miércoles, abril 28, 2010
viernes, abril 23, 2010
miércoles, abril 21, 2010
Diabolik
1968 es recordado como uno de los más prolíficos en cuanto a películas que marcaron un antes y un después en el género fantástico. 2001. Una odisea en el espacio, El planeta de los simios, La noche de los muertos vivientes... y ¡Diabolik!
Vale, ponerla como obra puramente fantástica quizá sea cogerlo con pìnzas, pero una película basada en un fumetti, con un protagonista enmascarado que pega princos por todos lados, que conduce un cochazo (un Jaguar E-Type de negro mortuorio), que utiliza multitud de gadgets, que tiene una guarida secreta bajo tierra y que luce un rubia de impresión a su lado ¿es o no fantástico?
Diabolik es un personaje basado en el comic italiano (llamado más propiamente fumetti, en el caso de Diabolik un fumetto nero) creado por las milanesas Angela y Lucciana Giussani a principios de los 60 fuertemente inspiradas por las novelas giallo y con unas gotas de Fantomas.
La publicación es todo un éxito. Y como todo éxito que se precie ha de tener sus imitadores: Kriminal, Infernal, Satanik, Demoniac... Algunos de ellos tuvieron adaptación a la gran pantalla pero de resultados demasiado pobres.
Tonino Cervi (tambien conocido como Antonio Cervi) productor, director y guionista que tenía como su obra cumbre el haber producido Bocaccio'70, piensa en la posibilidad de hacer la película basada en Diabolik y logra convencer al todo poderoso Dino De Laurentiis para que se la produzca.
El mismo Cervi se pusó tras la cámara y fichó a Jean Sorel (actor francés con varios giallo a sus espaldas: Una lagartija con piel de mujer, La corta noche de las muñecas de cristal...) como protagonista y a Elsa Martinelli (modelo reciclada a actriz) como Eva Kant. Después de unas cuantas sesiones de fotos para publicitar el proyecto (al más estilo Cannon) y una semana de rodaje De Laurentiis lo suspende al ver los copiones y comprobar que lo que se está filmando es de una calidad paupérrima.
El productor italiano decide que el proyecto necesita más presupuesto y se le ocurre hacer un paquete con la película junto a Barbarella, otra adaptación de cómic que estaba preparando para que Roger Vadim la dirigiera y Jane Fonda la protagonizara, y endosársela a la Paramount que acepta sin rechistar.
Contrata a Mario Bava como director, basicamente por su fama de sacar el máximo partido hasta el último céntimo, haciendo que todo luzca en pantalla al máximo, que, además, escribe el guión junto a tres guionistas más y la supervisión de las autoras originales. Como Diabolik eligen a John Philip Law, que también iba a interpretar un papel importante en Barbarella, el ángel ciego Pygar, y para su compañera Eva Kant aceptan la recomendación de R. Vadim y contratan a Catherine Deneuve. Michel Piccoli (un habitual de Buñuel) encarnaría al inspector Ginko, el rival de Diabolik, y Adolfo Celi (que estaba en un buen momento de popularidad después de haber sido el malo en Operación trueno. Este detalle tendrá importancia más adelante) se haría cargo del gangster Valmont.
En un principio Barbarella era la película importante, la que con más medios y presupuesto iba a contar, y la que primero iba a rodarse pero un retraso en el sistema de proyección frontal que tenía que llegar desde Inglaterra obliga a retrasarla y se decide que Diabolik empiece a filmarse.
A la semana Bava y De Laurentiis llegan a la conclusión que Deneuve no es la indicada para el papel sustituyéndola por la austriaca Marisa Mell (que curiosamente un par de años después protagonizó Una historia perversa junto a los que tuvieron que ser el primer Diabolik y la primera Eva, Jean Sorel y Elsa Martinelli respetivamente) después de descartar a Marilù Tolo, con lo que tiene que volver a iniciar el rodaje desde cero.
A partir de ahí el rodaje fue como la seda, a excepción de los tira y afloja que siempre tuvieron Bava y De Laurentiis, ya que el primero era partidario de mantener la línea perversa y excesivamente adulta del fumetti original (seguramente este es su film con menos hemoglobina) y el segundo quería algo más light para venderlo con más facilidad internacionalmente.
