¿Recuerdas cuando hace poco salía Emílio Martínez-Lázaro pecho henchido con sus nosecuantos apellidos vascuences, diciendo aquello de "Prefiero que en España hagamos cine de la copla y no de vampiros"?
Hombre, la cosa tiene su gracia y befa cuando resulta que el susodicho es guionista de La saga de los Drácula. Eso sí, como buen mercenario con insuflas arty, bajo el amparo del seudónimo, en este caso Lazarus Kaplan.
La saga de los Drácula va de una pareja se dirigen a Transilvania, donde el abuelo de ella vive en un castillo. Lo que no saben es que el abuelo es el mismísimo Drácula y su intención es que su futuro nieto sea el próximo príncipe de las tinieblas.
Dirigida por el argentino León Klimovsky, un todo terreno que igual que te dirigía una de capa y escapada (El conde de Montecristo), una para lucimiento del Dúo dinámico (Escala en Tenerife), comedietas (Escuela de seductoras), cine bélico (Hora cero: Operación Rommel), western (Mil dólares por Coyote)... el tío le daba a todo.
Luego llegaría La noche de Walpurgis a primeros de los 70 y su nombre quedó ligado de por vida al fantastique. El éxito del film protagonizado por Naschy y el boom que vivió el género en estas tierras (el spanish horror), le empujaron a meterse en menesteres del calibre de Doctor Jekyll y el hombre lobo, La rebelión de las muertas, La orgía nocturna de los vampiros, incluso hizo sus pinitos con el giallo en Una libélula para cada muerto.
Volviendo a La saga de los Drácula. Por ahí nos metieron a un personaje clavado al Tristanbraker, encarnado ni más ni menos por Luis Ciges, pero para nuestra decepción sale poquito. El resto del cast viene liderado por Tony Isbert, Tina Sáinz, Betsabé Ruiz (cara muy recurrente en el fanta español de la época), José Riesgo (Julián, el kioskero de El barrio Sésamo) y Narciso Ibáñez Menta, que no aparece hasta mitad del metraje, como Drácula.
Producida por Ricardo Muñoz Suay y José Antonio Pérez Giner, o lo que es lo mismo Profilmes, buque insignia del fantaterror hispánico de la época que abrazaron producciones de Naschy, Klimovsky, Ossorio o Aured.
Títulos como El espanto surge de la tumba, La rebelión de las muertas, La noche de los brujos, El mariscal del infierno, La maldición de la bestia, La noche de las gaviotas... le dieron fama y dinero. Pero a finales de los 70, justo cuando acabó el contrato que les ligaba con Paul Naschy, decidieron dejar de lado los monstruos y la sangre y apostar por otro tipo de cine. Los documentales Canet Rock y La nova cançó le daban cierto prestigio y, salvo algún que otro éxito como Las alegres chicas de El molino o Perros callejeros ambas de José Antonio De La Loma, su acercamiento al cine S con Desnuda inquietud, La oscura historia de la prima Montse o Una virgen para Calígula no acabaron de cuajar entre el público de la época y condenó a Profilmes a la desaparición.
Que Martínez-Lázaro reniegue de ella no es extraño. La cosa no es que les saliera muy allá y quedó todo bastante pobretón. Se supone que la acción acontece en un castillo, pero los interiores son de un tamaño mini que no casa con la gran edificación que se le supone. Nos meten, además, el clásico susto del gato (véase gif superior), que se nota descaradamente que alguien lo lanza de mala manera. Y poco más, unos cuantos pechotes para que se notase que la época del destape estaba a la vuelta de la esquina, en un film flojo, aburrido y plano en esta mezcla de La semilla del diablo y El baile de los vampiros. Aunque, la verdad, puestos a elegir me quedo más con el apellido Drácula que los 8 vascos.
Pese a todo, el film está considerado una genialidad dentro del Spanish Horror. Pues vale, pero a mí no me ha entrado.
El gato lanzado de mala manera!! Jajajaja que bueeeeno, como el ninot que cae por el hueco de la escalera de caracol.
ResponderEliminarA mi el baile de los vampiros me moló.