Que en los primeros 80 Disney acabase aceptando producir un film que se aventuraba como un salto tecnológico nunca visto era totalmente normal. La compañía, que andaba totalmente perdida, estaba deseosa de cambiar su imagen de productora anticuada que solamente sabía hacer animalitos animados. De ahí se explican sus palos de ciego al intentar apuntarse a la sagas galácticas (El abismo negro) o producciones más cercanas al terror que a lo infantil (Los ojos del bosque, El carnaval de las tinieblas). Palos de ciego más por recaudaciones que por logros artísticos.
La cuestión es que cuando les llegó un vivaracho veinteañero llamado Steven Lisberger con una idea loca de film ambientado dentro de una computadora y filmada con una técnica de contraluces basadas en máscaras, dejando de lado los clásicos acetatos pintados, se lo pensaron lo justo para apuntarse al proyecto.
Lisberger venía de Boston, donde había montado un pequeño estudio de animación donde realizaban spots para televisión, trabajos puramente alimenticios, ya que su intención era tirar por caminos más artísticos. Uno de estos trabajos fue para la emisora de radio KBEQ 104, que luego reciclaría para usarlo como promo de Lisberger Studios. Y fue precisamente en esta animación donde comenzó a gestarse el proyecto del film Tron, dándole ese nombre al personaje barbudo que lo protagoniza y con Lisberger dándole vueltas a cómo meterlo en un film.
El proyecto quedó congelado a la espera de reunir capital y, entre medias, consiguieron un acuerdo con la cadena NBC para dos especiales animados. El primero para los Juegos Olímpicos de invierno de Lake Placid en 1980, el segundo, para los de verano que se celebraban ese mismo año en Moscú. Pero las tensiones políticas hicieron que USA no participara en esas Olimpiadas y el segundo especial no se llegaría a emitir. Finalmente la Warner compró los derechos de los especiales y los juntaría a modo de largometraje con el título Animalympics (aquí distribuida por Filmayer como Animalympicos), lanzándolo directamente en vídeo en los EEUU, aunque en algunos países la llegaría a proyectar en cines.
Dado el desencanto de Lisberger con la experiencia, volvió a enfrascarse en aquel proyecto llamado Tron, pero las dificultades para una posible distribución le llevó a presentar el guión y el storyboard por los diferentes estudios de Hollywood, recibiendo rechazos hasta que llamó a la puerta de Disney.
Su intención, en un principio, era producir él mismo el film y buscar una major que se la distribuyese, pero conforme el guión fue cogiendo forma aquello parecía una empresa cada vez más imposible, y más cuando se habían gastado 300 mil dólares solamente en algunas pruebas de cámara, lo que no le importo nada que Disney se ofreciese para producirla, ya que les interesaba meterse en el tema digital ya que los videojuegos estaban de moda.
Evidentemente Disney no se pudo contener y metió mano en el guión y en el storyboard, contratando al mismísimo Moebius.
La producción empezó con problemas, ya que para conseguir un minuto de película tardaban un mes, con lo que, a ese paso, podrían tardar unos 6 años en tener terminada la película. Por lo que acabaron recurriendo al estudio taiwanés Cuckoos's Nest Productions, donde un centenar de personas se dedicaron a pintar acetatos. Pero la sorpresa del equipo fue al recibir el material, que se había empaquetado sin estar seco y los acetatos estaban enganchados unos con otros. El hecho de contratar al estudio taiwanés tuvo como consecuencia una huelga en el sector de dibujantes americanos.
Uno de esos problemas que acaban arreglándose casi de casualidad y que termina siendo parte de la entidad del film fue cuando las Kodaliths (una película de alto contraste) tenían problemas de transición y a veces eran mas claras o mas oscuras, dando a las secuencias una sensación de parpadeo. Más tarde se dieron cuenta que Kodak había enviado la película en un orden concreto para que ese efecto no se produjese, pero los técnicos del film no habían respetado esa disposición. Al final decidieron usar un efecto de sonido de zumbido (como el de los fluorescentes) para acompañar estas secuencias, dando sensación que el defecto no era tal y estaba buscado.
Tron se estrenaría en suelo norteamericano en verano del 82, teniendo que lidiar contra el fenómeno E.T. El extraterrestre, el re-estreno de En busca del arca perdida, Poltergeist, Oficial y caballero o la tercera entrega de Rocky, cosechando unos estimables 33 millones dólares sólo en suelo norteamericano. Sabiendo que el film costó unos 17 millones, la leyenda que arrastra de fracaso en taquilla queda algo diluida. Otra cosa es que las expectativas de Disney estaban muy lejos de esas recaudaciones.