Aún y estos problemas entre director y productor De Laurentiis quedó tan satisfecho del resultado final y, sobre todo, de que sólo se hubiesen gastado 400 mil dólares de los 3 millones que tenían de presupuesto que le ofreció a Bava rodar una secuela con el dinero sobrante. No hace falta decir que éste se negó.
En líneas generales podríamos decir que en el momento de su estreno el film pasó con más pena que gloria a excepción de Italia, claro, donde funcionó maravillosamente. Pero en el resto del mundo, donde el personaje era un totalmente desconocido, apenas causó ningún tipo de reacción. Eso por no contar las innumerables mutilaciones que sufrió, por ejemplo, en Inglaterra, que se estrenó bastante tiempo más tarde, lo hizo con 15 minutos cortados.
Pero como siempre pasa en estos casos el tiempo no hizo más que ayudarla a conseguir ese estatus de culto que tiene hoy, un film que se ha reivindicado hasta la saciedad. A eso ha ayudado, al menos en Italia, que su versión impresa sigue saliendo a la calle periódicamente y con un éxito brutal. No es extraño que en el nuevo milenio se hayan visto series de dibujos, un videojuego (bastante justito a mi entender), que un modelo de coche lleve su nombre (el Fiat 500 Diabolika) o que en su país de origen a las sudaderas con capucha se les conozca como Diabolik. Por no hablar del pedazo homenaje que se marcaron los Beastie Boys.
Está claro que esa estética tan apabullante sólo era posible en su época, aunque todo está tan exagerado que no puede parecernos más que un kitsch molón. Todo, absolutamente todo, entra por los ojos de forma cegadora. Desde el sencillo, pero perfecto, traje de cuero negro de Diabolik (su máscara fue diseñada por el gran Carlo Rambaldi) y los modelitos de Marisa Mell, que no hacen más que acentuar todo el erotismo que destila toda la película.
Un gran detalle que viene a colación a la indumentaria de Diabolik, cuando lleva su traje negro sólo vemos sus ojos, pero cuando se disfraza para confundirse con el resto de personas y pasar desapercibido se le ve toda la cara salvo los ojos, que están ocultos tras unas gafas de sol. Un gran hallazgo visual mostrándonos el negativo y el positivo del personaje.
Su banda sonora, que fue pasto de un corto firmado con pseudónimo, no desentona para nada en la alta calidad del resto de apartados. Compuesta por el mismísimo Ennio Morricone, que no puede evitar el auto homenaje a sus trabajos en el spaghetti western.
Vale, ponerla como obra puramente fantástica quizá sea cogerlo con pìnzas, pero una película basada en un fumetti, con un protagonista enmascarado que pega princos por todos lados, que conduce un cochazo (un Jaguar E-Type de negro mortuorio), que utiliza multitud de gadgets, que tiene una guarida secreta bajo tierra y que luce un rubia de impresión a su lado ¿es o no fantástico?
La publicación es todo un éxito. Y como todo éxito que se precie ha de tener sus imitadores: Kriminal, Infernal, Satanik, Demoniac... Algunos de ellos tuvieron adaptación a la gran pantalla pero de resultados demasiado pobres.
Tonino Cervi (tambien conocido como Antonio Cervi) productor, director y guionista que tenía como su obra cumbre el haber producido Bocaccio'70, piensa en la posibilidad de hacer la película basada en Diabolik y logra convencer al todo poderoso Dino De Laurentiis para que se la produzca.
El mismo Cervi se pusó tras la cámara y fichó a Jean Sorel (actor francés con varios giallo a sus espaldas: Una lagartija con piel de mujer, La corta noche de las muñecas de cristal...) como protagonista y a Elsa Martinelli (modelo reciclada a actriz) como Eva Kant. Después de unas cuantas sesiones de fotos para publicitar el proyecto (al más estilo Cannon) y una semana de rodaje De Laurentiis lo suspende al ver los copiones y comprobar que lo que se está filmando es de una calidad paupérrima.
