domingo, diciembre 27, 2009
Masters del universo
En estos días, donde es frecuente ver en el asfalto mojado solitarios guantes de lana y hay mucha gente que va de un sitio a otro cargadas de sillas, uno no puede evitar acordarse de los juguetes de la infancia con los Masters del Universo y los Gijoe's a la cabeza.
Como de estos últimos la película que tienen es "demasiado" hasta para mí, mejor hacerlo del film de He-man y sus amigos.
Ni me planteo explicar la génesis de todo con el tema de Conan el bárbaro, Mattel y la Filmation, para eso ya están otros.
Edward R. Pressman, productor de El fantasma del Paraíso, El sumarino o Street fighter entre muchas otras, acababa de producir Conan el bárbaro y ante su éxito, que hizo florecer multitud de películas de espada y brujería (sobre todo mucha morralla italiana), se apresuró en comprar los derechos cinematográficos de los muñequitos que estaban haciendo furor en ese momento, Masters del universo.
Durante 4 largos años estuvo moviendo el proyecto por todas las productoras de Hollywood hasta que finalmente acabó asociándose con Menahem Golan y Yoram Globus, o lo que es lo mismo, la Cannon Group.
La Cannon era sinónimo de películas baratas, de rápida factura y aún más rápido consumo. Mucha película de acción protagonizada por Chuck Norris, de justicieros urbanos con Charles Bronson o aventureras de serie B (rozando la Z) con Richard Chamberlain. Por no hablar de la coproducción El tesoro de las cuatro coronas rodada en 3D y con Anita Obregón, aunque en este caso solo hicieron de distribuidores.
Intentaron limpiar su imagen produciendo películas de autor como El rey Lear de Jean-Luc Godard, El reportero de la calle 42 o una adaptación de Agatha Christie, Cita con la muerte, que por la época estaban muy en boga. Por no hablar de versiones de cuentos clásicos con actores de cierto (o no tan cierto) nombre como Caperucita roja, La bella y la bestia o Rumpelstiltskin a la estela del éxito de los que hizo para televisión Shelley Duvall.
El director elegido para dirigir el film fue el novato Gary Goddard, un tipo cuanto menos curioso ya que estaba metido en Landmark Entertainment Group, empresa que se dedicaba al diseño y construcción de parques de atracciones temáticos, y hará 4 o 5 años se desvinculó de la compañía para formar la suya propia, Gary Goddard Entertainment.
Lo primero que hicieron fue contratar a un puñado de ilustradores para que hicieran diseños de todo, personajes, vestimentas, decorados, armas, naves... El más conocido era Moebius, que se encargó, entre otras cosas, de los primeros bosquejos del castillo de Greyskull y los trajes de He-man y la Hechicera. Aunque lo único que apareció en pantalla surgido de su pluma fue el taller de Gwildor y los discos voladores con los que se desplazan los centuriones de Skeletor.
Después de más de 2 mil diseños echaron el freno de mano y comenzaron hacer las cosas con un poco más de cabeza cuando se dieron cuenta que Masters del Universo no era más que una película de Cannon, es decir, presupuesto ajustadísimo que tenía que lucir al máximo en pantalla.
Originalmente de un presupuesto de 17 millones de dólares se pasó a 22, un coste más o menos normal, lejos de los millones que costaba una superproducción de la época. Aún y así para la Cannon fue su película más cara.
Muchos fueron los cambios que aparecen en relación con la versión animada. Son más los personajes nuevos o totalmente rediseñados que los que respetan el original.
El Castillo de Greyskull no tiene nada que ver con el animado, que es una calavera con torres de vigilancia (cosa que nunca entendí, ya que al ser un castillo tan lúgubre parecía más el de Skeletor, pero en fin). A He-man lo respetaron bastante y simplemente le añadieron una capita, mientras a la Hechicera, que originalmente llevaba un traje al más puro estilo Condorman, aquí parece la Estatua de la Libertad.
A Man-At-Arms le respetaron bastante el atuendo, no así a su hija Teela ni a Evil-Lyn que no tenían nada que ver. Es curioso que en la serie de dibujos muchas de las féminas lucían prendas de vestir minúsculas dejando poco o nada a la imaginación y que en esta versión a imagen real vayan tapadas hasta el cuello.
Algo así le pasó a Skeletor, que de ir en calzoncillos le metieron un traje negro que hasta tenía lucecitas en los guantes, y ni hablemos de la armadura dorada que luce al final.
Luego se sacaron de la manga nuevos personajes, detalle que siempre viene bien para vender más muñecos.
Teníamos al inventor Gwildor, que desempeñaba el rol de resorte cómico como hacía en los dibujos el personaje del mago Orko (que hoy sería totalmente hecho por ordenador). Y en el bando de los malos se inventaron a tres mercenarios llamados Saurod, Blade y Karg, también les acompañaba Beastman que no se parecía en nada al original.
Y hasta ahí todo lo que se mantuvo, porque, para empezar, apenas vemos Eternia que se limita a un par de tomas con un escenario desolador porque es un simple desierto. O el interior del castillo del que sólo vemos esa especie de sala de trono donde se nota que en su mayoría es un fondo pintado (al igual que la fachada del castillo), por no hablar de las estatuas que debe ser cosa del mármol de Eternia porque cuando caen al suelo ni se rompen y encima rebotan.
