Hay un director que se nos quedó por el camino y que podía haberse convertido en un grande del fantastique. Me refiero a Fred Dekker, que con únicamente tres películas como director se ha granjeado una fauna de incondicionales que ya quisieran muchos.
En mayor o menor medida ya se tocó su historia en este blog en la reseña de House, una casa alucinante. Para resumirlo todo: un post adolescente Dekker había escrito junto a Ethan Wiley el guión de House con intención de dirigirlo con un presupuesto mínimo y en blanco y negro, que cayó en manos de Sean S. Cunningham, creador de Viernes 13, que se lo acabó quedando a condición de ayudarle en futuros proyectos.
Mientras House todavía estaba rodándose comenzó a darle vueltas a otro guión solamente con una idea en la cabeza: un detective medio alcoholizado que descuelga el teléfono y dice "Thrill me". A partir de esa premisa comenzó a darle forma con todas sus filias.
Empezar a rodar le fue relativamente fácil. Su agente le enseñó el guión al productor Charles Gordon (que acabaría siéndolo de las dos primeras Jungla de cristal), que, a su vez, se lo llevó a TriStar Pictures que aceptó sin pensárselo.
Empezamos en una nave espacial donde unos extraterrestres se lían a rayos láser con otro que acaba liberando una cápsula que aterriza en la Tierra de los años 50 y será encontrada por un chaval. Damos un salto en el tiempo de 30 años y nos encontramos en 1986 en la clásica comunidad de universitarios. Una pareja quieren entrar en una hermandad y para ello les exigen que consigan un cadáver humano y lo dejen delante de la entrada de otra hermandad. Los dos chavales acaban en un laboratorio donde, casualmente, tienen crionizado al chaval que se encontró la cápsula en los años 50. Lo que éstos no saben es que el cadáver lleva en su interior unas babosas que convierten a los seres vivos (y no tan vivos) en zombies.
El terror llama a su puerta era un film más bien modesto, pura serie B, con lo que no se podía contar con un cast demasiado importante: Jason Lively y Jill Whitlow, que un año después fueron protagonistas de El secreto de los fantasmas; Tom Atkins, todo un clásico dentro del universo Carpenter y que aquí es dueño total y absoluto de cada uno de los planos en los que aparece; una mini aparición del eterno Dick Miller y David Paymer, uno de esos secundarios que hemos visto en mil películas. Además de algunos cameos de amigos del director como los de Shane Black y Greg Nicotero.
El film es, por méritos propios, uno de los clásicos de los 80, con lo que ya podemos esperarnos un film que mezcla el terror y el humor de forma magistral. Está claro que los efectos (maquillajes y animatrónics) se notan a leguas, pero eso es lo que la hace grande, que pese a estas carencias el espectador nunca tiene la sensación de ver una basura, señal que el resto vale su peso en oro.
Todo el film está repleto de cualquier cosa que le hiciera tilín al director, desde el montón de personajes que responden a los nombres de Raimi, Romero, Landis, Cunningham o Hooper, lo que para algunos es algo demasiado ingenuo y amateur, para el propio Dekker era una forma de reconocer abiertamente de donde estaba saqueando ideas. También teníamos a una de las protagonistas que está viendo en televisión Plan 9 del espacio exterior (incluso el personaje de Atkins se pone a oler una flor como hacía Bela Lugosi en la película de Ed Wood), hay autocines y montones de diálogos memorables como el ya clásico:
-Señoras, las buenas noticias son que ya han llegados sus citas.
-¿Y cuales son las malas?
-Están todos muertos.
Uno de los problemas con los que se encontró Dekker fue con el final. Originalmente las babosas acababan llegando a un cementerio, lo que nos daba el clásico desenlace en el que la historia no había terminado, mientras un haz de luz lo iluminaba todo, la cámara subía y descubríamos que venía de la nave espacial del principio. En el primer montaje que se proyectó a los productores este final estaba sin terminar, apenas se veía el foco de luz pero ni siquiera estaba la nave insertada. Éstos dijeron no entender nada y forzaron al director a rodar otro, el del perro y la protagonista, que fue el que acabó en el montaje final y del que Dekker echa pestes.
El terror llama a su puerta costó 5 millones de dólares, lo que no es demasiado para la época. El problema es que en su estreno hollywoodiense (aquí tardaría muchísimo en estrenarse, verano del 88) recaudó poco más de medio millón. Pero en la época las películas tenían una segunda oportunidad en su paso al videoclub (y si no que se lo digan a Carpenter) donde la cosa ya funcionó mucho mejor y le dio el empujón definitivo a convertirla en un clásico de los 80 (aunque no tiene una estética tan marcada como otros films de la época).
Un año después, Dekker estrenaría Una pandilla alucinante (que ya estaba en pre-producción antes de acabar el rodaje del film aquí comentado), otro film de culto, para luego participar en los libretos de Agente juvenil, Ricochet, episodios de Historias de la cripta (de la que también dirigió un capítulo) y ya a principios de los 90 se encargaría de Robocop 3, que le condenaría al ostracismo absoluto. Por el camino se quedaron guiones que nunca vieron la luz, como la adaptación de Jonny Quest o una segunda parte de El terror llama a su puerta. Actualmente, por lo que se dice por ahí, estaría encargándose del guión del reboot de Depredador junto a su colega Shane Black.
No he visto esta película, la anoto en la lista, supongo que merece la pena.
ResponderEliminar¿entonces slugs es una copia?
Hahahaha es curioso, pero hay mucha gente que asocia esta película a Slugs. No tienen nada que ver, la de Piquer es muy mediterranea.
ResponderEliminarClaro, hay una escena cenando con ajoceite
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