Contrata a Mario Bava como director, basicamente por su fama de sacar el máximo partido hasta el último céntimo, haciendo que todo luzca en pantalla al máximo, que, además, escribe el guión junto a tres guionistas más y la supervisión de las autoras originales. Como Diabolik eligen a John Philip Law, que también iba a interpretar un papel importante en Barbarella, el ángel ciego Pygar, y para su compañera Eva Kant aceptan la recomendación de R. Vadim y contratan a Catherine Deneuve. Michel Piccoli (un habitual de Buñuel) encarnaría al inspector Ginko, el rival de Diabolik, y Adolfo Celi (que estaba en un buen momento de popularidad después de haber sido el malo en Operación trueno. Este detalle tendrá importancia más adelante) se haría cargo del gangster Valmont.
A la semana Bava y De Laurentiis llegan a la conclusión que Deneuve no es la indicada para el papel sustituyéndola por la austriaca Marisa Mell (que curiosamente un par de años después protagonizó Una historia perversa junto a los que tuvieron que ser el primer Diabolik y la primera Eva, Jean Sorel y Elsa Martinelli respetivamente) después de descartar a Marilù Tolo, con lo que tiene que volver a iniciar el rodaje desde cero.
A partir de ahí el rodaje fue como la seda, a excepción de los tira y afloja que siempre tuvieron Bava y De Laurentiis, ya que el primero era partidario de mantener la línea perversa y excesivamente adulta del fumetti original (seguramente este es su film con menos hemoglobina) y el segundo quería algo más light para venderlo con más facilidad internacionalmente.
Aún y estos problemas entre director y productor De Laurentiis quedó tan satisfecho del resultado final y, sobre todo, de que sólo se hubiesen gastado 400 mil dólares de los 3 millones que tenían de presupuesto que le ofreció a Bava rodar una secuela con el dinero sobrante. No hace falta decir que éste se negó.
En líneas generales podríamos decir que en el momento de su estreno el film pasó con más pena que gloria a excepción de Italia, claro, donde funcionó maravillosamente. Pero en el resto del mundo, donde el personaje era un totalmente desconocido, apenas causó ningún tipo de reacción. Eso por no contar las innumerables mutilaciones que sufrió, por ejemplo, en Inglaterra, que se estrenó bastante tiempo más tarde, lo hizo con 15 minutos cortados.
En los USA (titulada Danger: Diabolik) se le llegó acusar de querer aprovecharse del éxito de la serie de Tv de Batman, cosa que parece bastante poco probable que cuando se empezó a gestar el film de Bava la serie hubiera llegado a Italia.
También se dijo que bebía de la saga de James Bond, aunque la realidad es que años más tarde, en el regreso de Connery al personaje en Diamantes para la eternidad llegaron a copiar muchas cosas de Diabolik. Si acaso, y muy cogido por los pelos, podríamos ver ciertos paralelismos con los Fantomas franceses.
Pero como siempre pasa en estos casos el tiempo no hizo más que ayudarla a conseguir ese estatus de culto que tiene hoy, un film que se ha reivindicado hasta la saciedad. A eso ha ayudado, al menos en Italia, que su versión impresa sigue saliendo a la calle periódicamente y con un éxito brutal. No es extraño que en el nuevo milenio se hayan visto series de dibujos, un videojuego (bastante justito a mi entender), que un modelo de coche lleve su nombre (el Fiat 500 Diabolika) o que en su país de origen a las sudaderas con capucha se les conozca como Diabolik. Por no hablar del pedazo homenaje que se marcaron los Beastie Boys.
Que Diabolik sea hoy en día lo que es no es ninguna casualidad. Es un film que destila calidad por todos sus poros. La mano de Bava se nota y se agradece. Consiguió darle una estética tan irreal que parece que estemos ante un cómic. Sólo hay que ver ese prólogo con el escuadrón de motos de la policía y los agentes de incógnito con bolsas repletas de dinero que lucen un espléndido signo del dolar. Incluso su estructura narrativa (realmente nos encontramos con tres aventuras del personaje) que parece de un cómic con varias historias en su interior. O los psicodélicos títulos de crédito con el siempre convincente efecto de pinturas en movimiento que, curiosamente, años después, se repetiría en cierta forma en otra producción De Laurentiis, Flash Gordon.