O más descarado era el detalle que casi toda la película pase en la Tierra con el consiguiente ahorro en decorados. Además, nos encontramos el clásico fallo (por llamarlo de alguna forma) de este tipo de films donde nunca vemos gente en las calles y los locales que visitan están siempre desolados. Otro truco ramplón es que, al principio del film, después de unos títulos de crédito que recuerdan a los de Superman incluso en la música de Bill Conti, nunca vemos la supuesta invasión por parte del ejercito de Skeletor, simplemente lo explica uno de los personajes más adelante.
Tan mal de dinero estaba el asunto que antes de finalizar el rodaje se canceló la filmación, y dos meses después, ante la imposibilidad de hacer un montaje coherente con el material rodado, dieron luz verde a rodar algunas escenas que faltaban. Entre ellas la pelea final entre He-man y Skeletor, donde originalmente éste último tenía que salir despedido por el gran ojo, pero durante el parón de la filmación ese decorado se desmontó y tuvieron que improvisar la caída por una especie de fosa. Además, el que en esa escena final hubiese esa extraña iluminación no era más que un truco para disimular que apenas tenían decorado donde rodarla.
Junto a la película apareció la correspondiente versión en cómic, que apuntaba detalles que aparecían en el guión pero que nunca fueron rodados. Por ejemplo, la pelea final entre He-man y Skeletor acurre en la azotea del Castillo o más interesante era el detalle que en las catacumbas de Grayskull encuentran una bandera americana y otra de la Nasa con fecha de 2221, que nos daría a entender que los habitantes de Eternia eran descendientes de humanos, una especie de vuelta de tuerca de El planeta de los simios, quien sabe si la vestimenta de la Hechicera era otro guiño más. Y es que la primera versión del guión que escribió David Odell era mucho más fiel a los dibujos, entre otras cosas la madre de He-man revelaba que procedía de la Tierra (esto ya ocurría en la serie), aparecía el escondrijo de Skeletor, la Montaña de la Serpiente, y había muchas más secuencias en Eternia.
Aunque sin duda si hay una película de la que Masters del universo chupa (y mucho) es de Star Wars. No sólo porque Skeletor se parece más a Darth Vader que a su versión animada, todo su ejercito son una especie de soldados troopers pero de color negro, que, al igual que los de las películas de Lucas, son incapaces de acertar ningún disparo y por contra se los llevan todos. O la frasesita con copyright de la película, "Buen destino", demasiado descarado al "Que la fuerza te acompañe". También es muy semejante la nave que transporta a Skeletor a la Tierra con la que usaba Jabba en El retorno del Jedi.
Un detalle, durante la producción de la película Mattel hizo un sorteo, el ganador participaría en la película en una de las secuencias que suceden en la Tierra. El ganador del sorteo fue un tal Richard Szponder, pero como ya habían rodado todas las secuencias en la Tierra se optó por ponerle una máscara y que fuera el personaje que le da el báculo a Skeletor casi al final de la película (véase la foto inferior). El papel salió acreditado en los títulos de crédito como Pigboy. No sé yo si valió la pena ganar el concurso.
Y aún dicho lo dicho Masters del Universo no es un bodrio, es una película bastante disfrutable, con mucho ritmo. Además se enriquece con un gran malo como es Skeletor, que da auténtico miedo y se pasa todo el metraje soltando frases lapidarias ("He de poseer todo o no poseeré nada", "La oscuridad te envuelve ahora en su manto", "A todo me atrevo", "Todo le llega al que sabe esperar") con aire shakespeariano. Dolph Lundgren, que estaba viviendo cierta fama gracias a Rocky IV, no es un mal He-Man (pese a que reniegue del film, curiosamente Langella dice que Skeletor es su papel favorito) dentro de lo planísimo que es su papel, casi de mera comparsa, aunque, por otra parte, en los dibujos casi tenían más protagonismo los demás personajes que el propio He-Man.
Con muy poca diferencia de tiempo, la Cannon estrenaría Superman 4. En busca de la paz, con la idea de que tanto ésta como Masters del universo serían bombazos de taquilla y con las recaudaciones hacer una superproducción con Spiderman, del que poseían los derechos.
Ni Masters del Universo ni Supermán 4 fueron esos grandes éxitos y el Spiderman de la Cannon cayó en el olvido.
Aún y así, al no funcionar tan mal la película de Goddard, contando los millones recaudados en cines más lo que salió del vídeo, se plantearon una secuela de la que Albert Pyun escribió el borrador con intención de dirigirla él mismo a la vez que Spiderman y con el surfista Laird Hamilton como He-Man. Por desgracia, y ya habiendo empezado la preproducción con algunos decorados y parte del vestuario construidos, perdieron los derechos de la franquicia. Así que para poder aprovechar lo gastado se reescribió el guión y todo el proyecto acabó siendo Cyborg con J.C. Van Damme.
viernes, diciembre 11, 2009
He visto El exorcista 167 veces y cada vez que la veo la encuentro más graciosa
Hace varios meses puse el trailer original de Batman, que tenía la curiosidad que las voces no eran las que acabaron apareciendo en la versión doblada.
Ahora le toca el turno a Bitelchús. Aquí las voces que no acabaron en el doblaje definitivo son las de Alec Baldwin y Geena Davis. Si bien es cierto que la de Beetlejuice sí es la correcta se pasan por el forro varias de sus frases y acaba diciendo lo que le da la gana.
