Boris y Natasha

Las aventuras de Rocky y Bullwinkle (o lo que es lo mismo, The Rocky and Bullwinkle Show) es una serie de animación estadounidense que tuvo mucho éxito allá por los 60. Desconozco si la serie se emitió por estas tierras, al menos hasta la década pasada, que pasó a formar parte de la programación de el Club Super 3.
La serie era un constante de gags, en su mayoría basados en juegos de palabras, protagonizada por una ardilla voladora y un arce, y unos villanos llegados desde Pottsylvania, Boris Badenov, Natasha Fatale y su cabecilla Jefe sin miedo.
Entre historieta e historieta habían aventuras de otros personajes, entre ellas la de un policía montado de Canadá de la que también hubo versión cinematográfica, Dudley de la montaña.


No sería de extrañar que TV3 pusiera en su parrilla los dibujos de Rocky y Bullwinkle para aprovechar el posible tirón de la versión cinematográfica que se estrenó en el 2000 de la mano de Des McAnuff, un tipo que tiene una carrera cinematográfica más bien escueta, pero que tiene una bastante más respetada en los escenarios de Broadway.
El film se estrenó a bombo y platillo, con un extenso reparto formado por Robert De Niro, Jason Alexander, Rene Russo y Randy Quaid, además de algunos cameos.
La película, producida por De Niro y su productora Tribeca, mezclaba actores reales con personajes animados pero, pese a estar rodada una década después, no estaban tan bien integrados como en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?
Las aventuras de Rocky y Bullwinkle fue un fracaso mayúsculo, perdiendo más de 35 millones de dólares. No nos engañemos, la película fracaso más que merecidamente porque es malísima.


Lo que muy poca gente sabe o recuerda es que a principios de los 90 ya hubo una versión en carne y hueso de la serie animada. Boris y Natasha, al resultar imposible usar a Rocky y Bullwinkle en una película de acción real, se decantaba por explotar a los personajes malos de la serie.

El proyecto de la película llevaba varios años rondando por los estudios con la intención que fuese protagonizado por Danny De Vito y Meryl Streep, pero problemas con los derechos hicieron que la cosa quedase congelada. Hasta que en 1991 la cosa se desbloqueó y empezó el rodaje de Boris y Natasha, eso sí, con dos actores muy poco conocidos encabezando el reparto: Dave Thomas y Sally Kellerman.

En un principio la intención era estrenarla en cines, pero entre que el film no era precisamente para tirar cohetes, ni había ninguna cara conocida que pudiera llamar la atención al público, acabó estrenándose directamente en la televisión por cable americana allá por 1992.


Dirigida por Charles Martin Smith, que así a pelo no nos sonará mucho, pero recordando que fue el director (o culpable) de Muerte a 33 revoluciones por minuto y Air Bud ya nos resultará algo más conocido, pero si además lo hubicamos en su faceta de actor secundario en films como Los intocables de Eliot Ness o American Graffiti la cosa nos queda más clara.

Como decía, el reparto es cuanto menos modesto, pero si nos fijamos encontraremos algunas caras que como mínimo nos pudieran sonar: Larry Cedar, del que ya dí buena cuenta en Contacto en Londres; Sid Haig, el capitán Spaulding de La casa de los 1.000 cadáveres; o Rance Howard, padre del director de El Grinch.
Y después tenemos una mini aparición de John Candy y, aprovechando que es la mismo productora que Mira quién habla, un cameo de John Travolta haciendo de ¡John Travolta! Señores, todavía no se había estrenado Pulp Fiction.


El argumento es más simple que las instrucciones de una chincheta: Boris y Natasha son enviados a los Estados Unidos para buscar a un científico que ha conseguido inventar un chip que hace que el tiempo retroceda. Una vez allí los malentendidos y los malos chistes están servidos.

Si Las aventuras de Rocky y Bullwinkle ya era mala no quiero ni decir como es Boris y Natasha, que se filmó lo que se gastaron en cafés en la peli protagonizada por De Niro. A su favor hay que decir que se preocupan de seguir el estilo narrativo de los dibujos animados pero que la cosa no da para más con su más que evidente falta de medios y con unos actores con menos carisma que una piedra, aunque al menos en ésta no se gastaron 80 millones como en la de De Niro.