Todas esas composiciones de plano a cada cual más rebuscado, sus imposibles secuencias rodadas en blue screen, sencillos pero efectivísimos trucajes repletos de fondos pintados y falsos recortes que puestos en el lugar indicado y previa orientación de los actores nos da la sensación de que estamos ante una producción de gran envergadura. Ahí están todas las secuencias que acontecen en el escondite de Diabolik, por poner un ejemplo.
Está claro que esa estética tan apabullante sólo era posible en su época, aunque todo está tan exagerado que no puede parecernos más que un kitsch molón. Todo, absolutamente todo, entra por los ojos de forma cegadora. Desde el sencillo, pero perfecto, traje de cuero negro de Diabolik (su máscara fue diseñada por el gran Carlo Rambaldi) y los modelitos de Marisa Mell, que no hacen más que acentuar todo el erotismo que destila toda la película.
Un gran detalle que viene a colación a la indumentaria de Diabolik, cuando lleva su traje negro sólo vemos sus ojos, pero cuando se disfraza para confundirse con el resto de personas y pasar desapercibido se le ve toda la cara salvo los ojos, que están ocultos tras unas gafas de sol. Un gran hallazgo visual mostrándonos el negativo y el positivo del personaje.
Su banda sonora, que fue pasto de un corto firmado con pseudónimo, no desentona para nada en la alta calidad del resto de apartados. Compuesta por el mismísimo Ennio Morricone, que no puede evitar el auto homenaje a sus trabajos en el spaghetti western.
Lamentablemente el soundtrack nunca se comercializó y con los años los masters originales se perdieron en un incendio, con lo que las versiones que circulan son las que se han sacado directamente de la película (la mayoría de la versión LaserDisc). Una auténtica lástima.
Definitivamente, Diabolik es una obra maestra.
sábado, abril 17, 2010
El torreón
Durante la Segunda Guerra Mundial un pelotón nazi llega a un poblado de Romanía. Allí encuentran una fortaleza que usarán como campamento base. Pero rápidamente se darán cuenta que no es una fortaleza normal, sus pasillos están repletos de cruces y su construcción es a la inversa de lo normal, las paredes interiores están construidas con grandes piedras, mientras que las exteriores con pequeñas. No es una fortaleza hecha para protegerse de una amenaza exterior, todo lo contrario, está pensada para evitar que lo que habita en ella pueda salir.
Los soldados se instalarán en ella pese a las advertencias de la gente del lugar.
¿Sensación de déjà vu? Efectivamente, los parecidos con la película comentada días atrás, Beowulf, son más que evidentes. Aunque este El torreón, dirigida por Michael Mann en 1983, está basada en una novela de Francis Paul Wilson publicada en el 81 y convirtiéndose en un bestseller. Aunque el propio Mann, que su única razón para meterse en el cine fantástico era para romper con la línea "real" de su anterior film, Ladrón, se encargó de decir que su guión no era excesivamente respetuoso con la obra original.
Si antes comentaba las similitudes argumentales entre El torreón y Beowulf (que estaba basada en un antiguo poema anglosajón) hay un punto de similitud más: la banda sonora.
Mientras que en el film de Lambert era una música trallera, totalmente opuesta a lo que es una banda sonora tradicional (y más para una que podríamos catalogar como de espada y brujería aún siendo muy por los pelos) la de El torreón no se queda atrás con una música puramente electrónica.
Aunque claro, comparar ambas es cuanto menos injusto. La del film de Mann, aún siendo igualmente rompedora para el tipo de film que es y, sobre todo, en la época en la que está ambientada, es de una calidad infinitamente superior. Compuesta por Tangerine Dream, grupo alemán de música electrónica que desde finales de los 60 hasta fecha de hoy siguen lanzando discos. Y ya venían de trabajar con Mann en Ladrón un par de años antes y después siguieron haciendo música para cine en multitud de films (Carga maldita, por ejemplo).