Ahora le toca el turno a Bitelchús. Aquí las voces que no acabaron en el doblaje definitivo son las de Alec Baldwin y Geena Davis. Si bien es cierto que la de Beetlejuice sí es la correcta se pasan por el forro varias de sus frases y acaba diciendo lo que le da la gana.
sábado, diciembre 05, 2009
Casa de papel (Paperhouse)
Anna es una niña que tiene de forma periódica desmayos. Pero no unos desmayos cualquiera. Durante estos momentos de inconsciencia es capaz de vivir dentro de un dibujo que ha hecho, un gran prado donde sólo hay una casa.
Todo lo que dibuja en el mundo real aparece en sus sueños, dibuja un naranjo para el jardín de la casa e incluso un niño llamado Marc para que le haga compañía que le advertirá del peligro que corre en ese lugar.
Paralelamente, en el mundo real, Anna se entera que su médica tiene otro paciente, un niño que también se llama Marc que está terriblemente enfermo.
¿Es el Marc del mundo real el mismo que el de los sueños de Anna? ¿A que peligro se refiere Marc en el mundo onírico de Anna?
Casa de papel es de esas películas que ves de chaval, pasan los años y todavía tienes pequeños flashes de ella en la memoria. Sí, es de esas películas que desprenden cierto malrollismo en algunas de sus escenas, unas sensaciones que traspasan las imágenes y se te meten dentro de la cabecita y te van rascando con la uñita el hemisferio derecho poco a poco, poco a poco. Sin prisa pero sin pausa.
Paperhouse es casi una vuelta de tuerca (o más bien el reverso tenebroso) de Otto es un rinoceronte (que también está basada en un libro), aunque la película danesa es, aún entrando en el fantastique, 100% infantil. Allí un lápiz procedente del espacio (sic) era capaz de materializar todo lo que fuese dibujado con él, mientras que en Casa de papel todo lo que dibuja el personaje de Anna, aún sin usar ningún tipo de utensilio "mágico", aparece en su mundo onírico.
Varias son las escenas que nos producen malestar en ella, como el hombre sin cara que se nos presenta como una silueta en el horizonte, escenas que van apareciendo en pantalla poco a poco creando ese mal ambiente en un crescendo hasta el final.
Es cierto que usa elementos similares a las pesadillas de Freddy pero ni es la misma liga ni el mismo deporte. No tenemos monstruosos, ni sustos de esos con subidón de música. Aquí la cosa es más poética, ¿será porqué es inglesa?
Sí que es cierto que, en su tramo final, entra dentro de ese juego de "malo persigue a protagonista en el clímax final" a modo de peaje que hay que pagar.
El film está basado en el libro Marianne dreams de Catherine Storr, escritora que en los 50 consiguió cierta popularidad por sus libros de corte infantil pero, a la vez, bastante perversos.
Y no era la primera vez que se llevó a la pantalla, ya a principios de los 70 se hizo una miniserie bajo el título de Escape into night (que aquí ni llegaría), 6 episodios rodados en color, aunque actualmente sólo se conserva una versión en blanco y negro, que, pese a contar con unos medios ínfimos, dicen que eran bastante más aterradora e inquietante que la película del 88.
Hay que decir que a la autora nunca le gustó la versión cinematográfica, especialmente por su final, que no tenía nada que ver con el de la novela. Además en esta nueva versión dejaban de lado al hombre que tiene piedras en lugar de ojos. ¿Un precedente a los botones de Los mundos de Coraline?
La película fue dirigida Bernard Rose que salió, como aquel que dice, de la nada y casi que se quedó ahí. Comenzó con un par de pelis sin interés, después de Paper house se fue a USA e hizo Candyman, Amor inmortal (que tiene tela) y de ahí volvió a su cueva hacer peliculitas sin más interés.
Ahora tiene pendiente de estreno una comedieta con... Elsa Pataky. Que el Señor nos asista.
domingo, noviembre 29, 2009
Nervios rotos
Durante una visita a una juguetería Martin roba un muñeco pero rápidamente los del almacén lo ven y lo llevan a las oficinas de seguridad, donde también llevan a Susan, una chica que simplemente pasaba por allí pero piensan que podría estar compinchada con Martin.
Durante su estancia en las oficinas de seguridad Martin se hará pasar por disminuido psíquico y dirá llamarse Georgie. Este hecho hace que Susan sienta lástima por él y pague el juguete.
Martin, que vive en una familia acomodada y tiene problemas de convivencia con su padrastro, comienza a seguir a Susan, de la que se ha enamorado, y descubre que vive en una pensión de la que su madre es la dueña. El chico, volviendo a usar su rol de disminuido llamado Georgie, se presentará en la pensión con la excusa que su padre ha marchado de viaje y le ha dado dinero para que se aloje en la pensión, con la no muy sana intención de entablar relación con Susan.
Sin duda Nervios rotos bebe, y mucho, de Hitchcock, la influencia de ese psichokiller taradísimo a lo Psicosis es más que evidente. Ya desde los títulos desde sus títulos de crédito que parecen paridos por Bass o su banda sonora por obra y gracia de Bernard Hermann, que sería el artífice por el cual hoy en día se recuerda esta película, y es que en ella podemos encontrar el maldito y bastardo silbidito que Tarantino uso en Kill Bill (para fortuna de los politonos).Además que en el reparto se encuentran Barry Foster y Billie Whitelaw, que protagonizaría años después Frenesí.
