El cuarto deseo

El cuarto deseo, también conocida por estos lares como Darby O'Gill y el rey de los duendes a partir de los pases televisivos, fue una de las primeras películas de Sean Connery (y según dicen la que llamó la atención de Broccoli para que lo fichará para encarnar a James Bond) y la primera que rodaba en Hollywood.

Al parecer, allá por 1947, Walt Disney viajó a Irlanda y quedó tan prendado del paisaje, las costumbres y el folclore de esa tierra que se empeño en producir un film que transcurriera allí. Así que, basándose en unas historias de Herminone Templeton Kavanagh que hablaban de duendes, ninfas y demás seres de la mitología irlandesa, Lawrence Edward Watkin (guionista de la versión Disney de La isla del tesoro) escribió el guión de El cuarto deseo.


El director encargado de su realización fue Robert Stevenson (descendiente del autor de La isla del tesoro o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde), que tuvo una carrera medianamente existosa en su Inglaterra natal y emigró a USA, pero algunos fracasos con la RKO lo relegaron a la televisión. Allí acabó dirigiendo episodios de El Zorro, aquella serie en blanco y negro o la película Fiel amigo, ambas obras producidas por Disney, cosa que hizo que le acabaran dando las riendas de El cuarto deseo. A partir de ahí se quedaría en Disney para dirigir algunas de sus películas más recordadas: Un sabio en las nubes, Mary Poppins, Ahí va ese bólido o La bruja novata.

La película narra la relación entre Darby O'Gill, un abuelete que cuida unas tierras de su señor, y el rey Brian, el monarca de los duendes irlandeses. Durante años los dos han jugado al gato y al ratón, ya que de atrapar al duende, Darby conseguiría que le concediera tres deseos.
Un día Darby consigue capturarlo, pero en lugar de usar sus tres deseos encierra al rey Brian en un saco, a la espera de pensar bien que desear. Mientras tanto intentará ajuntar a su casadera hija con el nuevo conserje de las tierras.


La película está llena de efectos, o mejor dicho, trucajes para parar un tren. Desde toda la recreación del pueblo, que se construyó en los estudios que tenía Disney en Burbank, con sus fondos pintados, pero sobre todo lo que se lleva la palma son las escenas en las que interactúan humanos y duendes, donde nada, absolutamente nada da el cante, todo cuadra. Con laboriosos trucajes de perspectiva forzada parece que los duendes son auténticamente seres fantásticos.
Y aunque algunos trucos, como la muerte, cantan más, no hay que olvidar que es una película de finales de los 50.

Y pese a que nos encontramos con momentos algo babosos e incluso alguna canción, el clímax final es bastante más oscuro de los que una producción Disney haría suponer.

Una década después, Disney lanzó El abuelo está loco, también dirigida por Stevenson, que si bien no es una secuela sí tiene muchos puntos en común, ya que casi todo el film pasa en un bosque repleto de gnomos.


Juraría que aquí nunca se llegó a estrenar en cines, es más, la versión que apareció en vídeo de la mano de Filmayer llevaba un doblaje muy flojito que se notaba que no era para cines, y con voces de la época en la que salió en videoclubs.

El cuarto deseo, que fue la primera película Disney que tenía un estreno mundial fuera de América, tuvo una carrera comercial más que digna. Aun y así es considerado un clásico menor de la compañía, pero no por eso hay que dejarse engañar, en ella hay bastantes detalles que merecen, como mínimo, un visionado.