Un ladronzuelo que acaba de fugarse de la cárcel pone rumbo a un pequeño pueblo gallego, donde su compañero de huida tiene escondidas unas joyas. De camino se encuentra a un anciano que lo engatusa y lo lleva a su aldea, un lugar habitado por gente extraña, decrépita y con una extraña amabilidad.
Aunque muchos se apresuraron a catalogar el film como burtoniano, para mi gusto está mucho más cercano al Mad monster party? de J. Bass que, a su vez, era la inspiración directa de Pesadilla antes de Navidad.
Los muñecos están hechos con silicona lo que, a diferencia de otras cintas de animación stop motion, permitía mover cualquier elemento de la cara, evitando la técnica del intercambio de bocas, lo que le da cierta imperfección, aportándole un toque de artesanía y humanidad que le da un gracejo que no tienen las producciones actuales.
Uno de los aspectos a destacar es que los personajes están doblados por un elenco bastante reconocible: Jorge Sanz, Geraldine Chaplin, Luis Tosar, Manuel Manquiña y Paul Naschy / Jacinto Molina en uno de sus últimos trabajos. Éste último tiene el detalle que interpreta a un arcipreste malcarado y egoísta que solamente le importa llenarse el gañote, vivir deluxe y apuntarse todos los tantos en su marcador, lo que hace que sea una extensión del propio Naschy en la vida real. Al menos por toda la historia negra que arrastra.
Y no solamente es que esta gente ponga las voces, si no que la mayoría de los muñecos son caricaturas de ellos. Y los que no lo son tienen el detalle de ser recreaciones de el Nosferatu de Max Schreck (que tiene la gracia que cuando camina no mueve las piernas, si no que se desliza) o Boris Karloff.
Y es este hecho de querer emular a las producciones norteamericanas, donde usan a caras reconocibles para doblar a personajes animados, donde El apóstol se da de bruces. Los actores autóctonos están fatal, vocalizando de pena (como es costumbre en el cine patrio), lo que nos hace no entender muchos de los diálogos.
Además, si la intención de usar voces de actores conocidos era una estratagema comercial, fue un error garrafal. Entiendo que los yankis usen voces de las celebrities porque eso ayuda a promocionar el film y que los medios le den cobertura, pero aquí nadie mueve el culo para ver un film animado con las voces de dicho elenco.
El apóstol (O apóstolo) es el clásico proyecto quijotesco que aparece cada cierto tiempo en este país. Más de 5 millones de euros invertidos, más de 70 decorados construidos, un año de preproducción y dos de rodaje, técnicos que habían estado en Frankenweenie, La novia cadáver o Los mundos de Coraline, Philip Glass (Candyman, El ilusionista) en la banda sonora y un montón de rostros conocidos poniendo las voces. Y, tal como dicta la ley de Murphy, el film apenas llegó a los 60 mil euros recaudados, uniéndose, junto a Sabotaje de los Ibarretxe brothers o Capitán Trueno, entre muchas otras, al selecto club de los mayores fiascos financieros que ha dado este país. Según Fernando Cortizo, su director, la culpa fue del cha-cha-chá y de la distribuidora, que no cumplió con lo pactado y estrenó con muchas menos copias de las prometidas. Estos alegaron que las grandes cadenas de cines se negaron a proyectarla, que los estrenos de la competencia hicieron estragos, que el hecho de limitarse a las copias digitales y no tenerlas en 35mm limitaba la distribución y que la panadería de la esquina de mi calle había subido el precio de los panecillos integrales.
Sea como fuere, el film ha sido uno de los mayores fracasos de los últimos años, lo que lo convierte automáticamente en carne de culto. Y razones no le faltan más allá de su varapalo taquillero. Toda su atmósfera entre gótica y onírica (cosa que le va muy bien a las aldeas gallegas como se demostró en Dagon), un guión que, pese alguna laguna y estar resuelto de aquella manera, nos tiene bastante pendientes y no telegrafía lo que nos vendrá. Y salvo por el detalle del doblaje (de lejos lo más flojo) estamos ante lo mejorcito del cine animado de este país.
Es muy buena película, en historia, ritmo y manufactura. Pero las voces están difíciles de seguir (escribo desde México, D.F.). Aún con esto último quedé con ganas de más producciones de este estilo.
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