En Nervios rotos encontramos un detalle que casi parece una rareza sólo reservada para la serie B-Z de ciencia ficción de la época (los años 60), un constante uso de términos genéticos para explicarnos las posibilidades que una persona nazca con alguna deficiencia si su anterior hermano ha padecido algún trastorno. Y sólo en esa época se podía usar un término tan políticamente incorrecto hoy en día como es el de mongólico.
Aunque curiosamente en el momento de su estreno aparecía una voz en off al inicio donde indicaba que los productores querían dejar claro con no había razones demostradas científicamente entre el mongolismo (llamémosle síndrome de down) y el comportamiento criminal.
Son todos estos elementos tan de baratillo para dar cierta verosimilitud y realismo a la explicación médica de estos desequilibrios mentales que hace que por momentos la película nos parezca ridícula, pero aparte de esto luce momentos realmente interesantes. Toda la relación del protagonista con su padrastro que tiene su cenit en el garaje familiar está muy bien llevada.
El director de todo esto es Roy Boulting, que hizo unas cuantas películas con Peter Sellers en los 60 y 70, y que parte del grueso de su filmografía, como la que nos ocupa, producidas por su hermano gemelo John, con el que se iba alternando el rol de productor-guionista-director.
Una curiosidad del film es que John Schlesinger se fijó, y muchísimo, en el film de Roy Boulting para realizar su De repente, un extraño.Para empezar la banda sonora que compuso Hans Zimmer tiene momentos muy parecidos a lo que realizó Hermann (obviando el silbidito, of course).
Aparte de ciertos paralelismos en la historia de los hermanos tarados, que en De repente, un extraño se deja muy en el aire, los clímax final de ambas películas en casi idéntico. En el film de Boulting su protagonista femenina, Susan, sube a su habitación y se la encuentra totalmente desordenada y su ropa rota. Detrás de ella Martin/Georgie, pistola en mano, le observa y cierra la puerta para poder avasallarla. Paralelamente abajo está medio dormido/borracho un huésped de la pensión que al darse cuenta de que algo va mal, ya que buscando madera para la chimenea en la caseta del jardín encuentra el cadáver de la madre de Susan, y llama a la policía que tendrá que tirar abajo la puerta de la habitación donde Martin/Georgie tiene retenida a Susan.
En el film de Schlesinger Matthew Modine está medio dormido en el sofá convaleciente de un disparo. En el piso de abajo Melanie Griffith se encuentra restaurando el apartamento que Michael Keaton ha dejado totalmente desvalijado y destrozado y sin que ella se entere éste aparece detrás de la puerta cerrándola para que Modine no pueda entrar. Y aunque no lleve pistola usa una pistola de grapas para atormentar a Griffith.
Durante su estancia en las oficinas de seguridad Martin se hará pasar por disminuido psíquico y dirá llamarse Georgie. Este hecho hace que Susan sienta lástima por él y pague el juguete.
Martin, que vive en una familia acomodada y tiene problemas de convivencia con su padrastro, comienza a seguir a Susan, de la que se ha enamorado, y descubre que vive en una pensión de la que su madre es la dueña. El chico, volviendo a usar su rol de disminuido llamado Georgie, se presentará en la pensión con la excusa que su padre ha marchado de viaje y le ha dado dinero para que se aloje en la pensión, con la no muy sana intención de entablar relación con Susan.
Sin duda Nervios rotos bebe, y mucho, de Hitchcock, la influencia de ese psichokiller taradísimo a lo Psicosis es más que evidente. Ya desde los títulos desde sus títulos de crédito que parecen paridos por Bass o su banda sonora por obra y gracia de Bernard Hermann, que sería el artífice por el cual hoy en día se recuerda esta película, y es que en ella podemos encontrar el maldito y bastardo silbidito que Tarantino uso en Kill Bill (para fortuna de los politonos).Además que en el reparto se encuentran Barry Foster y Billie Whitelaw, que protagonizaría años después Frenesí.
En Nervios rotos encontramos un detalle que casi parece una rareza sólo reservada para la serie B-Z de ciencia ficción de la época (los años 60), un constante uso de términos genéticos para explicarnos las posibilidades que una persona nazca con alguna deficiencia si su anterior hermano ha padecido algún trastorno. Y sólo en esa época se podía usar un término tan políticamente incorrecto hoy en día como es el de mongólico.
Aunque curiosamente en el momento de su estreno aparecía una voz en off al inicio donde indicaba que los productores querían dejar claro con no había razones demostradas científicamente entre el mongolismo (llamémosle síndrome de down) y el comportamiento criminal.
Son todos estos elementos tan de baratillo para dar cierta verosimilitud y realismo a la explicación médica de estos desequilibrios mentales que hace que por momentos la película nos parezca ridícula, pero aparte de esto luce momentos realmente interesantes. Toda la relación del protagonista con su padrastro que tiene su cenit en el garaje familiar está muy bien llevada.
El director de todo esto es Roy Boulting, que hizo unas cuantas películas con Peter Sellers en los 60 y 70, y que parte del grueso de su filmografía, como la que nos ocupa, producidas por su hermano gemelo John, con el que se iba alternando el rol de productor-guionista-director.
Una curiosidad del film es que John Schlesinger se fijó, y muchísimo, en el film de Roy Boulting para realizar su De repente, un extraño.Para empezar la banda sonora que compuso Hans Zimmer tiene momentos muy parecidos a lo que realizó Hermann (obviando el silbidito, of course).
