobina y cabezas reventando al final, efectos totalmente analógicos, pero... no, la cosa es tan intrascendente que casi ni ofende.
Otra de esas series que tiene un bonito baile de títulos. Emitida por estos lares en los 70 dentro de La guagua, el programa de Torrebruno, como Misión: impredecible; ya en los 80 daría el salto a ediciones en VHS y Betabajo los títulos Los perseguidores al servicio de la ley y The Houndcats; y ya en los 90 se vería dentro de La guardería en Antena 3 con este último título.
La serie fue emitida originalmente en la mañana de los sábados de 1972 en la televisión norteamericana, teniendo poquísimo recorrido, apenas 13 capítulos (lo que facilitó que aquí se viera completa).
The Houndcats era básicamente una parodia de Misión: imposible, con un grupo formado por 3 perros y 2 gatos, cada cual con una habilidad especial, que tenía que lidiar con misiones estrafalarias que, evidentemente, acababan con "cómicos" resultados. Y risas enlatadas, que en la época se llevaban mucho en las series animadas. Si bien la serie no es nada del otro mundo, deberías prestar atención a los títulos de crédito, totalmente psicotrónicos.
Producida por DePatie–Freleng Enterprises, que habían hecho los títulos de crédito de La pantera rosa y su posterior encarnación en serie animada. La compañía nació de los restos del departamento animado de la Warner cuando ésta cerró sus puertas en los 60. DePatie–Freleng Enterprises, además de la mentada Pantera rosa, produjo Looney Tunes, Regreso al Planeta de los Simios. Mr. Magoo o un montón de especiales infantiles. A principios de los 80 acabó siendo absorvida por Marvel, que acabaría produciendo series animadas de Spiderman o Hulk.
Casualidades de la vida, dos series de DePatie-Freleng Enterprises como The Houndcats y Los honrados Barkleys tuvieron lío administrativos cuando pasaron a manos de Marvel, que no renovaron la patente, quedando ambas en el limbo de copyright y actualmente son de dominio público.
Pero vayamos con The Houndcats. Como muestra un botón y de la muy roída cinta magnética rescatamos el primer episodio, titulado Misión: Atrapar a "El Cuervo". Casi ná.
Un negocio peligroso (Rated X, 2000) de Emilio Estevez. Con Charlie Sheen, Emilio Estevez, Geoffrey Blake, Rafer Weigel, Tracy Hutson, Megan Ward, Terry O'Quinn y Peter Bogdanovich.
Poseído (Possesse, 2000) de Steven E. De Souza. Con Timothy Dalton, Henry Czerny, Christopher Plummer, Piper Laurie, Jonathan Malen y Michael Rhoades.
Actos deseperados (Disappearing Act, 2000) de Gina Prince-Bythewood. Con Sanaa Lathan, Wesley Snipes, Michael Imperioli, Laz Alonso, Clark Johnson y Regina Hall.