Pese a que el grupo era muy conocido en la escena la banda sonora no apareció editada hasta finales de los 90, aunque de los 16 cortes solamente 3 aparecían en el film.
Uno de los aspectos fuertes de El torreón es su cuidado aspecto visual como ya es marca de la casa en su director. Toda la estética de la fortaleza, su interior lleno de niebla y sus juegos de luces puramente videocliperos contrastan con el batiburrillo de ideas que impregnan todo el metraje.
En un principio la película tenía que haber durado en torno de las 3 horas pero se acabó reduciendo en poco más de 90 minutos, más por cuestiones económicas y es que la Paramount dejó de inyectarle cash a la producción cuando llegó a los 6 millones de dólares. Luego la película pasó con más pena que gloria en la taquilla americana apenas recaudando la mitad de su presupuesto.
Siguiendo con el aspecto estético, Molasar, la criatura que habita en la fortaleza, fue diseñada por Enki Bilal (claramente inspirado en el golem de Paul Wegener) dibujante yugoslavo de comics muy ligado al formato cinematográfico, ya fuese realizando carteles, diseñando decorados o vestuario y dirigiendo películas. Quizá la más destacada sea Immortel (ad vitam) estrenada en el 2004 con bastante éxito en Francia; mezcla fallida de actores reales y animación 3D, una especie de El quinto elemento versión noir que se basaba en las dos primeras entregas de la trilogía de Nikopol que él mismo había dibujado y guionizado 20 años atrás.
El torreón es un film fallido, que quiere tocar muchos palos y va de aquí para allá sin mucho sentido (seguramente culpa de no haber tenido el dinero suficiente para haber rodado el guión original) que se aguanta por el fenomenal acabado visual, un reparto muy competente (Scott Glenn, Gabriel Byrne, Ian MacKellen, Jürgen Prochnow) y esa extraña (pero buena) banda sonora de Tangerine Dream.
martes, abril 13, 2010
Beowulf. La leyenda
Que la carrera de Christopher Lambert está más acabada que las maracas de Machín es algo que sabemos todos, pero, aunque no lo parezca, hubo un tiempo en que el tipo prometía y parecía que nos íbamos a encontrar un nuevo Belmondo pero a nivel internacional y con mirada estrábica.
Comenzó muy fuerte con Greystoke, Subway. En busca de Freddy y, sobre todo, Los inmortales. Luego intentó labrarse una carrera como actor serio y todo comenzó a descarrilar: El siciliano, Conspiración para matar a un cura y hasta se atrevió con la comedia en A mi que me registren.
Como veía que la cosa no acababa de funcionar empalmó proyectos más comerciales: la innecesaria Los inmortales II. El desafio, Jaque al asesino (una rémora de El silencio de los corderos que él mismo producía) y Fortaleza infernal (que es hasta salvable).
A partir de ahí se pasa a películas de acción que tiene su objetivo la explotación en videoclub y que con suerte se estrenan en cines: Gunmen, Sin escrúpulos, Los inmortales III. El hechicero, Presa de la secta y la archiconocida Mortal Kombat.
No voy a seguir repasando lo que vino después porque no vale la pena pero resumiendo, que Lambert finalmente ha terminado en una especie de action-actor de películas de serie B, muy lejos de jugar en la primera división (Stallone/Schwarzenegger) o, incluso de la segunda (Van Damme/Seagal -al menos hasta los 90-) y tiene que convivir en la tercera más zetosa junto a Dudikoff o el Seagal del nuevo milenio (especializado a sacar uno o dos telefilms al año de supuesta acción).
Nos trasladamos a verano del 99 ¿y qué nos encontramos? Christopher Lambert por partida doble.
Por un lado la película buena (cojámoslo con pinzas, please) Resurrección. Su reencuentro con Mulcahy no era más que un explotation de Seven, con todos los clichés habidos y por haber, donde Lambert producía y escribía el argumento. Pese a todos sus peros el film se podía ver y disfrutar si uno no era excesivamente exigente.
Y luego teníamos la mala, Beowulf, que en los USA se estrenó directamente en vídeo, basada muy libremente en un poema épico anglosajón.