Aparte de ciertos paralelismos en la historia de los hermanos tarados, que en De repente, un extraño se deja muy en el aire, los clímax final de ambas películas en casi idéntico. En el film de Boulting su protagonista femenina, Susan, sube a su habitación y se la encuentra totalmente desordenada y su ropa rota. Detrás de ella Martin/Georgie, pistola en mano, le observa y cierra la puerta para poder avasallarla. Paralelamente abajo está medio dormido/borracho un huésped de la pensión que al darse cuenta de que algo va mal, ya que buscando madera para la chimenea en la caseta del jardín encuentra el cadáver de la madre de Susan, y llama a la policía que tendrá que tirar abajo la puerta de la habitación donde Martin/Georgie tiene retenida a Susan.
En el film de Schlesinger Matthew Modine está medio dormido en el sofá convaleciente de un disparo. En el piso de abajo Melanie Griffith se encuentra restaurando el apartamento que Michael Keaton ha dejado totalmente desvalijado y destrozado y sin que ella se entere éste aparece detrás de la puerta cerrándola para que Modine no pueda entrar. Y aunque no lleve pistola usa una pistola de grapas para atormentar a Griffith.
sábado, noviembre 21, 2009
miércoles, noviembre 18, 2009
La campana del infierno
Nos encontramos con John, un chico muy mañoso e ingenioso, amigo de gastar bromas, algunas de ellas bastante macabras y de mal gusto, que acaba de conseguir que le dejen marchar de la institución mental donde estaba internado. Una vez fuera se dirigirá a la casa que le dejó su difunta madre, en el mismo pueblo donde viven sus primas y su tía, que es la que le supervisa su herencia. Pero antes de visitarlas se dedicará a visitar algún viejo conocido y aprender un nuevo oficio en el matadero.
Esta coproducción hispano-gala fue la tercera y última película dirigida por Claudio Guerín, que el último día del rodaje cayó desde lo alto de la iglesia donde rodaban y murió (según la propia Pilar Miró fue un suicidio, vaya usted a saber), cosa que, evidentemente, transformó la producción en un film maldito. Lo que dio lugar a la historia de que la iglesia de San Martiño de Noia, donde se rodó el film y murió Guerín, tiene la particularidad que solamente tiene un campanario ya que el otro nunca se llegó a terminar y, por algún motivo, nunca ha de hacerlo. Para el film se llegó a construir en cartón piedra ese segundo campanario lo que, según la maldición, hizo caer el infortunio sobre su responsable.
Anteriormente había dirigido algunos documentales, algo para tv, para cine se encargó de un segmento de una peli de episodios y un año antes del film aquí comentado La casa de las palomas.
Como decía murió antes de finalizar el rodaje y fue Juan Antonio Bardem el que finalizó el trabajo.
La campana del infierno es una de esas películas que después de visionarla uno no puede dejar de preguntarse como alguien era capaz de hacer esta pequeña maravilla en este país y más en aquella época. Lejos, muy lejos del cutrerío ibérico setentero, aunque muy famosos aquí y sobre todo fuera, de los Naschy/Molina, Franco y Ossorio, que, aunque sus templarios me parezcan simpaticones, no se puede negar que tufean a rancio. Cualquiera de las obras de los mentados palidecen ante la película de Claudio Guerín. Absolutamente en todo. Actores, guión, dirección, puesta en escena... Incluso el erotismo que puede desprender La campana del infierno es de muy buen gusto, nunca cayendo en la chabacanería de otros productos. También es cierto que en su época (1973) esas cosas había que cuidarlas mucho por el tema de la censura (la propia película recibió sus tijeretazos en la versión estrenada aquí) y que lo que se rodaba a finales de los 70, en plena explosión del destape, recibía la imposición de los productores de incluir cuantos más desnudos mejor, que eso vendía mucho, como es el caso de Ossorio.
Curiosamente la escena más dura no tuvo problemas de censura, escena donde el protagonista realiza trabajos en un matadero y vemos como se matan y descuartizan terneros y vacas. Y no hablo de las porras eléctricas que se usan ahora donde (teóricamente) la bestia no sufre, si no de auténticos navajazos traicioneros que van matando al animal poco a poco. Y hay que decir que Guerín se recrea en esa escena no apta para los más mirados, avisados estáis.
Muchos han querido ver en ella un giallo, personalmente me parece que no tiene nada de este género puramente italiano, si me apuras algún interior por sus colores y recargamiento, o, incluso, por parte de su banda sonora. Aunque a mi entender está más cerca de esos cuentos negros (negrísimos) rodados en Inglaterra a la estela de ¿Quién mató a tía Roo? con un toque poético a lo Poe y, porqué no, sus gotas de Hitchcock.
Con esos detalles tan interesantes al principio, cuando vemos a Renaud Verley preparando un molde de su cabeza o cuando se dedica a trabajar en un matadero y al tiempo se marcha y le preguntan la causa del abandono y responde con un enigmático "ya lo he aprendido todo", elementos que bien transcurrido el metraje veremos como acaban encajando. Porque esa es otra, sin duda la película siempre va por delante del espectador.
Que nadie se espere una película de miedo al uso, con sus sustos y sangre a borbotones, La campana del infierno tiene su ritmo y busca más las sensaciones y la ambientación. Ahí tenemos esas escenas como la cena entre animales, o ese momento muy Fantasma de la ópera con el protagonista, observado por un cuervo (más Poe es difícil y eso que no cuento lo del final entre ladrillos), toca una melodía en un órgano que, con un poco de imaginación, hasta nos puede recordar a los excesos de los Goblin de Argento.