En cambio, el merchandasing del film sí que fue considerado un éxito. Empezando por el videojuego en las salas arcades o la gama que Tomy lanzó con figuras, motos o maquinitas electronicas.
Hay que apuntar que en las primeras copias que se distribuyeron en USA incorporaron un texto de introducción para que el publico pudiera entender las diferencias entre el mundo real y el digital. Lo que nos hace tener una idea de lo extraño que era el mundo digital para la mayoría de la gente a primeros de los 80.
Con críticas tirando a positivas y una taquilla más o menos aceptable, quien dio la espalda al film fueron los Oscar, que, pese a nominarla en los apartados de sonido y vestuario, le dio la espalda a sus efectos, ya que el uso del ordenador estaba mal visto, como si no tuviera ningún valor ni dificultad.
Curiosamente, pese a lo que pueda parecer, el film apenas tiene 15 minutos de gráficos generados por ordenador, la mayoría del film estaba hecho con técnicas clásicas.
Estrenada en USA en verano del 82, aquí nos tardaría casi un año en llegar, concretamente en primavera del 83, teniendo un paso por nuestras taquillas muy discreto. Sin ir más lejos, en Barcelona nos la proyectó el cine más grande de la ciudad (1.600 localidades), el Regio Palace en su sistema Vistarama, ideal para proyecciones en 70 mm. Al final, como era costumbre, la mayoría la acabamos catando en su edición VHS con las clásicas carátulas blancas de Filmayer. Y muchos fuimos los que nos acabamos llevando un chasco, no sólo por las pocas escenas reales facturadas mediante ordenadores, si no por la sensación que estábamos viendo un film con mucho fondo incrustado y secuencias totalmente estáticas y con esos personajes que habían sido rodados orignalmente en blanco y negro que daban una sensación incómoda y extraña. Además de una trama confusa para los espectadores de la época.
Tron, junto a Blade Runner, acabó siendo la antesala del cyberpunk (años antes que Neuromante se publicase), visionaria en muchos conceptos como las pantallas táctiles (aunque en el film el efecto era mediante retroproyección) y el uso del ordenador para generar escenarios virtuales (¡Hola, George Lucas!). Pese a todo, el tiempo ha hecho bastante mella en un film con una historia que en su época nos parecía demasiada compleja y que ahora ha queda desfasada. A la que hay que añadirle el valor de una banda sonora muy adecuada y moderna de Wendy Carlos (El resplandor), todo lo contrario que en la de Tron: Legacy, que si bien Daft Punk eran los más adecuados para encargarse de ella, su resultado final fue algo decepcionante.
Lo que está claro es que Tron fue un film visionario, adelantado a su tiempo, que ha influido en el cine hasta el día de hoy (¡Rompe Ralph!) y que si en su época no hubo demasiados film que chuparan de ella era por las limitaciones técnica, aunque por ahí había valientes como Albert Pyun que lo intentaban con Arcatron y acababa facturando un buñol valenciano.
A partir de Tron la carrera de Lisberger como director cae en picado con films fallidos y da palos de ciego con Persecución muy, muy caliente —comedia teen con John Cusack y Ben Stiller— y Slipstream (La furia del viento) —con Mark Hamill y rodada entre Turquía e Irlanda—. Luego se dedicó a darle vueltas a una secuela de Tron, la única película por la que será recordado.
Sería en la Comic-Con de 2008 cuando se hacía oficial en la esperada segunda parte con la presentación de un teaser, que con el tiempo sabríamos que se trataba de una prueba técnica para que Disney acabase por decidirse, bajo el título de TR2N, que luego pasó a ser Tron: Legacy, más un remake que una secuela, donde a Lisberger se le relegó a tareas de productor, más para que figurara en los créditos que por su valor real en la producción.
Tampoco es que tron legacy sea ninguna maravilla, disfrute para bluray eso si. A mi la bso sí me gusta aunque no es característico de daft punk
ResponderEliminarTron: Legacy no es ninguna maravilla, pero como película es mucho mejor y más entretenida que Tron 1982. Ahora bien, ésta última es vanguardista, mientras que Legacy no deja de ser una película más en la actualidad.
ResponderEliminarNo digo que la OST de Daft Punk sea mala, si no que es muy estándard y muy poco moderna para lo que se les supone. Habría que ver si la leyenda que corre por ahí sobre que Disney les tumbó lo que quisieron hacer realmente es verdade o no.