jueves, abril 14, 2011
Sin pistas
Aunque a día de hoy Michael Caine sea una figura intocable, donde todas sus interpretaciones son motivo de alabanzas sin fin y que más de una vez hayamos oído/leído aquello de "Michael Caine salva la película", hubo una época en la que se dedicó a protagonizar un buen número de mediocridades a golpe de talonario como los mejores mercenarios. Y no porque el hombre fuese un avaricioso, sino que estaba ahogado por el terrible fisco inglés.
Recordemos algunas de esas "maravillas": El enjambre, La isla, Lío en Río, Juerga tropical, Tiburón, la venganza, Una novia para dos...
Por fortuna, entre pestiño y pestiño, se fue sacando de la manga productos de mayor empaque y calidad (Vestida para matar, Hannah y sus hermanas...) y seguramente este Sin pistas no pertenezca ni a este grupo ni al de los pufos, quedándose en medio como un film repleto de buenas intenciones pero que no acaban de cuajar.
Aquí ya no se trata de una nueva aventura de Holmes al uso (como podían ser las versiones protagonizadas por Ratbone), ni de darle un nuevo enfoque como en la versión de Billy Wilder o si me apuran la de Guy Ritchie, si no de reinventar al personaje y su universo desde los cimientos, algo más cercano en esencia al Holmes juvenil de El secreto de la pirámide.
Lo que nos cuenta el film es que Sherlock Holmes no existe, si no que es una invención del doctor Watson, que es la verdadera cabeza pensante. El primer caso que llevó a buen puerto se lo atribuyó a Holmes, personaje que creó para evitar problemas con el colegio de médicos. Pero como le tiraba más lo de la investigación decidió contratar a un actor que se hiciera pasar por Holmes aunque era él el que desenmarañaba los misterios.
Y como en la vida real, cuando Conan Doyle acabó odiando a su creación e intentó asesinarlo literalmente en algunas ocasiones, aquí Watson (creador del personaje según la película) también odia a muerte a su creación, al que todos adoran con vehemencia.
En la película la aventurilla de Holmes y Watson es el robo de unas placas para imprimir libras, pero todo ese argumento es una mera excusa para presenciar las visicitudes de esa extraña pareja formada por un actor de mala muerte alcohólico y mujeriego y un meticuloso doctor.
Porque en el fondo lo único que funciona en el film es ese choque de personalidades entre el Holmes de Caine y el Watson de Ben Kingsley, acompañados de los ramalazos del Lestrade de Jeffrey Jones (Beetlejuice, Permanezca en sintonía). Pero todo ese buen arranque comienza a diluirse lastrado por la poca gracia que tiene el caso a resolver y, sobretodo, por culpa de una dirección planísima a cargo de un especialista en telefilms como Thom Eberhardt, director de La noche del cometa o Capitán Ron (!!!), incapaz de llevar a buen puerto muchos de los gags.
Curiosamente varios años antes Pierce Brosnan protagonizó Remington Steele, serie televisiva que tiene una base idéntica a la de Sin Pistas: una investigadora privada ante el hecho de no recibir clientes por su condición de fémina decide contratar a un hombre (Brosnan) para que se haga pasar por el detective de la agencia. Así, la planta la pone el hombre pero la que realmente resuelve los misterios es ella. ¿Casualidad o plagio? Ahhhhhh...
Seguro que la he visto, pero no la recuerdo. En cualquier caso, Michael Caine, independientemente de los motivos que haya tenido para hacer una peli, al menos la ha intentado hacer bien, que ya es bastante.
ResponderEliminarA mí Lío en Río me gusta, me trae buenos recuerdos, aunque alguna de las otras son muy malas. De todas formas Demi Moore y Michael Caine siempre han tenido buen feeling en pantallas, porque Un plan brilante es una película que me encantó.
Hablando de detectives femeninas hay un relato de George R.R. Martin titulado Cambiando de piel" (The skin trade) del año 1988 en el que la protagonista detective es también una mujer. En este caso no necesita tener un rostro masculino de tapadera.
Un saludo!