Y es que la música del film la compuso el insigne Adolfo Waitzman que a sus espaldas tenía Una vez al año ser hippy no hace daño, el docu 360 grados en torno a Marisol, la sintonía del Señoras y señores o el Un, dos, tres... es un no acabar.
La peli tiene una mezcla de actores de todas las nacionalidades, el prota es el francés Renaud Verley; estaba Viveca Lindfors, de la que nos acordamos por ser la tía borracha en el sketch de El día del padre en Creepshow; o Alfredo Mayo, que igual te hacía un Cañas y barro (rodada en la Albufera, nano) que un Patrimoni nacional.
Definitivamente una peli a reivindicar, y aunque no sea de las más conocidas dentro del género de este país sí es de las mejores.
miércoles, noviembre 04, 2009
domingo, noviembre 01, 2009
miércoles, octubre 28, 2009
Sleepy Hollow
A finales de los 90 Tim Burton estaba en una situación delicada. De el niño mimado de la Warner que era capaz de hacer películas que cosechaban grandes recaudaciones y recibían muy buenas críticas como Beetlejuice, Batman y Eduardo Manostijeras (que aunque no reventó taquillas tuvo una recaudación más que digna) pasó a no sacar los beneficios esperados y la crítica comenzaba a verle el plumero. Ahí están los Batman Returns (que pese a sacar una buena montaña de millones no recaudó lo que la productora esperaba), Ed Wood (que tuvo una distribución pequeñita y no muy buena, aunque la Disney siempre culpó a Burton por haberla filmado en blanco y negro con la consiguiente disminución de público) y Mars attacks! (desastrosa en taquilla y vapuleada por la crítica norteamericana).
Ante tal situación Burton era consciente que se le acababa el crédito y de la necesidad que tenía que los grandes estudios respaldaran sus proyectos que (casi) siempre han necesitado de presupuestos altos. Así que la jugada era clara, había que apostar por un proyecto de éxito asegurado, con lo que tuvo que guardar en el cajón los proyectos que más le apetecían (Sweeny Todd y los remakes de La casa Usher y El hombre con rayos X en los ojos). Es así como se acabó metiendo en la producción que le presentó Jon Peters (uno de los productores del primer Batman), Superman Lives o Superman Reborn (elijase el título preferido).
La idea era muy simple, se acercaba el 60 aniversario de la creación de el hombre de acero y había que hacer la misma jugada que 10 años antes con Batman, ¿y que mejor manera de empezar que contratando al director de ésta?
Después de un año de dimes y diretes y la famosa guerra Burton vs K. Smith la Warner, que ya se había gastado un montón de millones en preproducción, cancelaba el proyecto indefinidamente.
Así que Burton se quedaba compuesto, sin novia y sin su apuesta segura para encauzar su carrera.
Ahora retrocedamos unos años, concretamente a principios de los 90. Nos encontramos a un tal Kevin Yagher (un técnico de maquillaje y efectos que había estado implicado en algún Viernes 13 y en varias de la saga de Freddy Krueger) que se ajunta con un joven guionista que apenas había escrito algo para Historias de la cripta e intentaba mover un guión llamado Se7en que responde al nombre de Andrew Kevin Walker.
Entre los dos acaban escribiendo una versión del famoso relato de Washington Irving, The Legend of Sleepy Hollow.
El guión acaba en manos del productor Scott Rudin en la Paramount, major que, por una extraña clausula, tiene la obligación de cederle a Francis Ford Coppola cualquier proyecto relacionado con el relato de Irving.
Después de mucho divagar el director de El padrino deja de interesarse por el guión, en ese momento Scott Rudin decide aprovechar la cancelación del nuevo Supermán y enviarle el libreto a Burton, el cual aceptó rápidamente al comprobar que era una oportunidad para homenajear a su querida Hammer. Aunque eso sí, hizo tropecientas revisiones del guión que, en un principio, era fuertemente crítico con la sociedad, la política y la religión de la época.
Para poner en marcha el film volvió a contar por tercera vez con Johnny Depp, después que los guionistas propusieran a Liam Nesson y Brad Pitt.
Y como partenaire a Christina Ricci, que parecía que era cuestión de tiempo que acabara trabajando con el director californiano, que al igual que a Winona Ryder en Eduardo Manostijeras le tiñó el pelo de un imposible rubio.
También estaba por ahí Casper Van Dien, que parecía un valor en alza después de Starship Troopers y Tarzán y la ciudad perdida pero que de ahí no pasó, y Christopher Lee, en un pequeño papel al principio del metraje.
Aparte de Depp, Burton contó con otros viejos conocidos en su filmografía: Michael Gough, Jeffrey Jones, Lisa Marie, Christopher Walken y Martin Landau en un cameo sin acreditar durante el prólogo.
Ésto se repitió en el apartado técnico donde volvió a contar con Danny Elfman para la banda sonora, Larry Franco en la producción y Rick Heinrichs en el diseño de producción.
Desde la invención del cine el cuento de Irving ya se había llevado en infinidad de ocasiones a la pantalla, aunque quizá sólo un par son los más recordados. Uno es un telefilm, The Legend of Sleepy Hollow de 1980 protagonizado por Jeff Goldblum y dirigido por Henning Schellerup, un director de fotografia de género fantástico de serie B y Z que luego se especializó en dirigir telefilms de corte religioso.