Nos encontrábamos a Lambert, que vaga por un mundo totalmente anacrónico, hasta que se topa con un castillo donde cada noche sus habitantes comienzan a morir a manos de una extraña criatura que vive en las catacumbas. No hace falta decir que Beowulf, el personaje de Lambert, se introducirá en él para dar caza a la bestia.
Muchas cosas negativas se han dicho del film, que si la peor película del año, una de las peores de la historia... Hombre, la película buena no es, ahora bien, en un segundo visionado (cuando ya sabemos lo que nos vamos a encontrar) la cosa cambia y es un producto mucho más disfrutable y, sin lugar a dudas, más divertido.
Si no, no se puede entender esa escena al principio del metraje (que es toda una declaración de intenciones) donde un grupo de hombres, que a cada cual lleva unas vestimentas más estrafalarias, están a punto de degollar a una mujer con una navaja de afeitar gigante.
Esos atuendo que comentaba tienen una estética que sólo eran capaces de conseguir los sucedáneos italianos de Mad Max y 1997: Rescate en N.Y., al igual que parte de la estética del castillo que tiene unas chimeneas industriales que no paran de bramar fuego.
Más cosas malas: nos encontramos una peleas que en estética parece que quieran parecerse a las de Pacto de lobos si no fuese porque el film de Christophe Gans se estrenó dos años después. Peleas donde no hacemos más que ver a Lambert, perdón, al doble de Christopher Lambert dando volteretas por el aire mientras no paramos de ver los arneses que lo sujetan.Pero sin duda hay dos puntos que siempre aparecen en las críticas de la película: los efectos digitales y la música. Los efectos son, sin temor a exagerar, tercermundistas. Cuando aparece el monstruo lo vemos difuminado, es decir, que le han metido un filtro para distorsionarlo, seguramente porque se darían cuenta que el disfraz les quedó excesivamente ridículo. Pero eso sólo es detalle minúsculo cuando vemos el último combate del film, no se puede explicar con palabras, aunque la imagen de abajo puede darnos una pista.
Y la música, ¿qué decir de la música? Pues que ya puestos en hacer una escabechina no se les ocurrió otra cosa que poner música maquinera en una película de "cierto" aspecto medieval. Música electrónica pero de un gusto terrible, ni mi viejo Spectrum 128K era capaz de crear semejantes ruidos al cargar los juegos.
Curiosamente muchas de las personas que participaron en Beowulf están relacionados con la saga de Mortal Kombat, la película, sus secuelas o los telefilms: ya fuese los responsables de la banda sonora, varios de sus productores, los de efectos digitales y, por supuesto, su protagonista.
En cuanto a los actores pues todos muy mal, empezando por Lambert y su imposible rubio oxigenado o el alemán Götz Otto, que vivía ciertos días de gloria después de aparecer en El mañana nunca muere y que el que vea cine espanyol le pueda sonar de varias películas de Trueba: La niña de tus ojos y El embrujo de Shanghai.
Si acaso destaquemos a un par de féminas (más por cuestiones físicas que no actorales) que no paran de lucir palmito durante todo el metraje. Rhona Mitra, que venía de ser la Lara Croft publicitaria, y su escote vertiginoso y Layla Roberts, modelo del canal Playboy, que directamente se pasea totalmente desnuda en la mayoría de sus escenas o, como mucho, lleva algún vestidito transparente que no deja nada para la imaginación.
El director de todo estos desvaríos varios es Graham Baker, que venía de dirigir videoclips y en terreno cinematográfico El final de Damien, Alien Nation y que después de este Beowulf (¡oh, sorpresa!) nunca más ha vuelto a ponerse detrás de las cámaras.
Lo sé, después de todo esto puede parecer que la película es un gran bodrio, y sí, lo es, pero no hay que dejarse engañar, porque es un bodrio muy divertido y disfrutable. Una exageración en mayúsculas en cada uno de sus planos y secuencias, donde siempre sabemos lo que ocurrirá y que antes que Lambert abra la boca para soltar sus intentos de imposibles frases lapidarias sabemos lo que dirá. Sin duda, la película favorita del señor que va dentro del disfraz de Godzilla en la películas de Ishiro Honda.