El escarabajo de oro sería el último título de esa decepcionante trilogía formada por La isla del diablo y Manoa, la ciudad de oro. Y, aunque estaba firmada por Vicente J. Martín, fue el director valenciano quien realmente llevó las riendas del rodaje. Toda la esta movida venía dada porque para poder recibir las ayudas (por mucho que el propio Piquer siempre había presumido de no hacer cine subvencionado) una de las tres películas tenía que estar firmada por un director novel. Y Martín, que había estado en La Isla del diablo en tareas de auxiliar de montaje y en Manoa como chico para todo, había hecho buenas migas con Piquer, las suficientes para que este le asignara el papel de testaferro.
La isla del diablo era mala, pero al menos se veía que algo de dinero habían tenido. Manoa estaba un par de peldaños por abajo y los medios se veían menguados de forma alarmante. Y este El escarabajo de oro, que pese a rodarse en 1996 no se estrenaría hasta 1999, sigue cayendo hasta niveles prácticamente amateurs. Es por eso que surgió el rumor que casi todo el dinero se lo habían gastado en el primer film, cosa que podría haber sido una estratagema para intentar que este llamase suficientemente la atención para atraer futuros inversores que, por lo visto, nunca llegaron. Es mi teoría.
Pero las cosas están como están y este último film es deleznable. A nivel estético es muy pobre, los 35 milímetros en la que está rodada parecen vídeo, con escenas rodadas en escenarios naturales que puedan dar el pego de una historia ambientada en el siglo XVIII, como es el caso de esa Albufera valenciana o la fachada de alguna casa de millonetis apolillado. Con actores más malos que unas almendras rancias (la mayoría aparecen en las otras dos películas anteriores y solo nos sonarán Frank Braña y Antonio Mayans), diálogos amateur, una banda sonora que apesta a librería musical, mucho plano general y poco montaje. Parece que lo poco que tenían lo invirtieron en ese escarabajo mecánico que apenas aparece 5 segundos en pantalla.
Llama poderosamente la atención que su edición en vídeo, al igual que Manoa, estaba distribuida por ni más ni menos que la Disney, además estar por ahí el logo de Tri Star. Sin duda por algún trapicheo de Enrique Cerezo, que es quien tenía los derechos.
Da mucha pena que el último film de Piquer sea algo tan chusco (quizá por eso no tuvo problemas en que otro firmara el desastre). Vale que todo lo que hizo en los 90 fueran una decadencia anunciada como pocas, pero es muy raro que pasara de hacer Slugs y La grieta, sus dos films más equilibrados y redondos, a la par que los más caros con diferencia, a tener las penurias de La mansión de Cthulhu. Es bastante patente que no supo adaptarse a los nuevos tiempos, y si ya en los 70 y 80, con sus muñecos y maquetas, podían en cierta forma competir con la serie B para videoclub llegada desde los USA, en los 90 la brecha era ya insalvable.
Quizás, en lugar de haber vuelto a sus aventuras vernianas podría haber subido al carro del éxito de Scream y haberse marcado una secuela de Mil gritos tiene la noche o algún derivado. En cambio, quien sí se apuntó al slasher fue Vicente J. Martín, que junto a Pedro L. Barbero parieron esa cosa llamado Tuno Negro. Luego ya se dedicó a dar clases de cine y a escribir libros.
Después de El escarabajo de oro, Piquer intentó levantar muchos proyectos como una serie de televisión de terror (13 campanadas), adaptaciones de El guerrero del antifaz y El capitán Trueno (en ambos casos el protagonistas elegido era ¡Michael Paré!), y multitud de locuras más que acabaron diluyéndose como un fartón bañado en horchata. In saecula saeculorum.
Por fin alguien que habla con sentido. Así es, 80 millones de pesetas le dieron de subvención por las tres películas, de la época. No es que en la primera película se lo gastaran todo. Es que en esa usaron un 10%, y con las otras dos pues ya tuvo su retiro dorado con unos 60 millones de pesetas de 1994 (yo trabajaba todo el año para ganar unas 700.000 pesetas anuales y vivía bien como clase media). Esa es la realidad del cine subvencionado compañero. Esto lo he estado investigando al ver la deleznable "Manao..." en la cadena pública "la dos" y no creerme que era cine de 1996. Y recogiendo datos me he quedado de piedra al ver los datos tan claros de lo que siempre he criticado y aquí no pasa nada. Así nos va. Gracias por tu excelente aporte.
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