Y el otro, por supuesto, es la versión en animación de Disney del 49 llamado The Adventures of Ichabod and Mr. Toad (La leyenda del jinete sin cabeza en tierras hispanas) que era terriblemente fiel al texto original. Es más, la versión del telefilm que antes comentaba usa claramente la referencia del aspecto visual del protagonista ya que Goldblum es muy parecido al personaje animado.
Es de esta versión animada de la que Depp sacó la idea de usar diferentes tipos de prótesis para alargar sus orejas, nariz y dedos y crear un personaje de aspecto grotesco, pero los productores rápidamente desecharon la idea. Aparte de esto Burton, gran admirador de la versión Disney, calcó algunos planos para su versión.
Pero aparte de algunos detalles éste nuevo Sleepy Hollow cambiaba bastante del original, donde el protagonista Ichabod Crane, un larguirucho profesor de escuela que llega al pueblo de Sleepy Hollow, una colonia holandesa en el New York del siglo XVIII. Allí se enamorará de una joven que, a su vez, está medio prometida con el héroe local, Brom Bones.
En el pueblo hay una vieja leyenda local en la que un jinete sin cabeza que aparece por las noches se dedica a rebanar pescuezos, aunque al final del relato el autor no deja claro si el jinete es real sí que se puede llegar a la conclusión que es el propio Brom Bones disfrazado.
En la versión Burton la cosa cambia bastante, Crane es un policía de ciudad que comienza a experimentar con técnicas forenses que es enviado a Sleepy Hollow a investigar la muerte de varias personas después de ser degolladas. Y aunque el protagonista intenta imponer la ciencia a lo paranormal, buscando un asesino de carne y hueso, al final nos encontramos a un jinete decapitado que corta cabezas a diestro y siniestro.Estrenada en noviembre del 99 en USA (aquí tuvimos que esperar a finales de enero del siguiente año) la película funcionó francamente bien en taquilla donde practicamente triplicó su presupuesto, además de tener críticas bastante favorables, aunque también hubieron sectores que le reprocharon algunas escenas subidas de tono sangriento, que sin llegar a ser lo exageradas de un slasher sí que tienen su dosis de salpicaduras, sobre todo tratándose de una producción de esta envergadura. Por ejemplo, el jinete actúa con bastante crueldad ya que es capaz de degollar a un niño (aunque esto no se vea) o de partir por la mitad al personaje de Casper Van Dien.
Sin duda el punto fuerte de la película es su aspecto visual, con todo ese pueblo construido en Lime Tree Valley (Inglaterra) o la figura del jinete que de por sí ya es imponente y aquí se le saca mucho partido al igual que al árbol que hace de puerta entre este mundo y el infierno; y sobre todo por la magnífica fotografía de Emmanuel Lubezki, con unos colores grises, azules, marrones y verdes fuertemente contrastados fruto del proceso de revelado de la película.
Y aunque se evitó usar en demasía el ordenador hay algunos efectos generados por éste. Unos apenas se notan, pero otros, como la deformación de la cara de la bruja del bosque, son terriblemente malos (sobre todo esta secuencia que no viene a cuento y era facilmente prescindible). Como también es mala la interpretación de Depp, que parece que únicamente no molesta en personajes esperpénticos a lo Jack Sparrow, porque en cuanto tiene un papel que exige estar contenido lo destroza.
Y sin ser mala la banda sonora de Elfman es correcta sin más. Apenas sobresale y poco aporta a la imágenes de Burton como hacía antaño.
viernes, octubre 16, 2009
Faust (La venganza está en la sangre)
En verano del 99 se presentaba en sociedad el proyecto de Fantastic Factory de la mano de Brian Yuzna y Julio Fernández, mandamás de Filmax. La idea inicial era crear una industria de género fantástico en Espanya gastándose 30 mil millones de pesetas durante cinco años, rodando 4 películas cada año, todas ellas filmadas en inglés buscando el mercado internacional (una estrategia ya empleada por Piquer Simón 20 años atrás), donde se mezclarían directores importados de los USA con jóvenes talentos de aquí, y lo mismo debía ocurrir en los equipos técnicos.
La primera en asomar la cabeza fue Faust (La venganza está en la sangre), basada en el cómic de finales de los 80 que dibujó Tim Vigil bajo el guión de David Quinn, que aquí apareció por entregas dentro del cómic Splatter de la editorial Makoki, revista de breve publicación que vendría a ser un Creppy pero tirando al gore y que no dejaba de ser una versión peninsular de la original italiana.
Hay que comentar que el tándem Brian Yuzna y Stuart Gordon ya estuvieron moviendo el proyecto a mediados d elos 90 por un montón de festivales como puede verse en la imagen promocional de más abajo, donde aparece Brinke Stevens con la tipografía que usarían en la versión definitiva.
Por su naturaleza internacional la película se nutría de un reparto anglosajón (que no quiere decir bueno): Andrew Divoff, un eterno secundario que vivía sus días de gloria en la serie B gracias a Wishmaster, Mark Frost, que lo trajeron como si fuera Orson Welles y apenas había hecho algo para la tele inglesa y un par de obras de teatro, Jeffrey Combs, no hace falta disir más, y Mónica Van Campen, que en tierras catalanas era conocida por un programa de anuncios de tv y alguna pequeña aparición en el 3 estrelles del Tricicle y el Persones humanes de Mikimoto. Faust comenzó a rodarse en invierno del 99 bajó un guión escrito por el propio autor del cómic, David Quinn, y ayudado por Miguel Tejada-Flores (guionista de La revancha de los novatos) que se dedicaron ha coger diferentes elementos de las historietas para condensarlas a 100 minutos.
