martes, marzo 27, 2012
Micro men
A finales de los 70 Clive Sinclair, un genio de los dispositivos electrónicos, vendió la empresa que había levantado gracias a la invención de la primera calculadora de bolsillo, Sinclair Radionics (hay que decir que muchos de los productos de esta empresa salían defectuosos de fábrica lo que la llevó a una situación económica muy delicada), centrándose en su nueva compañía llamada Sinclair Computers, que luego acabó renombrándola Sinclair Research.
Después de estudiar el mercado de los ordenadores personales se dio cuenta que los ordenadores de la época tenían unos precios prohibitivos para el ciudadano medio, con lo que vio que su objetivo tenía que ser fabricar uno que no superase las 100 libras. El resultado acabó siendo el Sinclair ZX80, una maravilla de la miniaturización que destacaba por su pequeño tamaño (208 x 159 mm), su escaso peso (340 gramos) y un teclado de goma. Uno de sus mayores inconvenientes era un molesto parpadeo en la pantalla que hacía complicada la programación de videojuegos.
Por su parte Chris Curry trabajaba a las ordenes de Sinclair. Cuando este último vendió Sinclair Radionics se llevó a Curry a su nueva Sinclair Computers. Las desavenencias entre los dos por el desarrollo de un ordenador sin ensamblar que el propio usuario acabaría montando terminó con la salida de Curry, que acabó formando, junto a Hermann Hauser, su propia compañía, Cambridge Processor Unit, que en un principio se dedicó al diseño de unos controles para máquinas tragaperras. Un tiempo más tarde, ya bajo el nombre de Acorn Computers, lanzan el ordenador BBC Microcomputer System, gracias a la participación de la BBC. El canal de televisión quería lanzar una serie de programas en el que se fomentase el uso de los ordenadores personales entre las familias inglesas con lo que se pensó que lo ideal era construir el proyecto alrededor de un ordenador. Después de contactar con varias empresas inglesas (entre ellas la de Clive Sinclair) quien se llevó el gato al agua fue Acorn Computers, que construyó un prototipo en menos de una semana. Todo ello desembocó en una guerra entre Alcorn Computers y Sinclair Research.
Todo esto y mucho más es lo que nos encontramos en Micro men, telefilm de la BBC que se estrenó allá por el 2009 en la televisión inglesa.
Al ser un telefilm pocas caras conocidas, a excepción de Martin Freeman, el prota de La guía del autoestopista galáctico y que dentro de poco lo veremos como Bilbo en el díptico de El hobbit que prepara Peter Jackson, encarna a Chris Curry. Y Alexander Armstrong, cómico ingles con muy poco bagaje en cine, hace de Sinclair.
A los fans de los ordenadores de los 80 (Spectrum, Amstrad, Commodore, etc) se lo pasarán teta, el telefilm tiene un montón de detalles de la época, como el odio de Sinclair por los universitarios (en la realidad rechazó una oferta para ir a la universidad porque decía que la mejor escuela era el mundo real) y su obsesión del famosos coche eléctrico que prácticamente le llevó a la ruina (con esa maravillosa metáfora del final, donde su coche se ve superado por camiones de Microsoft y HP) o su odio a los videojuegos. Además de multitud de ordenadores de la época, videojuegos o hasta anuncios de televisión.
Aunque uno siempre se pregunta cuanto de fantasía hay en la recreación de Sinclair, que aquí aparece como un tirano ante sus empleados, mientras que la figura de Curry sale dibujada como un buenazo.
Lo dicho, un telefilm fantástico es su función como documento del auge y caída de los ordenadores en los 80, donde los detalles solo identificables para los más entendidos están a la orden del día y donde no se han escatimado medios para la recreación de la Inglaterra de finales de los 70 y principios de los 80. Todo ello contado con pequeñas falsas entrevistas, mezclando la ficción con el falso documental.
Una curiosidad. A finales de los 90 apareció Piratas de Silicon Valley, un telefilm que relataba los inicios de Bill Gates y Steve Jobs y, al igual que Micro men, nos lo presentaba con falsas entrevistas que se mezclaban con la ficción. El telefim era una basurilla bastante infecta de la que mejor no acordarse.
eyh! yo quiero ver esto!
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