miércoles, junio 11, 2014
El cortador de césped
El exitazo que supuso el Carrie de Brian De Palma supuso la época dorada de las adaptaciones cinematográficas de Stephen King. Directores como Kubrick, Cronenberg, Carpenter o hasta el propio Tobe Hooper estuvieron metidos en adaptaciones (alguna muy libre) que funcionaban muy bien y fueron la base para una longeva relación entre el cine y el escritor.
Pero todo lo que empieza acaba y las adaptaciones a lo grande, con directores de renombre, dieron paso a producciones mucho más modestas y, en muchos casos, directamente para televisión, ya fuesen telefilms o mini series.
Curiosamente este punto de inflexión vino del propio King, cuando decidió que quién mejor que él para llevar uno de sus relatos al celuloide. Para ello usó el titulado Camiones (Trucks), uno de sus primeros escritos que acabó recopilado en El umbral de la noche. Lo que terminó siendo Maximum Overdrive fue un fracaso, más por los logros artísticos que por taquilla, que el autor rodó enfarlopado hasta las cejas mientras David Lynch estaba metido con Terciopelo azul que se rodaba a pocos metros (recordemos, las dos producciones de De Laurentiis). Y ya. El tipo nunca más volvió a dirigir.
A partir de ahí su obra en versión celuloide decayó, aunque, de vez en cuando, iba apareciendo alguna producción que llamaba la atención. Y una de ellas fue este El cortador de césped.
Un científico experimenta con la realidad virtual, consiguiendo con esta aumentar la inteligencia de los monos. Por diversos motivos acaba fuera del proyecto, pero él sigue trabajando en su casa. Una vez que da por terminados sus experimentos con monos decide trabajar con humanos. Y el elegido es un tipo deficiente que se dedica a cortar el césped del vecindario.
El que haya leído el relato original comprobará que poco o nada tiene que ver con esta sinopsis. Esto viene dado cuando la New Line adquirió los derechos y pensó que podría fusionar la historia con un guión que tenía entre manos titulado Cyber god (Ciber dios). Aunque lo que realmente hizo fue meter el título del relato a ese guión y poco más. La clásica estratagema de usar el nombre de un autor super ventas para vender una película que no tiene nada que ver.
En cuanto King se enteró que el film no tenía nada que ver con su relato activo la maquinaria judicial para que eliminasen su nombre de los créditos.
Lo que en los 90 molaba, como eran todas esas secuencias hechas por ordenador, hoy son poco más que horrendas, lo que hace que a día de hoy el film ha envejecido fatal, y eso es muy malo cuando el principal reclamo son esas secuencias virtuales.
El resto de la estética del film no ayuda mucho más. Sobre todo el supuesto laboratorio que luce una iluminación azulada que da la impresión de cualquier cosa menos de laboratorio científico.
Aun y así, si dejamos de lado la estética, la peli se hace hasta disfrutable si la tomamos como una serie B para pasar el rato. Aunque claro, si su fuerte era la estética... mal vamos.
Con un elenco bastante curiosote con un Pierce Brosnan pre James Bond, cuando era conocido por Remington Steele. Aunque el prota real era Jeff Fahey, cuando prometía mucho con la tercera parte de Psicosis, Cazador blanco, corazón negro de Clint Eastwood y Cuerpo maldito. También corre por ahí Jenny Wrigt (la prota de Lecturas diabólicas), Geoffrey Lewis (El misterio en Salem's Lot), Austin O'Brien (el niño de El último gran héroe) y Troy Evans (el director del instituto de Twin Peaks). Y dirección de Brett Leonard, que viendo su filmografía se entiende su elección para el puesto, además de ser el guionista, ya que está obsesionado con todo lo relacionado con la realidad virtual. Ahí está Virtuosity, la del Denzel Washington, aquel espantoso videoclip de Peter Gabriel de la canción Kiss that frog y alguna cosita para Imax.
Un apunte, existe una versión de finales de los 80 dirigida por un tal James Gonis, totalmente amateur que sí sigue el texto original. Esta versión forma parte de aquel invento del propio escritor llamado Dollar baby, que consistía en que estudiantes de cine podían comprar por un dolar los derechos de algunos relatos de los que King poseía los derechos y hacer un versión audiovisual de la cual no podían explotarla comercialmente. De este grupo salió Frank Darabont, que luego se convertiría en un director recurrente en la obra de King (La milla verde, la versión noventera de El resplandor, The mist...). Algunas de estas versiones aparecieron por estos lares en VHS de la mano de Dister bajo el título Pesadillas nocturnas.
El cortador de césped 2. Más allá del ciberespacio. 4 años después, en pleno 1996, aterrizó en las salas más "selectas" esta secuela. Mucho me temo que los amigos de New Line querían convertir El cortador de cesped en otra de esas franquicias, cosa que les facilitó el final abierto de la original. Aunque más que final abierto era un chiste/guiño a los fans de esas sagas donde siempre meten al final el momento que el malo nos deja con la duda si ha fenecido o no. Y no olvidemos que la original tuvo una taquilla bastante estimable e, incluso, sacaron algún que otro videojuego para las consolas de la época.
En esta segunda parte, escrita, entre otros, por Michael Miner, uno de los guionistas del Robocop original, estamos en un futuro ya totalmente cyberpunk en el que todo está controlado por los ordenadores. Una mega corporación encuentra con vida al chaval deficiente de la primera parte y aprovechan para usarlo con un chip que están desarrollando con intención de controlar todos los ordenadores del mundo. Evidentemente "el cortador de césped" comenzará hacer de las suyas en cuanto esté dentro de la red.
De los actores del original el único que repitió fue Austin O'Brien, cuando ya no lucía ese cabezón infantiloide que le acompañó en su época gloriosa de Mi chica 2 o Prehysteria! Como científico nos colaron a Patrick Bergin, y como malo, repitiendo el personaje de Jeff Fahey en la primera, a Matt Frewer, que le recordamos por ser el vecino cascarrabias de Cariño, he encogido a los niños y, sobre todo, por ser Max Headroom, lo que le da cierta gracia al hecho que aquí también sea un personaje cibernético. Además, el director es Farhad Mann, que hizo las mismas tareas en el piloto de Max Headroom.
El film acabó siendo el punto y final de una posible franquicia ya que en la taquilla USA fue un pufo. Cosa nada rara viendo los resultados. Y la cosa empieza más o menos bien con ese futuro con esa estética tan cyberpunk, pero la cosa decae rápidamente cuando el resto de la película pasa en interiores, todos ellos con mucha iluminación azul y aséptica, efectos especiales de los que se abusa de los cromas. Sí, todo muy de los 90. Stephen King ya puede dormir tranquilo por las noches.
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