Mel Brooks había parodiado un montón de géneros, musical, western, horror o thriller y quiso seguir este camino parodiando la ciencia ficción, centrándose básicamente en Star Wars.
Aquí es donde se encontró su principal problema, la necesidad de un montón de efectos especiales, que de haberse hecho en la actualidad hubieran tirado de un entorno digital, pero a mediados de los 80 había que tirar de maquetas, maquillajes y trucajes más artesanos. Todo esto hizo que Brooks tuviera que embarcarse en su producción mas costosa con 22 millones de dolares.
El elegido para supervisar los efectos fue Peter Donen (hijo de Stanley Donen), que venía de trabajar en El vuelo del navegante y luego acabó en Elvira. El tipo se empeñó en hacer los mejores efectos posibles, ya que el humor tenia que venir de los gags no de unos efectos pobres.
Pero el gran problema que se encontraron es que la película era una comedia, genero que necesita muchos pases de prueba para comprobar si los gags funcionan, con lo que tenían que afinar mucho para no gastarse un dineral en alguna escena que luego se tuviera que eliminar del montaje final por no ser excesivamente divertida.
Seguramente más de alguno se rasgará las vestiduras pero no me sabe mal decir que la mayoría de las películas de Mel Brooks han envejecido fatal. Y La loca historia de las galaxias no es una excepción.
Tiene buenos gags, que en su mayoría se ven beneficiados por un buen reparto (Bill Pullman, John Candy, el propio Brooks, Dick Van Patten o Rick Moranis, que improvisó un montón de escenas) y su buen hacer en la comedia, pero en su conjunto las carcajadas de los 80 se han vuelto en tímidas sonrisillas que apenas compensan el visionado.
Y aunque los efectos en su momento eran más que dignos hoy en día se han quedado atrás, pese a todo salvan los muebles. No así los decorados, que se han quedado en pobres y simplones como ellos solos, más cercanos a las series B de los 50 que a los de Star Wars. No hay más que ver los escenarios de la nave de los Spaceballs, muy muy pobres.
Desde que el proyecto se aprobó hasta su estreno apenas paso un año, básicamente porque era el tiempo que le dio la Metro Goldwyn Mayer, que quería estrenarla en verano del 87.
Así nació Spaceballs, que no sé si me da más miedo el título español o el sudamericano, S.O.S. Hay un loco suelto en el espacio (!!!!), que aunque nos parezca lo contrario fue un film que no acabó de cuajar en taquilla recaudando menos de 40 millones.
Ya en el nuevo milenio Brooks itentó levantar una secuela (recordemos que en la película se comenta una posible Spaceballs 2. En busca de más dinero) aprovechando la nueva trilogía de Star Wars , pero finalmente, en 2008, se tuvo que conformar con una serie de animación, Spaceballs: the animated series. El invento, que tenía una calidad de animación tirando a pobre, pasó sin pena ni gloria, se quedó en una única temporada de 13 capítulos.
Hace tiempo que no la veo, pero con películas como ésta o La loca historia del mundo me he hartado a reir.
ResponderEliminarProbablemente han envejecido mal, pero vaya, hay que situarlas en su contexto y en el tipo de películas que eran, y desde ese punto de vista yo creo que siguen aguantando el papel dignamente y si se la pones a un niño de la edad de mi hijo mayor se parte de risa.
Te lo digo porque el domingo al mío casi le da algo con Loca Academia de policía.
¡Un saludo!
Personalmente creo que ha envejecido muy muy mal, los gags muy descafeinados, la ultima vez que la intenté ver no la aguanté entera.
ResponderEliminarLoca academia de policia aguanta mejor el tiempo.