Como su propio nombre indica estamos ante una revisión de la obra de Goethe, aquí un artista llamado Jaspers vende su alma a un tal M a cambio de vengarse de los que han asesinado a su novia. Así que por arte de magia le salen una zarpas cual Lobezno y se dedica a cepillarse a los malos de turno, pero como no quiere seguir matando se revela contra M. Éste último lo manda al otro mundo pero Jaspers volverá a la vida transformado en Faust.
Paralelamente descubrimos que M es el cabecilla de una secta llamada La Mano, que quiere traer a este mundo a un bicho muy chungo.
El film se vio por primera vez en el Sitges 2000 causando cierta decepción, pero su estreno oficial fue en febrero del 2001 por todo lo grande y a bombo y platillo. Habiéndose gastado 600 millones de pesetas, filmado en muchos exteriores de Barcelona, usado la (en su momento) nueva línea de metro de la ciudad y demás parafernalia la cosa parecía que iba en serio. Todo ello bañado con una banda sonora que, no por casualidad, seguía los pasos de la de Spawn y El cuervo, llena de grupillos heavy de sonido cuanto más estridente mejor.
Mucho se criticó el que "maquillaran" Barcelona para hacerla pasar por una ciudad americana. A mí no me molesta ni me parece mal. En la obra original pasaba en Nueva York y si pensamos en la intención de venderla al extranjero me parece hasta correcto.
En un principio Poli Cantero se iba encargar de los efectos pero la primera versión que hizo del homúnculo (el monstruo que aparece al final) no convenció a Yuzna que acabó por fichar a otro ilustre de la serie B (y no tan B), Screaming Mad George. Curiosamente el engendro parido por el japonés es de lo peorcito del film, por cutre y poco imaginativo.
Y aunque en el apartado de efectos llegaron a ganar algunos premios en general son muy irregulares. Algunos llegan a funcionar bastante bien pero otros son francamente malos, sobre todo los digitales. Hay por ahí un plano de la pierna de Faust transformándose en modo morphing que es para echarse a llorar.
Y el traje del prota merece un apartado aparte. En el cómic no queda claro si es un traje pero en la peli lo hicieron como si fuese una transformación en plan Hulk, convirtiendo el traje en algo orgánico, como una segunda piel al igual que en Spawn (cuidado porque el cómic de Spawn es posterior al del tándem Vigil-Quinn, es más, el propio Vigil acusó a MacFarlane de apropiarse ideas para su creación). Del cuello hacia abajo aún estaba salvable pero la cabeza era muy patética, sobre todo con esos cuernitos que le pusieron en la barbilla que parecían hechos de plastilina. El propio Yuzna nunca estuvo muy convencido de como mostrar al personaje de Faust en pantalla, así que ya nos podemos hacer una idea de que ellos mismos eran conscientes de lo que se traían entre manos.
Sin llegar a ser el gran bodrio que algunos pregonan Faust es muy muy irregular, entre otras cosas por un guión confuso (pero que tampoco pasa nada porque a los 10 minutos desconectamos porque no nos interesa) y por querer ir más lejos de lo que se podía con los medios de los que disponían. Aunque siempre es de agradecer la presencia de Van Campen, que después no hizo nada relevante. De lo último es Mi querido Klikowsky, una sitcom para la tele vasca muy lamentable, de esas que producen vergüenza ajena. Y mira que la chica es guapa pero en este bodrio de serie sale hasta fea, que ya es penoso.
A Faust le siguió Arachnid (2001), un buen bodriete firmado por el decadente Jack Sholder que no supo que hacer con los 700 millones de pesetas que le dieron; Dagon (2001), parecía que Stuart Gordon podía encauzar el proyecto de la Fantastic e hizo una peli que aguantaba el tipo; Darkness (2002), el gran derroche de la Fantastic (12 millones de € se gastaron) en el enésimo muermo del pluf de Balagueró que intentaba seguir la línea que marcaba Hollywood con el "nuevo terror adulto"que dejaba de lado los monstruitos y se centraba en la ambientación; Romasanta (2003), el eterno proyecto de Tinieblas González que acabó en manos de Paco Plaza que hizo una peli de hombres lobo sin hombres lobo; Beyond Re-animator (2003), Yuzna, Santiago Segura, Elsa Pataky... no hace falta disir más; Rottweiler (2004), un cruce entre Terminator y Cujo hecha sin ganas, sin dinero y sin talento; La monja (2005), terror teen dirigida por al habitual montador de la productora, Luis de la Madrid; Bajo aguas tranquilas (2006), bastante digna para lo que es el nivel de la productora aunque ni de lejos es redonda.
Una vez visto los primeros productos se catalogó a la productora como especialista en hacer caquitas, así que a la hora de presentar pelis de género pero más serias (El maquinista, Frágiles...) se prescindió del nombre de Fantastic Factory para quedarse en una producción Filmax, algo que acabó pareciéndose a la famosa leyenda de la calidad de las pelis de la Metro según los rugidos del león.
Después de 9 películas Fantastic Factory bajaba el telón. La razón bien sencilla, sus films nunca conectaron con el gran público (más allá del videoclubero y amigos de la morralla) entre otras cosas porque estos no llegaban a los mínimos exigibles por el mainstream.