De Mats Helge Olsson ya te hablé en la reseña de Huellas de sangre y, sobre todo, en la de La liga de los fantasmas, donde tienes su vida y milagros explicados al dedillo. Hoy toca de hacerlo de su película más famosa y la que más éxito cosechó, que eso no quiere decir que ni la hayas visto ni que la conozcas.
Después de varios meses en la cárcel por sus problemas económicos en la "superproducción" Sverige åt svenskarna, Helge, lejos de acobardarse, decidió seguir en el apasionante mundo cinematográfico sueco. Eso sí, lejos de las grandes producciones y centrándose en películas puramente exploit. Básicamente cualquier género que lo petara en Hollywood. Así que, en su mayoría de producciones, acabó tirando por el siempre socorrido mundo de la acción de bajo coste con mucho espía, la CIA, la KGB y argumentos poco claros pero que tampoco molestaba al poco exigente espectador habitual de videoclub. Y es que sus películas no buscaban el éxito en las salas cinematográficas, si no que se conformaba con hacer cuatro perra en la estanterías de los VHS y Betas.
Así pues, ya teníamos al productor, al director (que también actuaría en un papel bastante destacable) y al instructor ninja que también sería uno de los actores. A estos hay que sumar al guionista Matthew Jacobs. Y ojito con algunos libretos que llevan su firma: Casa de papel, la cult movie de Bernad Rose; varios capítulos de El joven Indiana Jones y El emperador y sus locuras de Disney.
Aprovechando algunos contactos conseguirían que parte del equipo técnico fuese polaco, que tenían más experiencia en el cine que los suecos, además de aportar a los dos actores principales, Krzystof Kolberger y Hanna Bieniuszewicz, que, además, ayudarían a vender mejor el film en tierras polacas.
Helge se dio cuenta que no tenía el dinero suficiente, así que, lejos de amilanarse, decidió buscar inversores. Para ello rodó algunas tomas para montar un trailer promocional. Para la banda sonora fichó a Dag Uneng, un joven estudiante de 19 años que estaba haciendo prácticas en en el estudio del director. Uneng vería como en los créditos, al igual que el resto de implicados, le americanizaban el nombre a Danny Young. Además, significaría el inicio de su colaboración con el director en todas sus películas en aquella década ochentera. Y acabo apuntando que el compositor dejaría la profesión a principios de los 90 hasta que hace un par de años facturó un tema para el videojuego Hotline Miami 2.
Volviendo a The ninja Mission. El trailer se pasearía por una feria de Londres donde consiguió el dinero que faltaba para rodar la película (¡de forma cronológica!). En su estreno sueco pasó con más pena que gloria y comiéndose unas malas críticas a las que el director ya estaba más que acostumbrado.
Pero el destino a veces es caprichoso. En su paso por festivales para venderla a los distribuidores de medio planeta se encontraron con la negativa de la Cannon, que pensó que la película era una birria. Por contra acabó siendo adquirida por un montón de distribuidoras de varios países (en USA la New Line la llegaría a estrenar en 90 cines de Nueva York) que se hincharon a ganar dinero en su distribución a videoclubs. Se estima que podría haber amasado más de 25 millones de dólares de la época, convirtiéndola en la producción sueca más exitosa de la historia. Eso sí, ninguno de los implicados vería un céntimos de aquellas ganancias.
Hay que apuntar que aquí tuvo estreno en cines como Misión ninja tras el telón de acero y con un doblaje de primer nivel con voces como la de Ramón Langa. Eso sí, de forma tardía a finales de 1987.
A todo esto, ¿y de qué va la peli?, te preguntarás. Un científico ruso inventa un sistema para controlar la fusión nuclear. Así que ahí tienes a la KGB intentado secuestrarlo y a la CIA intentado evitarlo. ¿Y que mejor plan para conseguirlo? Pues mandar a un experimentado grupo de ninjas. Claro que sí. Montones de ninja vestidos de negro en los blancos parajes nórdicos.
Si te digo que los primero 75 minutos son pura bazofia me quedo corto. Mucho blao, blao, persecuciones de andar por casa y un argumento que no me acaba de quedar claro si es confuso o es que mis neuronas se han suicidado. Pero a partir de ahí la cosa cambia y nos llega la set piece que haría famosa a la película. Un montón de ninjas masacrando a los rusos a ritmo del gore más sabrosón. Torsos y extremidades explotando, cabezas reventadas, a uno se la cortan por la mitad a partir de la boca (básicamente el especialista lo hizo mal ya que debería haber cortado por el cuello), otro se muere por ácido... Muy loco todo.
Si te digo que los primero 75 minutos son pura bazofia me quedo corto. Mucho blao, blao, persecuciones de andar por casa y un argumento que no me acaba de quedar claro si es confuso o es que mis neuronas se han suicidado. Pero a partir de ahí la cosa cambia y nos llega la set piece que haría famosa a la película. Un montón de ninjas masacrando a los rusos a ritmo del gore más sabrosón. Torsos y extremidades explotando, cabezas reventadas, a uno se la cortan por la mitad a partir de la boca (básicamente el especialista lo hizo mal ya que debería haber cortado por el cuello), otro se muere por ácido... Muy loco todo.
Mats Helge Olsso siguió con sus mierdas que no le llevaban a ninguna parte. Un par de años después, enterándose que su película había generado un pastizal quiso repetir la jugada con una especie de remake que aquí se llamó La isla de las águilas, en la que, por supuesto, no faltaban los ninja. Pero ya sabes como es esto del éxito involuntario, cuando vas a por él no lo encuentras.